sábado, 27 de enero de 2018

Repasando el Catecismo

Deberes de los padres 

2221 La fecundidad del amor conyugal no se reduce a la sola procreación de los hijos, sino que debe extenderse también a su educación moral y a su formación espiritual. El papel de los padres en la educación “tiene tanto peso que, cuando falta, difícilmente puede suplirse” (GE 3). El derecho y el deber de la educación son para los padres primordiales e inalienables (cf FC 36).


2222 Los padres deben mirar a sus hijos como a hijos de Dios y respetarlos como a personas humanas. Han de educar a sus hijos en el cumplimiento de la ley de Dios, mostrándose ellos mismos obedientes a la voluntad del Padre de los cielos.

2223 Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos. Testimonian esta responsabilidad ante todo por la creación de un hogar, donde la ternura, el perdón, el respeto, la fidelidad y el servicio desinteresado son norma. La familia es un lugar apropiado para la educación de las virtudes. Esta requiere el aprendizaje de la abnegación, de un sano juicio, del dominio de sí, condiciones de toda libertad verdadera. Los padres han de enseñar a los hijos a subordinar las dimensiones “materiales e instintivas a las interiores y espirituales” (CA 36). Es una grave responsabilidad para los padres dar buenos ejemplos a sus hijos. Sabiendo reconocer ante sus hijos sus propios defectos, se hacen más aptos para guiarlos y corregirlos:

«El que ama a su hijo, le corrige sin cesar [...] el que enseña a su hijo, sacará provecho de él» (Si 30, 1-2). «Padres, no exasperéis a vuestros hijos, sino formadlos más bien mediante la instrucción y la corrección según el Señor» (Ef6, 4).

Otra de antes


Gustad y ved...


La mitad de los pueblos de España está en riesgo de extinción a medio o largo plazo

(InfoCatólica) 
La situación del mundo rural en España amenaza catástrofe. En 17 provincias, según el Instituto Nacional de Estadística, el 70% de sus núcleos de población no alcanza el millar de habitantes: Soria, Zamora, Burgos, Ávila, Salamanca, Palencia, Segovia, Valladolid, Zaragoza, Teruel, Guadalajara, Cuenca, Huesca, León, La Rioja, Lugo y Orense.

La tasa de natalidad a nivel nacional es muy baja, y Asturias tiene la peor de las regiones europeas: en los años 60 nacían el triple de niños que ahora.

La emigración a provincias y zonas más urbanas parece también imparable. En el caso de Soria -el más extremo-, la mitad de los naturales de esta provincia residen fuera de la misma.

La Iglesia se ve también afectada por esta realidad. La disminución del número de sacerdotes y el aumento de la edad media del clero está provocando que las diócesis con gran presencia del mundo rural tienen grandes dificultades para atender a pueblos que siempre han contado con un cura. Cada vez es más habitual que un solo sacerdote tenga que atender a muchos pueblos pequeños, en los que el envejecimiento de la población dificulta su traslado para oír Misa a poblaciones de más habitantes, dándose además la circustancia de que es precisamente ese sector de los fieles, el de más edad, el que cuenta con mayor porcentaje de practicantes.

Derechos legítimos y reconocidos

La exención del IBI: ¿un privilegio? 

(iglesia de Asturias) Es fundamental recordar cada cierto tiempo, pues la desinformación se impone en la era de la postverdad, que la Iglesia no tiene ningún régimen fiscal especial, ni ningún trato de favor, sino que está sometida al régimen fiscal general del resto de entidades no lucrativas (fundaciones, asociaciones de utilidad pública, etc.)

La exención en el IBI es un incentivo fiscal regulado en la Ley de Mecenazgo (Ley 49/2002) que considera que muchas instituciones desarrollan una labor valiosa para la sociedad. Están exentas de pagar el IBI por ejemplo, las federaciones deportivas, las sedes de los partidos políticos, los sindicatos, la Cruz Roja, la ONCE, las Confesiones o Comunidades Religiosas que tengan suscritos acuerdos de cooperación con el Estado Español, el Museo del Prado, la SGAE, el Hotel Ritz, el Palacio de Liria, entre otros ejemplos. No existe ningún trato especial ya que claramente no sólo afecta a la Iglesia.

Es natural que un Estado democrático –que aspira a respetar a todos los ciudadanos y sus iniciativas– promueva e incentive –también fiscalmente– a quienes trabajan a favor del bien común.
Y es que la Ley de Mecenazgo tiene como fin estimular la participación privada en actividades de interés general, concediendo un régimen fiscal a las entidades sin fines lucrativos, que voluntariamente quieran acogerse al mismo.

La Constitución española manifiesta que ninguna confesión tiene carácter estatal, debiendo mantener los poderes públicos las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones, siendo en ese contexto en el que se firmaron los Acuerdos Iglesia-Estado del año 1979, que sustituyen el Concordato de 1953, y permiten a la Iglesia Católica acogerse al régimen fiscal que contempla la exención de pago del Impuesto de Bienes Inmuebles.

Con el tiempo, han proliferado numerosas entidades sin ánimo de lucro que, asumiendo labores en campos educativos, sociales, caritativos, deportivos etc. realizan funciones propias de las Administraciones Públicas, ahorrando un importante dinero a las mismas, que, en ningún caso, se ve compensado con los beneficios fiscales que contempla la Ley de Mecenazgo.

En este sentido, es importante destacar que es mucho mayor el dinero que la Iglesia Católica ahorra al Estado Español con su actividad, que el que tendría que abonar en concepto del IBI por sus propiedades.

Ante la duda de a qué tipo de propiedades afecta, o cuál sería el alcance de la exención de los bienes inmuebles de la Iglesia católica respeto del IBI, cabría recordar la sentencia del Tribunal Supremo, del 4 de abril de 2014, que reconoce la exención total del pago del IBI de todos los inmuebles de la Iglesia, salvo aquellos afectos a explotaciones económicas, y no únicamente aquellos destinados a actividades de culto (residencias sacerdotales, universidades eclesiásticas, casas de congregaciones u órdenes religiosas, locales parroquiales, entre otros). En concreto, se establece que estarán exentos de IBI los bienes que sean titulares, en los términos previstos en la normativa reguladora de las Haciendas locales, las entidades sin fines lucrativos, excepto los afectos a explotaciones económicas no exentas del Impuesto sobre Sociedades.

La Iglesia, por el contrario, no está exenta del pago del IVA. Tampoco está exenta del pago de las tasas, ya que una tasa es un pago por un servicio: basura, alcantarillado, etc.

Inmatricular los bienes de la Iglesia ¿Por qué?

Inmatricular supone inscribir una propiedad por primera vez en el Registro correspondiente, cuando teniendo un título de dominio, no se encuentra inscrito en el Registro de la Propiedad. Esto no supone la apropiación de algo que no es propio, sino ejercer el derecho legítimo a que conste inscrito y se obtenga la protección que el Registro de la Propiedad otorga a los títulos de propiedad inscritos. De hecho, la Iglesia dispone de bienes mucho antes de que existieran los Registros de la propiedad. Además, la inscripción en el Registro no otorga la propiedad, sino que simplemente la hace pública.
En el caso de la Iglesia, hasta 1998 la Ley Hipotecaria no permitía a las instituciones de la Iglesia católica inscribir sus edificios de culto, como tampoco podían las administraciones inmatricular bienes de dominio público. Esto era así porque se consideraba un hecho notorio que la propiedad de un bien destinado al culto católico pertenecía a la Iglesia. A partir de ese año pudieron hacerlo, y acogiéndose a este derecho, numerosas diócesis solicitaron la inmatriculación de iglesias, ermitas y edificios que son de su propiedad.

El Acuerdo Internacional sobre Asuntos Jurídicos entre Iglesia y el Estado español garantiza a diócesis y parroquias la personalidad jurídica civil, con lo que pueden tener sus bienes y gozar de la seguridad jurídica de inscribirlos en el Registro de la Propiedad.

Asimismo, la Ley Hipotecaria española reconoce el derecho a inscribir los bienes de su propiedad.
En el año 2015 se reformó de nuevo la Ley Hipotecaria para eliminar la posibilidad de inmatriculación de bienes de la Iglesia. Se justificó esta eliminación por entender que la Iglesia ya había tenido tiempo suficiente para inmatricular todos aquellos bienes que poseía desde tiempo inmemorial sin título inscrito. Desde esa fecha sólo las administraciones públicas tienen la facultad de inmatricular bienes utilizando el artículo 206 de la Ley Hipotecaria.

En este ámbito, ha habido varios juicios. En Navarra, por ejemplo, la diócesis de Pamplona-Tudela ha ganado todos los litigios relacionados con lo que considera sus propiedades en diferentes localidades. En Guadalajara, la Audiencia Provincial dio la razón a la Iglesia cuando reclamó la propiedad del cementerio parroquial de Checa, que había sido inscrito en el Registro por el Ayuntamiento de la localidad. En Valencia, el mismo Tribunal Supremo ha reconocido al Arzobispado como el legítimo propietario de la ermita de Alzira, situada en un monte propiedad del Ayuntamiento.
En el caso de la Archidiócesis de Oviedo, existe un inventario amplio de bienes porque el norte es minifundista, y la diócesis cuenta con pequeñas propiedades, incluso prados, capillas, etc. Ni mucho menos todo está inmatriculado, pues hacerlo supondría mucho tiempo y recursos, por lo que la diócesis inmatriculó, mientras pudo, todo aquello que tiene una relación directa con la institución, como son iglesias y templos parroquiales.

La importancia de la transparencia en la Iglesia 

La Conferencia Episcopal Española creó, en junio de 2016, una Oficina de Transparencia. Su objetivo fundamental es velar por fomentar prácticas de transparencia y buen gobierno en la Conferencia Episcopal, asesorar a las diócesis, revisar los sistemas contables y de información, en línea con lo dispuesto en la Ley 19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno. 

Entre otras actividades, esta oficina se encarga anualmente de recopilar información consolidada de las distintas instituciones de la Iglesia para la elaboración de una Memoria Anual de Actividades, y somete toda esa información a un proceso de revisión por una de las grandes auditoras internacionales, garantizando así la veracidad de la información publicada. También se encarga de supervisar y desarrollar periódicamente estudios que analicen y permitan cuantificar las distintas actividades de la Iglesia y su impacto en la sociedad, y darlos a conocer. Además, la Oficina de Transparencia realiza labores de vigilancia económica y patrimonial, control y rendición de cuentas de asociaciones, fundaciones y entidades religiosas de ámbito nacional, dependientes de la CEE.
La diócesis de Oviedo se ha sumado, desde un primer momento, al Plan de Transparencia que fijó en su momento la Conferencia Episcopal Española, de acuerdo con los estándares de transparencia internacional, que incluyen una serie de medidas que en Asturias se están implementando, como es la adopción del plan de contabilidad para entidades sin ánimo de lucro. También, se publican anualmente las cuentas, así como la memoria de actividades en la diócesis, una práctica que lleva haciéndose años.

Además de las auditorías anuales que se llevan a cabo en la diócesis, el pasado mes de abril, la empresa internacional PWC realizó también una auditoría de procedimientos administrativos, siguiendo las directrices que fijó, para todas las diócesis españolas, la Conferencia Episcopal.

Repasando el Catecismo

2218 El cuarto mandamiento recuerda a los hijos mayores de edad sus responsabilidades para con los padres. En la medida en que ellos pueden, deben prestarles ayuda material y moral en los años de vejez y durante sus enfermedades, y en momentos de soledad o de abatimiento. Jesús recuerda este deber de gratitud (cf Mc 7, 10-12).

«El Señor glorifica al padre en los hijos, y afirma el derecho de la madre sobre su prole. Quien honra a su padre expía sus pecados; como el que atesora es quien da gloria a su madre. Quien honra a su padre recibirá contento de sus hijos, y en el día de su oración será escuchado. Quien da gloria al padre vivirá largos días, obedece al Señor quien da sosiego a su madre» (Si 3, 2-6).

«Hijo, cuida de tu padre en su vejez, y en su vida no le causes tristeza. Aunque haya perdido la cabeza, sé indulgente, no le desprecies en la plenitud de tu vigor [...] Como blasfemo es el que abandona a su padre, maldito del Señor quien irrita a su madre» (Si 3, 12-13.16).

2219 El respeto filial favorece la armonía de toda la vida familiar; atañe también a las relaciones entre hermanos y hermanas. El respeto a los padres irradia en todo el ambiente familiar. “Corona de los ancianos son los hijos de los hijos” (Pr 17, 6). “[Soportaos] unos a otros en la caridad, en toda humildad, dulzura y paciencia” (Ef 4, 2).

2220 Los cristianos están obligados a una especial gratitud para con aquellos de quienes recibieron el don de la fe, la gracia del bautismo y la vida en la Iglesia. Puede tratarse de los padres, de otros miembros de la familia, de los abuelos, de los pastores, de los catequistas, de otros maestros o amigos. “Evoco el recuerdo [...] de la fe sincera que tú tienes, fe que arraigó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y sé que también ha arraigado en ti” (2 Tm1, 5).

sábado, 20 de enero de 2018

La Iglesia antes de la obra


Pescador


Papa Francisco: «La corrupción es evitable y exige el compromiso de todos»

(Zenit) Introducido por el Presidente Pedro Pablo Kuczynski, el Papa ha explicado a las autoridades políticas del país que «unidos para defender la esperanza» implica mayor cultura de la transparencia entre entidades públicas, sector privado y sociedad civil. «Nadie puede resultar ajeno a este proceso; la corrupción es evitable y exige el compromiso de todos», ha asegurado.

Por otro lado, el Papa ha expresado admiración y respeto por la biodiversidad y la riquísima pluralidad cultural del país, el «entusiasmo y dinamismo de los jóvenes» y el «rostro de santidad» de la tierra peruana.

Degradación del medio ambiente


Con numerosas referencias a la Encíclica ‘Laudato Si´’ Francisco ha llamado a las autoridades a que «unidos para defender la esperanza» impulsen y desarrollen una ecología integral como alternativa a «un modelo de desarrollo ya caduco pero que sigue provocando degradación humana, social y ambiental».

En este sentido, Francisco ha denunciado al ataque a la naturaleza: «La pérdida de selvas y bosques implica no sólo la pérdida de especies, que incluso podrían significar en el futuro recursos sumamente importantes, sino una pérdida de relaciones vitales que terminan alterando todo el ecosistema».

«La degradación del medio ambiente, lamentablemente, no se puede separar de la degradación moral de nuestras comunidades. No podemos pensarlas como dos instancias distintas», han sido sus palabras.

Jesús en el fútbol

Escribe Silverio Rodríguez Zapico, Delegado episcopal de Ecumenismo

Tony de Mello fue un jesuita indio que murió hace todavía poco tiempo de forma prematura y que nos dejó bellísimos relatos e historias para apoyar el acompañamiento espiritual que llevaba a cabo de múltiples formas. Una de sus parábolas nos viene estupendamente para introducirnos en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Dice así:
“Una tarde soleada de primavera a Jesús se le ocurrió darse una vuelta por un estadio de fútbol. Jugaba, de una parte, el Celtic (católicos) y, de otra, el Rangers (protestantes). Marcaron primero los del Celtic y Jesús aplaudió fervorosamente. Entonces los del Rangers pensaron: -”Este no es de los nuestros”. Marcaron, después, los jugadores del Rangers, y Jesús volvió a aplaudir. Los del Celtic comentaron: -”Este no es de los nuestros”.

Y, como Jesús se empeñase en aplaudir a unos jugadores y a otros, prescindiendo de si eran rivales o no, todos empezaron a criticarlo: -”Ese debe de ser un ateo, porque no es ni católico ni protestante. Aplaude a todos”.
Cuando Jesús llegó a casa habló en privado con sus discípulos, y les dijo que él iba al fútbol a divertirse “y que lógicamente no apoyaba a ningún bando, ni siquiera a los bandos confesionales o religiosos, y que, ante todo, se fijaba en el corazón de las personas...”.
Metidos en anécdotas de intolerancias y partidismos, podríamos escribir una biblioteca entera. Y no solo con talibanes del Islam como protagonistas. Antes de todo ello el cristianismo tiene que comenzar por barrer su propia casa. Tenemos entre cristianos de las diferentes iglesias y confesiones páginas y páginas escritas desde hace muchos siglos para acá. Las conclusiones son fáciles de sacar: las divisiones o sectarismos (confesionales o ateos, religiosos o laicos), cuando se exacerban o se llevan a un límite, pueden generar situaciones tragicómicas, como las de la historia narrada antes.
Intransigencias hay, faltaría más... Pero cuando a la intransigencia se la tiñe de tonos y matices religiosos, malo. Y cuando las intransigencias son cristianas, peor. ¡Qué pena!
¿Se puede pensar en un Dios partidista? Si así fuera, ¿se reuniría el Papa a rezar, en Asís, con miembros de otras religiones no cristianas? ¿Se encontraría, en todos sus viajes y en su propia casa, con los representantes de todas las iglesias cristianas? ¿No es verdad que al Dios y Padre de Jesucristo le cabemos todos en el corazón?
Predomina, hoy, un clamor universal, para que las grandes religiones se sienten a dialogar. Y también que los cristianos sigamos haciéndolo. En los años del concilio Vaticano II nos habíamos entusiasmado con el ecumenismo, es decir con el esfuerzo por lograr, en una sola Iglesia, la unidad rota entre cristianos católicos, protestantes y ortodoxos mediante un diálogo paciente, largo y honesto.
A todo cisma le ponemos fecha, pero nos olvidamos de que eso ha tenido un camino, una historia de pequeñas rupturas, rivalidades y distanciamientos, de frialdad en el trato y de dureza de corazón.
Y, a la inversa, el camino de la unidad y del reencuentro es igualmente un proceso que comporta pequeños pasos, gestos de cercanía cordial y sincera, oración compartida, todo ello sostenido por la gracia que hará posible la plena comunión.
El movimiento ecuménico nació en 1948 y más que un deseo era una necesidad y un clamor. Hoy a muchos ya ni les suena la palabra ecumenismo. No saben, no contestan. O se habla de ello un día, una semana al año, cuando toca. No es cuestión de palabras ni definiciones, pero en este caso olvidar el nombre me temo que es haber perdido la cosa nombrada, la realidad. Eso sería grave.
Cuando Jesús fue a aquel estadio, dio una deportiva lección. Y de algo más que de fútbol.

sábado, 13 de enero de 2018

Repasando el Catecismo

Deberes de los hijos

2214 La paternidad divina es la fuente de la paternidad humana (cf Ef 3, 14); es el fundamento del honor debido a los padres. El respeto de los hijos, menores o mayores de edad, hacia su padre y hacia su madre (cf Pr 1, 8; Tb 4, 3-4), se nutre del afecto natural nacido del vínculo que los une. Es exigido por el precepto divino (cf Ex 20, 12).

2215 El respeto a los padres (piedad filial) está hecho de gratitud para quienes, mediante el don de la vida, su amor y su trabajo, han traído sus hijos al mundo y les han ayudado a crecer en estatura, en sabiduría y en gracia. “Con todo tu corazón honra a tu padre, y no olvides los dolores de tu madre. Recuerda que por ellos has nacido, ¿cómo les pagarás lo que contigo han hecho?” (Si 7, 27-28).

2216 El respeto filial se expresa en la docilidad y la obediencia verdaderas. “Guarda, hijo mío, el mandato de tu padre y no desprecies la lección de tu madre [...] en tus pasos ellos serán tu guía; cuando te acuestes, velarán por ti; conversarán contigo al despertar” (Pr 6, 20-22). “El hijo sabio ama la instrucción, el arrogante no escucha la reprensión” (Pr 13, 1).

2217 Mientras vive en el domicilio de sus padres, el hijo debe obedecer a todo lo que éstos dispongan para su bien o el de la familia. “Hijos, obedeced en todo a vuestros padres, porque esto es grato a Dios en el Señor” (Col 3, 20; cf Ef 6, 1). Los niños deben obedecer también las prescripciones razonables de sus educadores y de todos aquellos a quienes sus padres los han confiado. Pero si el niño está persuadido en conciencia de que es moralmente malo obedecer esa orden, no debe seguirla.

Cuando se hacen mayores, los hijos deben seguir respetando a sus padres. Deben prevenir sus deseos, solicitar dócilmente sus consejos y aceptar sus amonestaciones justificadas. La obediencia a los padres cesa con la emancipación de los hijos, pero no el respeto que les es debido, el cual permanece para siempre. Este, en efecto, tiene su raíz en el temor de Dios, uno de los dones del Espíritu Santo.

Sagrada Familia en luz



Nos convoca


Sobre el matrimonio civil y el ajuntarse. Por Pedro Trevijano

Hace algún tiempo, un amigo mío, muy buen católico, me decía sobre su familia: «A mis hijos se lo he dicho muy claramente. Si tiene fe, que se casen por la Iglesia, si no tienen fe, que se casen por lo civil. Lo que no me gustaría es que se ajunten». Su esposa me comentó cuando uno de sus hijos se casó por lo civil: «El disgusto me lo llevé cuando me di cuenta que mi hijo no tenía fe. Ahora creo que lo único que ha hecho es actuar con coherencia».

Quienes contraen matrimonio civil desean que se reconozca la dimensión social de su amor y se comprometen ante la Sociedad con una serie de obligaciones y derechos que son regulados por el Derecho de familia de las legislaciones civiles. Un matrimonio civil hecho seriamente y con intención de contraer matrimonio, es algo más que una realidad nula e inexistente o un simple ajuntarse. Para muchas personas, incluso católicas bautizadas, pero que ya no tienen fe, es el modo adecuado de contraer matrimonio, aunque sea una señal clara de su alejamiento religioso y de su no pertenencia activa a la Iglesia. El no creyente que se casa por lo civil hace lo que debe de hacer, es decir cumple con lo que le indica su conciencia. Aunque no sea un verdadero matrimonio sacramental, es por lo menos un estado específico del que surgen graves obligaciones morales.

Casarse por lo civil significa tomarse en serio una serie de cosas: la dignidad de la persona humana y las consecuencias sociales de un matrimonio; la autoridad civil o del Estado; esa realidad tan profundamente humana como es el casarse un hombre y una mujer, aunque a ese casarse le falte la dimensión religiosa, pues el sí en el juzgado es un sí significativo de un compromiso de por vida, ya que establece un lazo legal que no tiene que romperse. Desgraciadamente, actualmente, con la cada vez mayor facilidad del divorcio, que llega al divorcio exprés y a unas leyes civiles en las que descaradamente su objetivo final es destruir el matrimonio y la familia, el matrimonio civil está perdiendo esa estabilidad que le diferenciaba y le ponía en otro plano que la pareja de hecho o el simple ajuntarse.

Pero, a pesar de la seriedad que debe tener, es indiscutible que la Iglesia no puede ver en el matrimonio civil entre bautizados un matrimonio que ha alcanzado su plenitud sacramental.

En la actualidad, desafortunadamente, si un joven y una joven se quieren, viven juntos y ya está. Y cuando el amor se enfría, como todo se reduce a lo inmediato, se separan y cada uno vuelve a empezar por su cuenta la aventura de la vida. La sexualidad se separa así del matrimonio y de la procreación. El llamado espíritu postmoderno subraya la importancia del presente y da primacía al hedonismo en la jerarquía de valores. Se busca tan solo la satisfacción de las necesidades afectivas inmediatas, sin preocupación por el futuro ni por los valores éticos ni religiosos. En esta concepción, la libertad se hace esclava del egoísmo, olvidándose que la libertad sólo alcanza su significado más profundo cuando desemboca en la entrega por amor de sí mismo al otro. Mientras Jesucristo nos dice «la verdad os hace libres»(Jn 8,32) se nos intenta engañar con «la libertad os hace verdaderos» y se nos intenta colar que la Ley Natural es una reliquia ideológica y un vestigio del pasado, lo que nos conduce al resultado que aumentan las soledades, los fracasos sentimentales, los desengaños, las depresiones y separaciones, es decir las personas frustradas y fracasadas, con lo que surge así una sociedad más individualista, desarraigada, egoísta y triste y, sobre todo, lejana a Dios.

Y es que como nos dice San Juan «Dios es amor»(1 Jn 4,8 y 16) y si nos apartamos de Dios, nos estamos apartando del verdadero amor y así es mucho más fácil que la relación matrimonial, al carecer del apoyo del amor de Dios se rompa, tanto más cuanto que en la Sociedad actual las leyes y ambiente social no tratan precisamente de favorecer la estabilidad matrimonia, sino más bien todo lo contrario, pues muchos tratan de que Dios esté totalmente ausente de nuestras familias e instituciones. Recordemos por contra el conocido eslogan «familia que reza unida, permanece unida», siendo la oración conjunta un indudable apoyo para superar las dificultades y tentaciones que en toda vida encontramos, incluida por supuesto la vida matrimonial.

"El mantel de la eucaristía nos une a todos"

(iglesia de asturias) Dentro del Secretariado de Pastoral de Migraciones que coordina la hermana Alicia Fernández, José María Hevia es el encargado de la labor sacerdotal. En este sentido, cada segundo domingo de mes, a las seis de la tarde, celebra una misa con los inmigrantes el Centro María Inmaculada de Oviedo, lugar en el que se realiza todo el proyecto de ayuda y acogida. 

Háblenos de esta misa mensual.
Es muy festiva: cantan, lo hacen muy bien y cada vez van incorporando más instrumentos. Todos participan en la tarea común y la celebración tiene la vitalidad que da la posibilidad del conocerse. Es una eucaristía festiva y por eso cuando un joven la ve se anima a participar. Los latinoamericanos son el núcleo principal, aunque también acude algún polaco o ucranianos.

Disfruto enormemente con esta celebración porque es como continuación de la tarea que tuve en Alemania con los jóvenes, cuando fui capellán en la inmigración con la pastoral juvenil. Acude también bastante gente de Oviedo, por lo que integración se da también a la inversa, no solo de ellos hacia nosotros: el mantel de la eucaristía nos une a todos. 

¿Hacen alguna celebración especial?
La que hacemos en la festividad de la Inmaculada. Hace unos años empezamos una letanía, en la plegaria de los fieles, en la que cada uno dice el apellido de la Virgen María de su tierra, así coge esa fuerza de sentirla próxima y muy cercana. Este año además con Covadonga y su Jubileo, con el cariño y el afecto que tienen a la Santina de los asturianos.
Aparecen apellidos a María muy dispares, cada año descubro dos o tres nuevos, y además en un mundo duro María nos habla de ternura y de no perder la capacidad de sentirla y ofrecerla. 

¿Cuáles son las mayores dificultades con las que se encuentran los inmigrantes?
El espacio laboral, en el que la situación es muy dispersa con la parte también de documentación o de en el sentido de la integración familiar de los que se ocupa la pastoral correspondiente. La madre Alicia trabaja bastante con los jóvenes, con la nueva generación, y siento mucha sintonía con esa labor porque era el trabajo que yo tenía en Alemania.
En ese sentido la segunda generación en Alemania se sentían allí extranjeros, pero cuando venían aquí los amigos les llamaban alemanes. Estaban como en tierra de nadie y lo mismo ocurre ahora. La primera generación tiene clara la referencia de su tierra, pero la segunda a veces vive esa tensión. Por una parte muestran una gran valoración de la familia: del sacrificio y el esfuerzo de sus padres. Pero a la vez las referencias son las europeas y cuando van por ejemplo a Latinoamérica algunos a veces notan como que allí tampoco encajan. En este campo la tarea del centro es muy importante porque hay acogida e incluso la misma celebración corresponde también a la valoración de la cultura.

¿Y cómo es la acogida en nuestro país?
A veces nos pasa que olvidamos de que nosotros también fuimos inmigrantes, pero tampoco se puede decir que no somos acogedores. Depende la capacidad cristiana, y digo cristiana porque es el sentido mismo de la acogida. No hablamos de absorción porque lo que puedan aportar y vivir de su propia cultura es lo que enriquece también a un país y cada uno es hijo de su tierra, pero sí de integración para poder desenvolverse bien.

¿Cómo podemos contribuir a este propósito?

Disfrutando de la pluralidad. Es muy importante salir, ver que hay más mundo, si no nos perderíamos una gran riqueza cultural. Hay que disfrutar de una sociedad que puede ser plural para no estar siempre en la rutina misma de nuestras tareas. Es un don de Dios.