sábado, 20 de octubre de 2018

¿Qué haces por la mañana en tus pueblos?. Por Jorge Glez. Guadalix


(De profesión cura) Es pregunta que me hacen de vez en cuando, entre otros, algunos compañeros sacerdotes. Viene, yo creo, esta pregunta, porque estamos contagiados de una mentalidad mundana según la cual todo se valora en clave de eficacia, y de una mentalidad eclesiástica inclinada a valorar el trabajo del sacerdote en clave de misas, confesiones, reuniones, papeles, asambleas, coordinaciones y mucha puesta en común. Con estas claves, evidentemente no es fácil comprender el trabajo pastoral en pueblos de pocos habitantes.

Debe ser que los años dan perspectiva, pero creo que la clave de la acción pastoral está en dos puntos:

Ser. Ser sacerdotes. Ser, sobre todo y ante todo, sacerdotes. Cuidarnos como sacerdotes. Es tal el trajín y el movimiento de cada día, son tantas las cosas urgentes que resolver (reuniones, papeles, encuestas, jornadas, informes) que apenas nos queda tiempo para lo realmente importante, como puede ser celebrar, orar, leer, meditar, formación permanente. La vida en una parroquia pequeña facilita estas cosas precisamente porque las urgencias son otras o son menores.

Estar. Así de simple y fácil. Vuelvo a las urgencias. Tantas cosas que hacer que ni tiempo de estar serenamente en la parroquia.

El señor cura está. Vive en el pueblo, duerme en el pueblo, pasea por el pueblo, sale a tirar la basura, pasea al perro, saluda, pregunta por la salud, por la familia, comenta las últimas novedades, aprende de dónde vienen las nubes de lluvia y qué viento es de agua, cuál de calor, cuál de frío. Estar significa que se le ve, que uno puede acercarse a su casa porque sale humo de la chimenea, que es un punto de referencia.

Pastoral es más que reuniones, asambleas, horas de despacho y entrevistas en la curia. Es estar con la gente, que te conoce y a la que conoces, colarte en una casa, agradecer esos tomates recién traídos de la huerta, animar a los padres para que sigan mandando a sus niños a catequesis. Pastoral parroquial es sentarse un rato en cualquier poyo para echar un rato con Antonio aunque la cabeza le vaya solo a medias, es estar disponible para cualquier cosa, visitar un enfermo, facilitar un entierro y llorar con la familia. Es tocar las campanas para la misa, porque las campanas son la voz de Dios.

También es, como en todas partes, celebrar, confesar, hacer papeles, atender una residencia, organizar, pensar, motivar. Pero sobre todo es ESTAR. Estar el día de la fiesta, celebrando misa y procesión y compartiendo con los vecinos ese tradicional aperitivo popular. Celebrar la Navidad con toda solemnidad sin importar la nevada que asusta e impresiona. Sacar la procesión el viernes santo con riesgo de lluvia un año más. Pasar frío con la gente en esa iglesia que aún no dispone de calefacción. Es ser uno más sin ser uno más.

En parroquias grandes se toca la campana y la gente va a misa, a catequesis, a lo que sea. En las pequeñas, aunque se tocan las campanas, la convocatoria se hace por la calle con el saludo, la sonrisa, la invitación, la cercanía… y se hace muy poco a poco. Pero cala.

La pastoral en pequeño se hace queriendo el estandarte y la hermandad, aunque hoy sean cuatro, valorando sus cosas, cuidando sus templos. Para esto una mañana se queda corta.

No. No hacemos nada. Simplemente estamos. Estamos allí donde ya no hay ni escuela, ni tiendas, ni apenas servicios. Pero el señor cura sigue estando.

jueves, 4 de octubre de 2018

RECORDATORIO

Por seguridad del recinto Parroquial, el acceso con vehículos al mismo ESTÁ LIMITADO A LOS HORARIOS PROPIOS DE CELEBRACIONES RELIGIOSAS Y DE ACCESO AL CEMENTERIO DURANTE EL FIN DE SEMANA 
(De Viernes a Domingo, tras la misa).


ENTRE SEMANA y FUERA DE CELEBRACIONES, PERMANECERÁ CERRADO.


NO ES UN APARCAMIENTO PÚBLICO

El acceso PEATONAL al cementerio ESTÁ GARANTIZADO DE FORMA PERMANENTE mediante la portilla LIBRE al efecto.

Para cualquier situación excepcional como obras en el cementerio que hayan sido debidamente solicitadas y que exija traslado de materiales, ponerse en contacto con el Párroco.

Novena en Santo Domingo


Tiempo de Misión


El doctor Albiñana, mártir católico de la auténtica memoria histórica. Por Javier Navascués Pérez

(Infocatólica) Uno de esos mártires innumerables que fueron horriblemente asesinados por amar a Dios y a España fue el doctor José María Albiñana, prestigioso médico y político de la España del primer tercio del siglo XX.

Nacido en Enguera (Valencia) en 1883, era hijo de un médico rural que también fue director de escuela. Desde joven amó la cultura y quiso ser médico. Se licenció en Medicina, cumpliendo su sueño, en la Universidad de Valencia en los primeros años del siglo XX y se doctoró como neurólogo en Madrid poco después. También se licenció en Filosofía y Letras y Derecho. Llegó a ser un médico de prestigio y en 1910 fue nombrado académico de la Real Academia de Medicina. Mostró su interés por la política e ingresó en el partido Liberal, del que poco después se separaría. Era un firme y devoto católico.

En 1921 embarcó hacia México donde vivió y trabajó unos años, pero acabó siendo expulsado de allí por haber participado en actividades políticas contra el anticatólico y masón presidente Plutarco Elías Calles y haberse relacionado con el entorno de los «rebeldes» católicos cristeros. En 1930, ya en España, preocupado por el difícil ambiente político en el país tras la caída del régimen del general Primo de Rivera y la oleada izquierdista que ya hacía presagiar la caída de la Monarquía, en contacto con un pequeño grupo de políticos e intelectuales funda el «Partido Nacionalista Español».

Los principios del partido eran «Religión, Patria, Monarquía» (que ya habían sido los de la Unión Patriótica del general Primo de Rivera). Se consideraba una «hermandad hispana de acción enérgica». Se mostraba decidido a combatir el separatismo vasco y catalán, defendía el concepto de la Hispanidad y la hermandad cultural y religiosa con Hispanoamérica. Exaltaba el ruralismo como autentico núcleo de la Patria.Adoptó el lema: España sobre todas las cosas y sobre España inmortal, solo Dios». El partido adoptará como símbolo la Cruz de Santiago y tendrá una sección juvenil, la Juventud Nacionalista y una fuerza de choque, los Legionarios de Albiñana y un grupo femenino. Los historiadores consideran al PNE como un precedente de Falange Española. Aunque como veremos, su intenso catolicismo le hará sentirse especialmente deudor en lo ideológico con el Carlismo al que al final se acabará uniendo.

Llegada ya la República, el PNE sufrirá duras persecuciones por parte del gobierno de izquierdas de Manuel Azaña que son otro desmentido a la fábula que nos cuentan habitualmente de una República impecablemente democrática. Su sede nacional fue incendiada en mayo de 1931. Su periódico, «La Legión» fue secuestrado. Albiñana fue encarcelado por orden gubernativa. Pero desde la cárcel escribió 2 libros. «España bajo la dictadura republicana» y «Prisionero de la República» que alcanzaron un considerable éxito de ventas entre el público conservador y católico.

En 1932 el PNE fue finalmente ilegalizado por la República pero Albiñana lo refundó hábilmente con nuevos estatutos que esquivan la ilegalización. A pesar de ello los gobernadores civiles socialistas prohiben muchos de sus mítines pero no pueden impedir que el PNE obtenga un escaño como miembro del Frente Nacional Contra Revolucionario, la candidatura que agrupa a toda las fuerzas políticas de derechas y que gana las elecciones generales de noviembre de 1933. Albiñana se convierte en diputado. En el Congreso de los Diputados Albiñana llevará siempre visible un Rosario. Era un notable orador y un hombre valiente. En las elecciones de febrero de 1936, Albiñana renueva su escaño, (cosa que no logró, por ejemplo, José Antonio Primo de Rivera) obteniendo casi 65.000 votos por la provincia de Burgos. La zona de Burgos y algunas otras provincias de Castilla y León seran el principal granero de votos del partido. Fue un partido pequeño, pero con cierto prestigio entre los votantes conservadores, patriotas y católicos.

Hoy ha quedado claro que en las elecciones de febrero de 1936 la derecha triunfó y obtuvo más de medio millón de votos sobre la izquierda, pero el fraude y la violencia de los partidos de izquierda en una serie de provincias otorgó al Frente Popular de las izquierdas una fraudulenta victoria que le permitió llegar al poder injustamente, algo que los cantautores de la «Memoria Histórica» intentan que los demás olvidemos.

En un ambiente de cada vez mayor violencia y huelgas que paralizaron la economía en la trágica primavera de 1936, el Doctor Albiñana participó en actividades conspiratorias con el Ejército en vistas a un próximo Alzamiento. Cuando éste llegó en julio Albiñana se encontraba en Madrid pese a que había recibido numerosas advertencias para que no se moviera de Burgos, su feudo político. Se refugio en el Congreso de los Diputados invocando su inmunidad parlamentaria como diputado. El presidente del Gobierno, el republicano de izquierdas Giral le dio su garantía y le convenció de que aceptara trasladarse a la Cárcel Modelo por su propia seguridad. El Tribunal Supremo dictó al día siguiente su inmediata libertad, pero la policía le mantuvo en la cárcel. Cualquier resto de democracia había desaparecido.

El 23 de agosto milicianos anarquistas y comunistas asaltan la cárcel y empiezan a fusilar presos. El Doctor Albiñana es objeto de una saña especial. A él le golpean con fuerza antes de matarlo y le fusilan simuladamente antes de hacerlo de verdad. Tras matarlo le decapitaron.

Unos 140 miembros de su Partido, Legionarios de Albiñana, lucharán en los frentes de Burgos y Santander. Ya unidos al Requeté, lucharán en las batallas de Villarreal de Álava y la campaña de Vizcaya. Murieron 60 de ellos. Cuando el general Franco decretó la Unificación de los partidos que apoyaron el Alzamiento, los albiñanistas escogerán unirse a los carlistas, motivados por su intensa Fe católica.

El Papa abre el Sínodo y llama a la escucha mutua para «discernir lo que el Señor pide a su Iglesia»

(Rel.) El Papa ha abierto el Sínodo de los Obispos que estará centrado en los jóvenes con una Eucaristía celebrada en la Plaza de San Pedro, en la que además de los miles de fieles han participado los padres sinodales y el resto de participantes que durante las próximas tres semanas debatirán sobre la respuesta que la Iglesia tiene que dar a los jóvenes y al mundo de hoy.

En su homilía, Francisco ha afirmado que “al iniciar este momento de gracia para toda la Iglesia, en sintonía con la Palabra de Dios, pedimos con insistencia al Paráclito que nos ayude a hacer memoria y a reavivar esas palabras del Señor que hacían arder nuestro corazón”.

Don de profecía

A las miles de personas presentes en la plaza, el Papa les recordó que “sabemos que nuestros jóvenes serán capaces de profecía y de visión en la medida que nosotros, ya mayores o ancianos, seamos capaces de soñar y así contagiar y compartir esos sueños y esperanzas que anidan en el corazón”.

El Pontífice insistió en el papel que tendrán los padres sinodales para que puedan “ungir a nuestros jóvenes con el don de profecía y la visión”. Además, en mitad de su homilía quiso mencionar la presencia de dos obispos provenientes de la China continental. “Démosles nuestra afectuosa bienvenida: gracias a su presencia, la comunión de todo el Episcopado con el Sucesor de Pedro es aún más visible”.

Crear un mundo mejor

Francisco llamó a romper con el “conformismo” y trabajar para ayudar a solucionar las situaciones que hacen sufrir a los jóvenes. “Ellos nos piden y reclaman –agregó- una entrega creativa, una dinámica inteligente, entusiasta y esperanzadora, y que no los dejemos solos en manos de tantos mercaderes de muerte que oprimen sus vidas y oscurecen su visión”.

De cara a las próximas semanas, el Papa pidió ponerse a la “escucha los unos de los otros para discernir juntos lo que el Señor le está pidiendo a su Iglesia. Y esto nos exige estar alertas y velar para que no domine la lógica de autopreservación y autorreferencialidad que termina convirtiendo en importante lo superfluo y haciendo superfluo lo importante”.

A su juicio, la escucha sincera, orante y con el menor número de “prejuicios y presupuestos” permitirá “entrar en comunión con las diferentes situaciones que vive el Pueblo de Dios”.

Citando el Concilio Vaticano II, Francisco quiso dirigirse especialmente a los padres sinodales: “Sed generosos, puros, respetuosos, sinceros. Y edificad con entusiasmo un mundo mejor que el de vuestros mayores”.

Catequesis de adultos: una nueva etapa

(Iglesia de Asturias) El pasado 22 de septiembre tenía lugar en la Catedral de Oviedo una celebración con el grupo del catecumenado de adultos (67 hombres y mujeres todos ellos mayores de 18 años) que comenzó el pasado curso y finalizará durante la celebración de la Pascua. Una práctica que, si bien siempre ha existido, desde el pasado año se ha extendido a toda la diócesis, de una manera coordinada y conjunta, siguiendo el camino que se marca en el Directorio diocesano de Catequesis del año 2014. En él, se indica que el Catecumenado de Adultos debe llevarse a cabo según el Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos (RICA) de la Santa Sede. El año pasado el Arzobispo de Oviedo firmó el decreto de Institución del Catecumenado de Adultos en la diócesis, por lo que desde entonces, comenzó oficialmente una nueva etapa.
Fernando Llenín es párroco en San José de Gijón, Delegado diocesano de Cultura y Pastoral Universitaria, así como responsable del Catecumenado de Adultos en la diócesis.

¿En qué consistió el acto del sábado 22, en la Catedral?
Es un acto que se denomina rito de entrada en el catecumenado para recibir los sacramentos de iniciación que son el Bautismo, la Primera Comunión y la Confirmación. Es un rito muy sencillo con una primera parte que tiene lugar fuera de la iglesia –de la Catedral en este caso–, donde son recibidos por el señor Arzobispo y después se entra en la iglesia y allí se acoge oficialmente a los catecúmenos, que van a recibir los sacramentos. Además se les entrega la palabra de Dios: la Biblia.

El Catecumenado de Adultos ya se ha puesto en marcha oficialmente,
 ¿cómo está estructurado en la diócesis?
Está en marcha desde algún tiempo en sentido programático, pero en sentido efectivo el catecumenado comenzó el curso pasado. Este es el primer grupo que inicia este proceso, que concluirá después de la Pascua, que será cuando se celebrarán los sacramentos.

¿En qué puntos concretos de la diócesis hay formación de este tipo?
En Gijón, en Oviedo, en la Cuenca del Nalón y en el arciprestazgo de Siero, porque el catecumenado está organizado por arciprestazgos, no tanto por parroquias. En este sentido, estos son los arciprestazgos que podríamos llamar “pioneros” en el Catecumenado. A partir de Adviento comenzará la segunda tanda o edición para los que van a empezar ahora. Los primeros iniciaron el curso pasado y concluirán en Pascua. Las catequesis tienen lugar en una sede propia de cada arciprestazgo. En Gijón se hacen en mi parroquia de San José; en Oviedo, en San Francisco de Asís, o por ejemplo, en El Nalón en la de Pola de Laviana.

¿Cuál es el perfil de las personas que se acercan a iniciar el proceso de catecumenado?
Hay de todo, fundamentalmente personas de mediana edad. Algunos no han recibido el bautismo: estos suelen ser más jóvenes, y otros no han recibido el sacramento de la Confirmación o de la Primera Comunión. Este primer grupo está formado por un total de 67 adultos. Se pide que los que vayan a recibir estos sacramentos tengan los 18 años cumplidos.

¿Se acercan personas que no eran creyentes y piden el bautismo?
Los que van a pedir el bautismo, que no son muchos, son un pequeño grupo, proceden en general de familias que por las razones que sean no quisieron bautizar a sus hijos cuando nacieron, y que ahora se acercan a la Iglesia y piden recibir el bautismo. Alguno también, por ejemplo en mi parroquia, llegan de otros países y tampoco por las razones que fueran ahora quiere acercarse a la Iglesia.

Si una persona por ejemplo quiere bautizarse, o confirmarse, o recibir cualquier sacramento, siendo ya mayor de 18 años, ¿qué es lo que tendría que hacer?
Tiene que ponerse en contacto con su párroco, que a su vez le remitirá a la parroquia y al sacerdote de su arciprestazgo que tiene la encomienda de realizar allí este proceso del catecumenado de adultos, que ha de concluir con la recepción de los sacramentos.