sábado, 18 de febrero de 2017

Cuando el vinilo llegó a Viella


Repasando el Catecismo (XXXVI)

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“A Él sólo darás culto”

2095 “Las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad, informan y vivifican las virtudes morales. Así, la caridad nos lleva a dar a Dios lo que en toda justicia le debemos en cuanto criaturas. La virtud de la religión nos dispone a esta actitud.

La adoración

2096 La adoración es el primer acto de la virtud de la religión. Adorar a Dios es reconocerle como Dios, como Creador y Salvador, Señor y Dueño de todo lo que existe, como Amor infinito y misericordioso. “Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto” (Lc 4, 8), dice Jesús citando el Deuteronomio (6, 13).

2097 Adorar a Dios es reconocer, con respeto y sumisión absolutos, la “nada de la criatura”, que sólo existe por Dios. Adorar a Dios es alabarlo, exaltarle y humillarse a sí mismo, como hace María en el Magníficat, confesando con gratitud que Él ha hecho grandes cosas y que su nombre es santo (cf Lc 1, 46-49). La adoración del Dios único libera al hombre del repliegue sobre sí mismo, de la esclavitud del pecado y de la idolatría del mundo.

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Incorrección educativa. Por el Cardenal Cañizares


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Me voy a referir a la presencia de los cristianos en el ámbito educativo. Sé que lo que voy a decir es políticamente incorrecto, pero me siento en el deber como obispo de decirlo. Nada tiene que ver con ningún adoctrinamiento ideológico sin razón, ni con ningún proselitismo abusivo. El sentido de la presencia de los cristianos en el mundo de la educación y en el ámbito de la enseñanza no es otro que evangelizar, es decir, enseñar el arte de vivir, llevar a cabo la obra de renovación de la humanidad, hacer hombres nuevos con la novedad del Evangelio, conducir a los niños y a los jóvenes, a los hombres todos, a Cristo, llevarles la luz que es Cristo.

Él, que es la Luz y la Verdad, ha venido para dar testimonio de la Verdad: la verdad de Dios y la verdad del hombre. Nada de lo humano le es ajeno a Él. Es la clave para ver y comprender esa gran y fundamental realidad que es el hombre. No se puede comprender y ver al hombre hasta el fondo sin Cristo. O más bien, el hombre no es capaz de verse a sí mismo, de comprenderse a sí mismo hasta el fondo y llegar a ser lo que es y está llamado a ser hasta el fondo sin Cristo.

Y por eso no se puede excluir a Cristo de la historia del hombre en ninguna parte. Excluir a Cristo de la historia del hombre es un acto contra el hombre. No podemos excluir a Cristo de la escuela, de la educación, donde el hombre aprende su verdad y a realizarse en su verdad de hombre. Por eso estamos ahí. Y por ello nuestra presencia en este ámbito tan fundamental de la historia del hombre, como es el mundo de la educación y su concreción en la institución escolar, no puede ser otra que una presencia evangelizadora: para ofrecer la posibilidad efectiva de un encuentro con Jesucristo.

El hombre, todo lo humano, la cultura y las culturas en las que se expresan las búsquedas e inquietudes de la humanidad están hechos para el encuentro con Cristo, y sólo en Cristo podrán encontrar el camino de la realización plena de la propia humanidad.

El mundo actual, en los países de vieja tradición cristiana, necesita de una inmensa tarea de reconstrucción. Al servicio de esta reconstrucción se halla la escuela como institución de la sociedad para hacer posible que las nuevas generaciones lleguen a ser personas libres, conscientes y creadoras, mediante la transmisión sistemática y crítica de la cultura. Esta reconstrucción ha de empezar por la recuperación de la persona humana. Por ello la reconstrucción de un mundo humano. No habrá reconstrucción sin una nueva evangelización. Y al revés, una evangelización que no generase una humanidad nueva, una nueva cultura, una nueva realidad en la educación, no sería una evangelización verdadera.

No habrá presencia de los cristianos en la educación que se la separe de la evangelización, que no entrañe el llevar la luz que es Cristo y el hacer discípulos de Él. Por amor a los hombres, urge el que las nuevas generaciones vengan o vuelvan a la escuela de Cristo, para hallar el verdadero, el pleno, el profundo significado de ser hombre o el profundo significado de palabras y realidades tan claves como paz, amor, justicia.

La tarea es enorme, pero tenemos todos los motivos del mundo para la esperanza: en medio de la gran dificultad del momento, el drama del corazón humano permanece ahí, y ese corazón humano está hecho para el encuentro con Cristo, sus ojos están hechos para ver la luz y abrirse a la verdad, que es Cristo.

Propiciar el encuentro con Cristo en persona es la razón de ser fundamental de la presencia de la Iglesia en el mundo de la enseñanza. Si uno se queda detenido en ideales y valores, por muy atractivos que sean y no se encuentra con la persona misma de Jesucristo y se confía a Él, no ha llegado hasta el final para ver y comprenderse en toda su grandeza.

Hemos de asumir que los cristianos nos hallamos en este mundo nuestro de hoy en una situación de exilio cultural muy semejante a la de las primeras comunidades cristianas en el mundo pagano o judío. Con esta diferencia fundamental: que el cristianismo constituía entonces una novedad, mientras que la sociedad actual cree conocerlo, porque ha leído lo que dicen de él los textos oficiales de la historia. Ha aprendido, por así decirlo, a interpretarlo, en las claves que a él le son familiares, como ideología, como estructura de poder, como sistema abstracto de valores, como sentido estético, o sentimiento afectivo, o vivencia privada.

Por desgracia, con mucha frecuencia, los mismos cristianos interpretamos así nuestra propia fe, y ése es quizá el obstáculo más persistente para una nueva evangelización, también en el mundo de la educación y de la enseñanza. En vez de juzgar el mundo desde las categorías que nos proporciona la experiencia de la fe, juzgamos la fe desde las categorías del mundo. Para que los hombres, para que las nuevas generaciones de niños y jóvenes puedan percibir la gracia de Cristo como verdad, como luz, como realidad, en suma, humanamente significativa, es fundamental, por tanto, que nosotros mismos podamos superar las interpretaciones del cristianismo, y remitirnos a los hechos, a lo que nos ha sucedido.

Es fundamental que se renueve en nosotros la experiencia de la fe. Que vuelva a darse en nosotros esa sorpresa y esa gratitud sin límite. El anuncio cristiano no puede ser un discurso abstracto, sólo puede ser el testimonio de algo que a uno le ha sucedido en la vida, el testimonio de la redención de Cristo, de la que brota una vida nueva, una visión nueva, una mirada nueva sobre toda la realidad, que se extiende a todas las facetas de la educación y las une, les da sentido e ilumina.

Un testimonio puede ser rechazado o acogido, pero no es algo de lo que se pueda discutir por mucho tiempo: «Yo sólo sé una cosa: que era ciego y ahora veo». Así, es necesario dedicar todos los esfuerzos y energías para que en el mundo de la educación y de la escuela haya hombres y mujeres convertidos a Jesucristo, que viven intensamente la experiencia cristiana, y que por su encuentro real con Jesucristo, plenitud de lo humano, viven dentro de sí la unidad entre las exigencias de la fe y de la razón, la síntesis entre la fe y la cultura. A todo esto podrá ayudar la presencia cristiana en el ámbito escolar, del nivel que sea, básico o universitario.

Publicado en La Razón.

Actividad infantil en la Catedral de Oviedo

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(Iglesia de Asturias) Un año más la Catedral organiza una actividad gratuita para hijos de abonados en activo, de entre 8 y 12 años. Tendrá lugar el 28 de febrero, martes de carnaval, y dará comienzo a las 17 horas. El plazo de inscripción comenzará este sábado 18, y se prolongará hasta el viernes 23. Las inscripciones se reservan, como es habitual, a través de la web: www.sanctaovetensis.com, en el apartado “Reservas”, donde se detallarán todos los datos.

domingo, 12 de febrero de 2017

Clasificando libros


Repasando el Catecismo (XXXV)

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La caridad

2093 La fe en el amor de Dios encierra la llamada y la obligación de responder a la caridad divina mediante un amor sincero. El primer mandamiento nos ordena amar a Dios sobre todas las cosas y a las criaturas por Él y a causa de Él (cf Dt 6, 4-5).

2094 Se puede pecar de diversas maneras contra el amor de Dios. La indiferencia descuida o rechaza la consideración de la caridad divina; desprecia su acción preveniente y niega su fuerza. La ingratitud omite o se niega a reconocer la caridad divina y devolverle amor por amor. La tibieza es una vacilación o negligencia en responder al amor divino; puede implicar la negación a entregarse al movimiento de la caridad. La acedía o pereza espiritual llega a rechazar el gozo que viene de Dios y a sentir horror por el bien divino. El odio a Dios tiene su origen en el orgullo; se opone al amor de Dios cuya bondad niega y lo maldice porque condena el pecado e inflige penas.

La Paz


Verdad y relativismo. Por Pedro Trevijano

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En una Tercera de ABC de García de Cortázar leíamos: «Una España que confunde el relativismo con la capacidad de diálogo. Lo que se ha llegado a imponer es que nada hay verdadero, nada que valga la pena conservar, que ninguna referencia ética debe considerarse permanente, ni ningún signo de civilización invulnerable. Quieren hacernos creer que ninguna tradición es realidad viva entre nosotros, ni ningún rasgo identificador de una cultura fundamento de nuestra existencia».

Pero si, como piensan los relativistas, no hay una Verdad objetiva, si el bien y el mal son intercambiables, si somos incapaces de alcanzar la Verdad o ésta está totalmente supeditada a mí mismo, entonces resulta que cada uno de nosotros es su autoridad suprema y nos encontramos con la no existencia de reglas generales universalmente válidas, por lo que es fácil, al no haber un orden moral objetivo, el caer en las mayores aberraciones. Lo bueno o lo malo, lo justo o lo injusto, quién puede vivir o a quién se pueda dar muerte, porque es un ser humano de categoría inferior, depende de mí y haré lo que quiero, porque soy yo quien lo decide. En pocas palabras, haré lo que me parezca más conveniente, aunque ello me lleve a aplicar la ley del más fuerte, y si tengo que fastidiar a los demás que se fastidien.

En esta mentalidad, por supuesto, Dios no existe y el mundo es fruto de unas energías anónimas, impersonales, de las que ha surgido por azar el ser humano. Personalmente a mí me asombra que alguien pueda creerse que el mundo es consecuencia del azar y que detrás de él no hay un Ser muy, pero que muy, inteligente. Desde luego, si no hay Dios me escapo a su autoridad, pero uno acaba sustituyendo la obediencia a Dios y a la Iglesia, que por supuesto me ordenan nunca actuar contra mi conciencia, y respetan así mi libertad responsable, por la sumisión total y totalitaria al Estado, es decir a mis dirigentes políticos, que pueden mandar también sobre mi conciencia, violando así uno de los derechos humanos fundamentales, el de la libertad de conciencia. Y el que esto es así, lo vemos en el hecho que ninguno de los Partidos políticos con representación en nuestro Parlamento o Senado admite la objeción de conciencia, aunque parece ser que lo va a hacer ahora el PP, si bien primero quitó de las listas a todos los que la defendían y actuaron en consecuencia y en conciencia. Ello es el envilecimiento total de los parlamentarios, que pasan a ser súbditos, pero sobre todo de los jefes de los Partidos, que imponen una decisión claramente inmoral, al no admitir la orden del libro de Hechos: «es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres» (5,29 y 4,19).

Los relativistas intentan incluso hacernos creer que los únicos demócratas son ellos, porque, como no tienen ningún principio inmutable, están abiertos al diálogo. Me recuerdan la famosa frase de Groucho Marx: «éstos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros». La realidad es, sin embargo, que no respetan los derechos humanos que quedan muy malparados, cuando no abiertamente violados, como sucede con el derecho a la vida, la protección a la familia, el derecho a la libertad de conciencia y, por tanto, a la objeción de conciencia, el derecho a la libertad de educación, y podríamos seguir con casi toda la lista. Los relativistas son unos demócratas muy curiosos, que tratan de imponernos su modo de pensar, mientras que nosotros pensamos que la defensa de los derechos humanos y de la democracia suponen saber respetar al otro, lo que es un primer paso, aunque todavía muy imperfecto, en el camino del amor.

En cambio en la concepción cristiana los valores humanos pueden, e incluso deben, ser asumidos por la conciencia, al igual que hizo san Pablo con los valores paganos de la hospitalidad, veracidad, templanza, amistad etc. Pensamos que hay una Verdad Objetiva y un Bien con mayúscula, cuyo fundamento último es Dios. El Concilio Vaticano II nos recuerda que somos seres responsables y libres, con la obligación moral de buscar la Verdad y, una vez conocida, seguirla, porque de nada vale que yo crea en la verdad, la libertad o la justicia, si no intento realizarlas ya, en el momento presente, en la historia que me ha tocado vivir.

Campaña contra el Hambre de Manos Unidas 2017

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Este fin de semana Manos Unidas celebrará la Campaña contra el Hambre, la colecta anual que organiza esta Asociación de la Iglesia católica en España para la ayuda, promoción y desarrollo del Tercer Mundo. Nacida en 1960 en el seno de la Acción Católica femenina, su principal objetivo fue desde sus comienzos terminar con la lacra del hambre en el mundo. 58 años más tarde, Manos Unidas sigue denunciando que, a pesar de que se produce lo suficiente para alimentar a casi el doble de la población mundial actual, sigue habiendo 800 millones de personas que pasan hambre.

Por este motivo, desde el año 2016 y hasta el 2018 Manos Unidas se encuentra inmersa en un Trienio de Lucha contra el Hambre cuyo principal objetivo es disminuir el hambre en el mundo y reforzar el derecho a la alimentación de las personas más pobres y vulnerables del planeta. El cartel que han publicado para la Campaña de este año, recuerda que un tercio de los alimentos que se producen terminan en la basura, por lo que es necesario el compromiso personal de las personas. No es necesario más comida, sino que las personas se comprometan con un modelo global de producción y consumo sostenibles.

En Asturias, Manos Unidas cuenta con una larga historia de voluntariado a favor de los más pobres y excluidos del mundo.
Actualmente son 420 los voluntarios que se encuentran implicados en esta labor, repartidos tanto en la Delegación central de Oviedo, como en Gijón, Avilés y numerosos pueblos de la diócesis. De estos últimos hay localidades especialmente activas, como por ejemplo Villaviciosa, La Felguera, Pravia y toda la costa de Occidente. Mientras tanto, la Delegación de Oviedo es un auténtico polvorín de actividad. “Aquí trabajamos de manera continua –señala M.ª Elvira García Castañeda, Delegada diocesana de Manos Unidas–. Alrededor de 38 voluntarios nos dividimos en diferentes departamentos, como el servicio educativo, la secretaría, el departamento económico, de socios, y de propaganda, y entre todos organizamos la labor, que siempre es más intensa, claro está, en estas épocas de campaña”. 

El método de Manos Unidas se centra en proyectos. Proyectos que se proponen desde el terreno, en los países en desarrollo, y que tras un estudio se aprueban o se descartan desde las oficinas centrales de Madrid. Una vez allí, se configura un libro con todos ellos, y cada delegación diocesana elige aquellos que considera que podrá hacer frente. En Asturias el año pasado se escogieron 8 proyectos, y finalmente llegaron a financiarse 19, gracias a la recaudación, que ascendió a 443.744,2 euros. ¿Por qué se duplicaron? M.ª Elvira, la delegada diocesana, señala que escogen los proyectos “en función del número de socios que tenemos, es decir, personas que periódicamente donan una cantidad. Gracias a ellos tenemos un dinero seguro que nos ayuda a orientarnos para saber cuántos podemos cubrir. Sin embargo, gracias a la colaboración más puntual de los colegios, las parroquias, asociaciones y empresas, que se vuelcan en momentos como esta Campaña contra el Hambre, podemos duplicar más adelante la cifra de proyectos que financiamos desde Asturias”. Una circunstancia que desde Manos Unidas confían en que pueda repetirse este año, donde de nuevo cuentan con 9 proyectos para financiar, en su mayoría organizados por arciprestazgos.

La educación es la base fundamental de la mayor parte de los proyectos que se apoyan desde Manos Unidas. “Los misioneros siempre recuerdan que en sus países falta de todo, pero que la gente necesita educación para defenderse y salir adelante”, afirma la delegada diocesana de Manos Unidas. “Por eso –dice– la mayoría de los proyectos que apoyamos tienen que ver con la educación, pero la sanidad, por supuesto, también está muy presente, con la financiación de dispensarios, hospitales, o maternidades. Las cooperativas para trabajar la tierra también son necesarias, y son frecuentes también los proyectos de promoción de la mujer”.

El éxito y la credibilidad de Manos Unidas se ha forjado a través de estos casi 60 años de historia. Es una de las ONG con mayor número de voluntarios, comenzando por su presidenta, y la transparencia y la comunicación se cuidan al detalle, con dos auditorías anuales en la sede central. Los misioneros, sobre el terreno, se encargan por su parte de ser testigos y altavoces de su labor a favor de los más necesitados.

martes, 7 de febrero de 2017

«Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma». Su madre conservaba todo esto en su corazón. (Lc 2, 34-35.51)


Repasando el Catecismo (XXXIV)

La esperanza

2090 Cuando Dios se revela y llama al hombre, éste no puede responder plenamente al amor divino por sus propias fuerzas. Debe esperar que Dios le dé la capacidad de devolverle el amor y de obrar conforme a los mandamientos de la caridad. La esperanza es aguardar confiadamente la bendición divina y la bienaventurada visión de Dios; es también el temor de ofender el amor de Dios y de provocar su castigo.

2091 El primer mandamiento se refiere también a los pecados contra la esperanza, que son la desesperación y la presunción:

Por la desesperación, el hombre deja de esperar de Dios su salvación personal, el auxilio para llegar a ella o el perdón de sus pecados. Se opone a la Bondad de Dios, a su Justicia —porque el Señor es fiel a sus promesas— y a su misericordia.

2092 Hay dos clases de presunción. O bien el hombre presume de sus capacidades (esperando poder salvarse sin la ayuda de lo alto), o bien presume de la omnipotencia o de la misericordia divinas (esperando obtener su perdón sin conversión y la gloria sin mérito).

El Señor es mi luz


¿Existe el pecado?. Por Francisco Pérez González, Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela


Estamos embaucados por una serie de ideologías que manifiestan un sentimiento prepotente en el que se afirma que el pecado es una palabra ancestral y pasada de moda. Ya el filósofo Russell decía que el pecado es una palabra que debería borrarse del diccionario. Además se pretende demostrar esta ausencia del pecado de una forma malversada y maliciosa cuando por otra parte, cada día, se propugna un «justicialismo» matizado, hasta el extremo, ante los desmanes que vienen propiciados por la falta de sentido ético o moral de la vida tanto personal como social.

Se pretende poner una barrera para detener los desvíos que llegan hasta situaciones insospechadas y no se logra porque hay gran falta de claridad de mente y desviación del corazón. La Palabra de Dios nos habla con mucha franqueza: «Si decimos que no tenemos pecado nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es Dios para perdonarnos y limpiarnos de toda iniquidad» (1Jn 1,8). Si alguien tiene sano el «olfato del alma», sentirá cómo huelen mal los pecados y así lo viven aquellos que han seguido al buen olor que proporciona el seguimiento a Jesucristo.

La Iglesia que es Madre y Maestra nos acompaña permanentemente cuando reflexiona sobre el mal y nos advierte: «La figura de este mundo está afeada por el pecado» (Concilio Vaticano II, G.S. 49). No obstante como nos recuerda San Pablo: «Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia» (Rom 5, 20). Pero para hacer su obra, nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica, la gracia debe descubrir el pecado para convertir nuestro corazón y conferirnos «la justicia para la vida eterna por Jesucristo nuestro Señor» (Rom 5,20-21). Como un médico que descubre la herida antes de curarla, Dios, mediante su palabra y su espíritu, proyecta una luz viva sobre el pecado y nos ofrece la medicina de la misericordia.

Ya San Agustín advertía y afirmaba con mucha finura espiritual y apoyándose en su experiencia personal: «No tengáis en poco esas faltas a las que ya quizás os habéis acostumbrado. La costumbre lleva a que no se aprecie la gravedad del pecado. Lo que se endurece pierde la sensibilidad. Lo que se halla en estado de putrefacción no duele, no porque esté sano, sino porque está muerto. Si al pincharnos en algún sitio nos duele, es que esa parte está sana y ofrece posibilidad de curación. Si no nos duele es que ya está muerto: hay que amputarla» (Sermón 17). Muchas veces se oye decir que el pecado ya ha pasado de moda y que hoy el progreso ha eliminado tal concepto. Y yo me pregunto: ¿Es progreso el alto porcenteaje de corrupción moral que existe? ¿Es progreso eliminar la vida en el seno de la madre? ¿Es progreso vivir a espaldas de los mandamientos de la ley de Dios? ¿Es progreso considerar que uno es dueño de su vida y pueda hacer lo que le venga en gana? ¿Es progreso la violencia en sus varios y diversos matices?

Fue el Papa Pío XII quien afirmó: «Quizás el mayor pecado del mundo de hoy consista en el hecho de que los hombres han comenzado a perder el sentido del pecado» (Radiomensaje al VIII Congreso Catequético de los EE.UU., 26 de octubre de 1946). La insensibilidad ante tal forma de vivir y pensar provoca mayores males. No nos engañemos queriendo manejar la vida según nuestros criterios. El pecado, sigue afirmando el Catecismo, es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. Por lo tanto el pecado va contra el humanismo auténtico y se convierte en un antihumanismo. El pecado existe y sólo viene vencido por el amor misericordioso de Dios, basta que uno se deje curar.

El Seminario Redemptoris Mater: formación y misión

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(Iglesia de Asturias) Hace poco más de cuatro años, se erigió en la diócesis el Seminario diocesano Redemptoris Mater –institución vinculada al Camino Neocatecumenal– coincidiendo con la festividad de san Melchor de Quirós, asturiano y misionero. Un dato, este último, importante en el caso del nuevo Seminario, que se caracteriza principalmente por ese carácter de envío hacia el mundo entero.

Sus primeros ocupantes se alojaron durante dos años en familias, hasta que se instalaron definitivamente en la que, hasta el momento, había sido Casa de Espiritualidad de Meres (Siero). Un amplio edificio con capacidad para veinte habitaciones dobles, rodeado de verde, en un ambiente tranquilo y acogedor.
Su presencia en la diócesis fue solicitada por propio Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz, quien acudió a los iniciadores del Camino Neocatecumenal para pedir la presencia de un Seminario en Asturias. De esta manera, desde hace casi cinco años, como en otras muchas diócesis españolas, contamos con dos Seminarios diocesanos.
Al igual que sucede con el Metropolitano, los sacerdotes que se ordenen en el Redemptoris Mater deben obediencia al ordinario del lugar, en este caso el Arzobispo de Oviedo. La diferencia estriba principalmente en que los presbíteros que se ordenen en el Redemptoris Mater serán enviados a las misiones, es decir cualquier parte del mundo, especialmente aquellos lugares donde haya una mayor necesidad, siempre y cuando el obispo lo permita.
El actual Rector del Redemptoris Mater en Oviedo, el sacerdote Eloy Pascual Arias, señala que “en uno de los escritos del Concilio Vaticano II se dice que el presbítero tenga en el corazón a todas las Iglesias, no sólo la suya local, sino todas. Y hacen falta presbíteros que se ofrezcan a ir a todos los lados”. Aún así, los primeros años de los sacerdotes del Redemptoris Mater ordenados en la diócesis serán para la propia diócesis. “Entre dos y cinco años”, afirma el Rector, que destaca que “después se van a cualquier país del mundo, si el obispo lo permite, porque puede suceder que pida que se queden aquí, pues les necesita”.
Los jóvenes que se encuentran actualmente en el Redemptoris Mater conviven diariamente con los del Seminario Metropolitano. Su horario se centra en la oración, las clases, los estudios y la convivencia. “Nos levantamos sobre las siete de la mañana –explica el joven Juan Pedro Fernández Herrera, seminarista de Santander–. Rezamos laudes, desayunamos y nos vamos a las clases, en Prado Picón. Allí pasamos la mañana, y al finalizar, rezamos la hora intermedia y regresamos para comer. La tarde está dedicada al estudio, celebramos la eucaristía y rezamos Vísperas”.
Sus fines de semana están más repartidos. Los sábados, además del “zafarrancho de limpieza”, hay tiempo para un partido de fútbol y para pasar las tardes con una comunidad: “El Camino es un catecumenado que vivimos por etapas –explica el Rector, Eloy Pascual–. Es una gradualidad en la fe, y cada seminarista tiene su comunidad, que está compuesta por unas 25 ó 30 personas, de gente mayor, más joven, matrimonios, etc. de todo tipo. Normalmente se reúnen un día entre semana, para hacer la celebración de la Palabra, y los sábados celebran también juntos la eucaristía, por la tarde. Aunque los seminaristas tienen sus comunidades de origen, al llegar aquí procuramos insertarles en una comunidad que más o menos esté a la misma altura que la suya propia”. Los domingos, además, los jóvenes parten, tras el rezo de Laudes, de dos en dos, a diferentes parroquias de la diócesis para ayudar a los sacerdotes.
Actualmente son 12 los seminaristas del Redemptoris Mater de Oviedo. Su procedencia es muy variada: hay tres de Costa Rica, uno de El Salvador, otro de Perú, dos procedentes de Colombia, y tres españoles, concretamente de Santander, Barbate (Cádiz) y Oviedo. Junto a ellos, al Rector y al Vicerrector, conviven un matrimonio cordobés, que voluntariamente se ha ofrecido a ayudar en las tareas del mantenimiento de la casa, la cocina y la lavandería, una labor que realizan también con la ayuda de Toñi Sánchez, célibe y también voluntaria, que lleva en la casa desde sus inicios.
La explicación de la variedad de nacionalidades en el Seminario Redemptoris Mater está en el peculiar método de selección de sus habitantes: “en un encuentro que tiene lugar en Italia, cada verano, los jóvenes que han manifestado su vocación y su disponibilidad misionera recogen por sorteo su destino”, explica el Rector. “Sale un papel con su nombre, y otro papel con su Seminario, y les preguntan ¿Aceptas ir a Taiwán? (por ejemplo) y si aceptan, allí van destinados”. Por este mismo motivo, hay tres jóvenes asturianos que llevan años fuera de España, uno, como seminarista en Marsella (Francia), otro, ya ordenado sacerdote, es el Vicerrector del Seminario Redemptoris Mater de Costa de Marfil, y otro es sacerdote también en India.
El destino donde uno va a realizar sus estudios no es lo único que eligen por sorteo. También, cuando se va a erigir un nuevo Seminario, el que será su Rector saca de una bolsa una reliquia de un santo al azar, bajo el cual estará el Seminario encomendado a su protección. En el caso del Seminario Redemptoris Mater San Melchor de Quirós, la reliquia que el Rector extrajo pertenece a San Timoteo, cuya fiesta se celebra precisamente hoy.
Es la peculiaridad de estos Seminarios: la misión. Junto al obligatorio período de formación, que en este caso se hace junto al Seminario Metropolitano, los jóvenes del Redemptoris Mater tienen un período de misión, alrededor de dos años, que tiene lugar antes, después o en medio de sus estudios, siempre en función de las preferencias o la situación personal de cada uno. Por ello, desde el momento en que ingresan en el Seminario, hasta el momento en que se ordenen, pueden pasar fácilmente 8 años. “Ellos viven la misión como un regalo –yo mismo lo vivo así y estoy deseando marcharme de misión– explica, porque vuelven siempre muy contentos y con muchas ganas de servir al Señor”.
Mientras tanto, el día a día transcurre con sencillez, pues, como afirma el propio Rector, “estamos en economía de guerra: vivimos de las donaciones que nos hace la gente. Por nuestros estatutos –explica– nos mantenemos nosotros mismos, para no cargar a la diócesis con más gastos. Todo lo que hay en esta casa es de la diócesis, y salimos adelante gracias a la ayuda de las comunidades neocatecumenales, las familias de los seminaristas o donativos privados de gente de Iglesia”. Por ello, en su página web www.srmoviedo.es se especifica la manera de colaborar con el sostenimiento del centro.
La Catedral de Oviedo acogerá con probabilidad este año la primera ordenación de un diácono procedente de este Seminario.