sábado, 30 de diciembre de 2017

Repasando el Catecismo

2212 El cuarto mandamiento ilumina las demás relaciones en la sociedad. En nuestros hermanos y hermanas vemos a los hijos de nuestros padres; en nuestros primos, los descendientes de nuestros antepasados; en nuestros conciudadanos, los hijos de nuestra patria; en los bautizados, los hijos de nuestra madre, la Iglesia; en toda persona humana, un hijo o una hija del que quiere ser llamado “Padre nuestro”. Así, nuestras relaciones con el prójimo se deben reconocer como pertenecientes al orden personal. El prójimo no es un “individuo” de la colectividad humana; es “alguien” que por sus orígenes, siempre “próximos” por una u otra razón, merece una atención y un respeto singulares.

2213 Las comunidades humanas están compuestas de personas. Gobernarlas bien no puede limitarse simplemente a garantizar los derechos y el cumplimiento de deberes, como tampoco a la sola fidelidad a los compromisos. Las justas relaciones entre patronos y empleados, gobernantes y ciudadanos, suponen la benevolencia natural conforme a la dignidad de personas humanas deseosas de justicia y fraternidad.

Navidad en Viella 2017


Puer natus


La poesía de la Navidad. Por Juan Manuel de Prada

Yo no soy teólogo, sino poeta y de los malos; pero creo que en Navidad hasta los malos poetas tenemos derecho a hacer un poco de teología, con el permiso de las tres o cuatro lectoras que todavía nos soportan. Y es que en estos días la teología se hace pura poesía; una poesía infinitamente más poderosa que toda la cochambre sentimentaloide y ternurista con que los mercaderes tratan de anegarnos.

No hay imagen poética más conmovedora y misteriosa que la de un Dios hecho hombre (¡hecho niño recién nacido!). Dice Santo Tomás que Dios habría podido redimir a los hombres de infinidad de maneras; pero de ninguna otra manera habría mostrado tanto amor a los hombres. ¿Por qué no consumar la Redención haciendo descender numeroso maná (o una copiosa nevada) sobre la Tierra? ¿Por qué no emitir ondas de Paz, o soplar un aire yodado de Fraternidad, al estilo espiritualista que tanto gusta a nuestra época? La idea de gestarse en el vientre de una mujer, para después hacerse niño y por fin hombre es infinitamente más vetusta y elemental, más “pretecnológica” (en especial para esta época hipertecnologizada, en la que todo se pierde en el ciberespacio). Es verdad que los griegos y los romanos ya habían visto a sus dioses pasearse por la Tierra, pero era siempre por motivos livianos: para pegarse un revolcón con tal o cual señora imponente o garrido mozo; para inclinar el signo de una batalla hacia uno u otro bando; para pegarse un atracón o pillarse una soberana cogorza... Y, además, dudo que aquellas efigies humanas que adoptaban pasajeramente los dioses del Olimpo fuesen algo más que trampantojos o ilusiones. Pero este Dios que se hace embrión en el vientre de una mujer y luego niño gimoteante en el pesebre se encarna “por amor al mundo”, según leemos en San Juan, y con un amor que San Pablo no duda en calificar de obsesivo, excesivo, loco. Aristóteles había escrito que no es posible el amor de Dios a los hombres, porque Dios está demasiado alto y el amor busca siempre iguales. A lo que San Agustín añade: “¡O los hace!”. Por loco amor estamos dispuestos a bajar hasta donde haga falta; y en este amor divino vemos el mayor abajamiento de todos: meterse en un pesebre helado, que es tanto como meterse en la boca del lobo. Es una aventura demasiado arriesgada la de este Dios enamorado, por hacerse igual a los hombres. Es una aventura que ya nada tiene que ver con la liviandad de los viejos dioses paganos.

Pero no es posible entender esta aventura sin fijarse en esa mujer que alumbra a Dios, no es posible hacerle un arrumaco a Dios sin pedir permiso a esa mujer. Quienes no se atreven a reconocerla como Madre de Dios no podrán nunca criar a Dios en su regazo, no podrán adentrarse en la poesía que se esconde al fondo de la teología. Esa mujer es la única puerta de acceso al vertiginoso misterio que hoy se celebra, el puente que certifica la unión amorosa de Dios con el mundo material. Por eso el arte más sublime y delicado se ha dedicado a imaginarla; y todo arte que no cuenta con ella acaba pudriéndose hasta degenerar en pintarrajo. Y esa mujer, por haber hecho trizas el “Non serviam” proclamándose “esclava del Señor”, es la mujer más odiada por aquella religión erótica profetizada por Chesterton, que a la vez que exalta la lujuria prohíbe la fecundidad; es la mujer más odiada (hasta el espumarajo y el retortijón de tripas) por cierto feminismo endemoniado, que odia la virginidad y odia la maternidad; es la mujer siempre perseguida por el dragón, hasta el fin de los tiempos. Porque la Navidad es también un salvaje y perpetuo combate, aunque los mercaderes del sentimentalismo y la clerigalla inane no quieran reconocerlo. Feliz y sacra Navidad a todos.

Publicado en ABC el 25 de diciembre de 2017.

Sagrada Familia: Jesús, María y José. Por Guillermo Juan Morado

En el domingo dentro de la Octava de la Natividad del Señor, la Iglesia celebra la Sagrada Familia: Jesús, María y José. El Hijo de Dios, al hacerse hombre, quiso vivir en el seno de una familia, que se convierte para nosotros en modelo perfecto de amor, de respeto mutuo y de paz. Al instituir esta fiesta, el papa León XIII quiso mostrar este modelo a toda la humanidad. Benedicto XV extendió a toda la Iglesia la Misa en honor de la Sagrada Familia.

La familia, basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, es la célula básica de la sociedad y de la Iglesia. Está llamada a ser un ámbito de vivencia de la fe y del amor a Dios, que se manifestará en el amor de unos por otros.

Corresponde a los hijos honrar a los padres; especialmente cuando se hacen mayores: “Hijo, cuida de tu padre en su vejez y durante su vida no le causes tristeza” (Eclo 312). Se trata de cumplir el cuarto mandamiento de la ley de Dios, ya que los padres, en cierto modo, son el reflejo humano de la paternidad divina. La piedad filial incluye la gratitud, ya que por ellos hemos nacido, y se expresa en el respeto, en la docilidad y, mientras uno no se ha emancipado, también en la obediencia.

San Pablo habla de una familia cristiana, presidida por el amor, “que es el vínculo de la unidad perfecta” (Col 3,14), y que ha de caracterizarse por la disposición al perdón, por la paz y por el agradecimiento. La referencia a Cristo transforma las relaciones familiares y sociales, valorando el mutuo respeto y la reciprocidad de los deberes: del esposo hacia la esposa, de la esposa hacia el esposo, de los hijos hacia los padres y de los padres hacia los hijos.

El nuevo comportamiento cristiano de los miembros de la familia deriva, en última instancia, de lo que ella es: una comunión de personas, reflejo e imagen de la comunión del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo.





San Lucas señala que “el niño iba creciendo, lleno de sabiduría” (Lc 2,40). Esta sabiduría le permite saber en cada momento qué hacer según la voluntad de Dios. Después de la presentación de Jesús en el templo, la Sagrada Familia retorna a Nazaret. Allí discurren los años de la vida oculta del Señor; los años en los que Jesús compartió la condición de la inmensa mayoría de los hombres.

Todo ese tiempo lo pasó sometido a sus padres (cf Lc 2,51). La sumisión de Jesús a su padre legal y a su madre expresa de manera visible su obediencia filial al Padre: “No se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc 22,42). La voluntad humana de Jesús quiere lo que Dios quiere, porque la plena libertad se identifica con la plena obediencia a Dios.

Jesús crece, como suelen crecer todos los niños, en el seno de una familia. Sin dejar de ser Dios, se hizo verdaderamente hombre. Se hizo semejante a nosotros en todo, menos en el pecado. En el templo, Dios mismo nos presenta a su Hijo. Y presentándonos a Jesús, nos está mostrando a la vez quién es el hombre. Jesús revela el hombre al propio hombre. En la familia de Jesús, Dios nos manifiesta también lo que la familia está llamada a ser: una imagen de la Trinidad en la tierra.

Felicitación


sábado, 23 de diciembre de 2017

Repasando el Catecismo

2211 La comunidad política tiene el deber de honrar a la familia, asistirla y asegurarle especialmente:

— la libertad de fundar un hogar, de tener hijos y de educarlos de acuerdo con sus propias convicciones morales y religiosas;

— la protección de la estabilidad del vínculo conyugal y de la institución familiar;

— la libertad de profesar su fe, transmitirla, educar a sus hijos en ella, con los medios y las instituciones necesarios;

— el derecho a la propiedad privada, a la libertad de iniciativa, a tener un trabajo, una vivienda, el derecho a emigrar;

— conforme a las instituciones del país, el derecho a la atención médica, a la asistencia de las personas de edad, a los subsidios familiares;

— la protección de la seguridad y la higiene, especialmente por lo que se refiere a peligros como la droga, la pornografía, el alcoholismo, etc.;

— la libertad para formar asociaciones con otras familias y de estar así representadas ante las autoridades civiles (cf FC 46).

Nuestra Estrella


Nace el Amor


Vivir la Navidad con corazón de niño

Escribe María Milans del Bosch Ramos, 
Doctora en Pedagogía

Desde hace unas semanas las calles de nuestra ciudad, los medios de comunicación, los centros escolares, etc. nos están indicando que la Navidad esta cerca y nos ponen en alerta para que lo tengamos todo preparado. Menús navideños, adornos para nuestros hogares, los mejores regalos para sorprender a grandes y pequeños y un sinfín de detalles para poder celebrar una “feliz Navidad”.

Que distinto es, por lo general, observar como prepara la Navidad un adulto y como la prepara un niño. La sencillez, naturalidad y espontaneidad de los niños les llevan a vivir estas semanas de Adviento con ilusión, alegría y esperanza incluso a pesar de estar viviendo situaciones complicadas. ¿Es posible que los adultos seamos capaces de preparar y vivir la Navidad con corazón de niño? Me preguntaba yo estos días. Puedo decir que he encontrado la respuesta en alguien muy cercano que sin darse cuenta me ha dado un gran ejemplo. A través de su oración, de saber mantener la calma, de ponerse al servicio de los demás, de escuchar, comprender y confiar me está demostrando que es posible. ¡Claro que es posible! Lógicamente, nos costará esfuerzo debido a que, como adultos, tenemos responsabilidades, preocupaciones, incertidumbres, etc. pero solo es necesario tener el propósito de conseguirlo.
Lejos de ser un compromiso, la Navidad es un tiempo de encuentro, de paz y de convivencia feliz con nuestra familia, nuestras amistades, etc. Debe suponer un tiempo de gozo y alegría, un momento para compartir sincera y relajadamente con las personas que nos rodean todo aquello que llevamos dentro (preocupaciones, alegrías, deseos). Busquemos la calma, el sosiego. Como nos aconseja el Papa Francisco “Les invito a detenerse ante el pesebre, porque allí nos habla la ternura de Dios. Allí se contempla la misericordia divina que se ha hecho carne, y que enternece nuestra mirada”. Parémonos y escuchemos nuestro corazón, solo así seremos capaces de realizar una escucha empática y comprensiva a las personas que nos rodean descubriendo aquello en lo que les podemos ayudar. De esta forma y sin darnos cuenta encontraremos muchos motivos para comprometernos y ponernos al servicio de los demás. Darnos a los demás sin esperar nada a cambio, ya sea con ayuda espiritual o material, con la única motivación de ver en la otra persona una sonrisa de confianza y ternura, nos produce gran satisfacción y nos hace sentir en paz y felices con nosotros mismos. ¡Qué plenitud sienten los niños cuando les dejamos hacer algo para ayudarnos!
Y en esos momentos de calma y oración meditemos sobre la Sagrada Familia que a través de su sencillez, humildad, entrega y compromiso nos recuerdan que la Navidad somos cada uno de nosotros cuando nos atrevemos a entregarnos a los demás con bondad, paciencia, alegría y generosidad.
Vivir la Navidad con corazón de niño, es todo un reto. ¿Lo intentamos? Sin lugar a duda merecerá la pena. ¡Abre tu corazón y vive la Navidad!

Jesús. Por José Igancio Munilla Aguirre

En estos últimos meses estoy impartiendo un curso sobre el Evangelio de San Juan en nuestro Instituto de Ciencias Religiosas de San Sebastián. 

En la medida en que vamos avanzando en la lectura y reflexión de los veintiún capítulos de este «Cuarto Evangelio», me voy convenciendo de que el núcleo del Evangelio de Juan lo encontramos sintetizado en uno de los versículos de su prólogo:  «Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre» (Jn 1, 11-12).

A la luz de este texto evangélico podemos preguntarnos dónde se encuentra el quid del misterio de la Navidad: ¿En la unión familiar? ¿En la apertura a la ternura y a la compasión como sentimientos que nos humanizan? ¿En la solidaridad para con los desheredados de la tierra? ¿En el compromiso con la construcción de la paz?... Obviamente todos estos valores son importantísimos; pero, aun así, no constituyen por sí mismos la esencia de la Navidad. El corazón de la Navidad es el encuentro de Dios con el hombre, en la persona de Jesús de Nazaret. Y, por ello, dos mil años después, el reto de la Navidad sigue siendo el de «recibir» a Jesús: acogerlo en la fe, amarle –y no solo admirarle– y disponernos a la transformación del mundo, desde la esperanza fundada en su presencia entre nosotros. Insisto, el corazón de la Navidad no se halla en sus numerosos valores morales y espirituales, sino en la iniciativa del amor de Dios que sale a nuestro encuentro en Jesús, al que estamos llamados a «acoger» en la fe, esperanza y caridad.

Benedicto XVI formuló de manera magistral, al inicio de su encíclica «Deus caritas est» (Dios es amor), lo que yo torpemente intento expresar: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.» En efecto, la reducción de la propuesta evangélica a una mera exhortación ética, es algo que San Agustín calificaba como el «horrendo veneno del cristianismo»; que en sus tiempos se presentaba bajo el paraguas del voluntarismo pelagiano, y que en nuestros días se suele traducir en un puro pragmatismo. Pero, en el fondo, el pragmatismo actual no es más que una reedición de la herejía pelagiana del siglo V: la fe en Jesús queda relegada a algo secundario, y el cristianismo es valorado exclusivamente en la medida en que coopera en los retos comunes de la transformación del mundo.

El versículo del prólogo del Evangelio de Juan, al que me estoy refiriendo –«Vino a su casa, y los suyos no le recibieron»– no es una mención aislada, sino que viene acompañado de otros muchos pasajes evangélicos en los que se expresa el dramático dilema entre la acogida o el rechazo a la persona de Jesús (en el lenguaje bíblico la indiferencia es equiparada al rechazo). El Evangelio de Lucas, por su parte, lo relata así: «No había sitio para ellos en la posada» (Lc 2, 7). La gran paradoja es que no haya sitio en el mundo para el Salvador del mundo: «Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza» (Mt 8, 20). De forma muy gráfica, Jesús nació fuera de «la ciudad» y murió fuera de las murallas («Jesús murió fuera de la puerta» Hb 13, 12). Es sumamente elocuente que María tuviese que colocar a su hijo en un «pesebre», lugar reservado para alimentar a los animales. Este detalle fue el que inspiró a San Francisco de Asís a integrar al buey y al asno, como parte de los personajes del belén; visualizando de esta forma, la profecía de Isaías, en la que abordaba, una vez más, el misterio del rechazo hacia el enviado de Dios: «El buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; sin embargo, Israel no me conoce, mi pueblo no comprende» (Is 1, 3). Por muy bella que parezca esta expresión literaria, en ella se nos dirige un severo reproche por motivo de nuestra insensibilidad ante los dones de Dios. Expresa una recriminación en la que se sugiere que somos más burros que los burros.

¿Cómo explicar este «rechazo» tan reseñado en los evangelios, y que obviamente, continúa hasta nuestros días? ¿Cómo entender nuestra tendencia a «morder la mano que nos quiere dar de comer»? Acaso a nosotros nos ocurra algo similar a esos animales heridos que atacan a quien se acerca a socorrerles, porque no son capaces de distinguir entre quien les ha herido y quien quiere curarles. Acaso una parte de la explicación la podamos encontrar en nuestra falta de confianza, generada por una acumulación de decepciones, que dificultan, en gran medida, la fe en la gratuidad del amor de Dios.

Por cierto, tuve ocasión de asistir recientemente al estreno de una bellísima película animada que se está proyectando estas Navidades: «Se armó el Belén». Es fácil reconocer en el personaje principal del film, un burrito llamado «Bo», el retrato de una humanidad herida, que en medio de sus sufrimientos, sueña con ser rescatada; pero a la que le cuesta descubrir y reconocer que Jesús es el cumplimiento de su anhelo de libertad y plenitud. Me parece a mí que ese burrito nos retrata a todos de forma magistral.

lunes, 11 de diciembre de 2017

Repasando el Catecismo

II. La familia y la sociedad
2207 La familia es la célula original de la vida social. Es la sociedad natural en que el hombre y la mujer son llamados al don de sí en el amor y en el don de la vida. La autoridad, la estabilidad y la vida de relación en el seno de la familia constituyen los fundamentos de la libertad, de la seguridad, de la fraternidad en el seno de la sociedad. La familia es la comunidad en la que, desde la infancia, se pueden aprender los valores morales, se comienza a honrar a Dios y a usar bien de la libertad. La vida de familia es iniciación a la vida en sociedad.

2208 La familia debe vivir de manera que sus miembros aprendan el cuidado y la responsabilidad respecto de los pequeños y mayores, de los enfermos o disminuidos, y de los pobres. Numerosas son las familias que en ciertos momentos no se hallan en condiciones de prestar esta ayuda. Corresponde entonces a otras personas, a otras familias, y subsidiariamente a la sociedad, proveer a sus necesidades. “La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo” (St 1, 27).

2209 La familia debe ser ayudada y defendida mediante medidas sociales apropiadas. Cuando las familias no son capaces de realizar sus funciones, los otros cuerpos sociales tienen el deber de ayudarlas y de sostener la institución familiar. En conformidad con el principio de subsidiariedad, las comunidades más numerosas deben abstenerse de privar a las familias de sus propios derechos y de inmiscuirse en sus vidas.

2210 La importancia de la familia para la vida y el bienestar de la sociedad (cf GS 47, 1) entraña una responsabilidad particular de ésta en el apoyo y fortalecimiento del matrimonio y de la familia. La autoridad civil ha de considerar como deber grave “el reconocimiento de la auténtica naturaleza del matrimonio y de la familia, protegerla y fomentarla, asegurar la moralidad pública y favorecer la prosperidad doméstica” (GS 52, 2).

Belén Parroquial 2017


Ven Señor


Tiempo de Adviento, para preparar la venida del Señor

Escribe José Luis González Vázquez, Delegado episcopal de Liturgia

Se inicia un nuevo año litúrgico y se inicia con el Adviento. Tiempo que se regala a la Comunidad Cristiana para que se prepare a la venida del Señor; no sólo en Navidad, también para la última, la que tendrá lugar al final de la historia cuando todos seamos juzgados en clave de amor y el amor de Cristo resucitado purifique todo lo creado para volver a Dios. 

Entre una y otra queda la personal, la que el Salvador de los hombres desea hacer al propio corazón, a nuestra intimidad, de ahí la conveniencia de prepararle un hogar acogedor. Durante el tiempo de Adviento la misma liturgia nos va ayudando a vivir cada instante en gozosa espera. El Dios de Abraham, Isaac y Jacob lleva a cabo sus promesas haciéndose historia, tomando de lo que es nuestro: nuestra humanidad.

Tiempo corto en días, ciertamente, pero intenso por una palabra que nos brinda la oportunidad de descubrirnos mirados, amados, recreados por quien hace nuevas todas las cosas: Cristo-Jesús.
Todos los que a lo largo de la historia de la salvación han entablado una verdadera relación de amistad con él, han descubierto que lo fundamental consiste en “dejarse mirar, dejarse amar”, porque el Padre desea amar en nosotros lo que ama en su Hijo Jesús. 

Ciertamente, saboreando el “misterio” que encierra este tiempo, se descubre lo que el gran poeta latino Virgilio afirmó “todo lo vence el amor”; “demos paso al amor”, siguiendo las huellas de María que acogiendo la mirada tierna del Creador hizo posible que sus entrañas floreciesen para que de ella naciera el Hijo de Dios.

La Constitución y los Derechos Humanos. Por Pedro Trevijano

Este 6 de Diciembre celebramos el aniversario de la Constitución, el 8 la Inmaculada, Patrona de España, y el día 10 el aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU que como señala nuestra propia Constitución en su artículo 10 & 2 es su fuente de inspiración, pues dice: «Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos».

Desde el punto de vista cristiano, la Declaración Universal fue declarada por Pablo VI con motivo de su vigésimo aniversario de precioso documento e ideal para la comunidad humana. Personalmente pienso que el mandamiento fundamental del cristiano es, según nos dijo Jesucristo, el del amor a Dios, al prójimo y a nosotros mismos (Mt 22,34-40; Mc 12,28-31; Lc 10,25-28), pero el mandamiento del amor al prójimo supone como condición previa el respeto al otro, es decir al otro y sus derechos. No puedo decir que amo al otro, si no le respeto en sus derechos. Esta Declaración, además, nos permite tener ideas claras en muchos aspectos, posibilitándonos detectar las doctrinas antidemocráticas y totalitarias siendo como es un criterio de verdad.

Los horribles crímenes nazis hicieron posible, al terminar la Segunda Guerra Mundial el consenso sobre cuáles era los derechos humanos, inherentes a la dignidad humana, y que todos, incluido el Estado, deben respetar. Pero no se logró el consenso sobre cuál es su fundamento, porque mientras para los creyentes éste no es otro sino Dios y la Ley Natural. Los no creyentes, en cambio, no aceptan la existencia de Dios, ni los conceptos de naturaleza humana y de verdad moral, por lo que su construcción moral está edificada sobre arenas movedizas que no pueden resistir a los vientos de la moda o de los caprichos de los poderosos de turno. Y esta ausencia de conciencia clara del «por qué» de los derechos humanos ha terminado afectando al «qué» de estos derechos, y así se intenta engatusar a la opinión pública con «nuevos» derechos humanos, en multitud de casos en abierta contradicción con los derechos humanos de la Declaración Universal.

Por ello Benedicto XVI en su Exhortación Apostólica «Sacramentum Caritatis» nº 83 nos recuerda que hay «valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables». En el momento actual las leyes de ideología de género intentan en España y otros países excluir e impedir otras visiones del ser humano, poniendo en peligro libertades fundamentales como las que cita Benedicto XVI, así como la libertad religiosa e ideológica, las de conciencia, opinión, prensa, cátedra y hasta el libre ejercicio de la Medicina y de la Ciencia, invadiendo competencias propias de la sociedad civil y de la familia, siendo además todos ellos valores constitucionales. Y es que, «si no existe una verdad última, la cual guía y orienta la acción política, entonces las ideas y las convicciones humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de poder. Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia» (Juan Pablo II, Encíclicas Centesimus annus nº 46 y Veritatis splendor nº 101). Con las leyes de ideología de género es la propia democracia la que está en peligro. Nunca se me olvidará mi propio asombro, cuando leyendo la encíclica Mit brennender Sorge, de Pío XI, descubrí que en el terreno educativo nazis y laicistas defendían exactamente lo mismo.

Pero no quiero terminar sin una nota de optimismo: recuerdo una anécdota que se cuenta tanto de san Juan XXIII como de santa Teresa de Calcuta: ante personas que se quejaban de lo mal y podrido que está el mundo, ambos tuvieron la misma respuesta: «Tiene Vd. razón, pero vamos a hacer una cosa. Vd. y yo vamos a ser dos personas decentes. Así habrá dos sinvergüenzas menos». Y es que el cambio y la mejora del mundo, tienen que empezar por mi propio cambio y mejora.

Otra novedad


lunes, 4 de diciembre de 2017

Repasando el Catecismo

La familia cristiana

2204. “La familia cristiana constituye una revelación y una actuación específicas de la comunión eclesial; por eso [...] puede y debe decirse Iglesia doméstica” (FC 21, cf LG 11). Es una comunidad de fe, esperanza y caridad, posee en la Iglesia una importancia singular como aparece en el Nuevo Testamento (cf Ef 5, 21-6, 4; Col 3, 18-21; 1 P 3, 1-7).

2205 La familia cristiana es una comunión de personas, reflejo e imagen de la comunión del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo. Su actividad procreadora y educativa es reflejo de la obra creadora de Dios. Es llamada a participar en la oración y el sacrificio de Cristo. La oración cotidiana y la lectura de la Palabra de Dios fortalecen en ella la caridad. La familia cristiana es evangelizadora y misionera.

2206 Las relaciones en el seno de la familia entrañan una afinidad de sentimientos, afectos e intereses que provienen sobre todo del mutuo respeto de las personas. La familia es una comunidad privilegiada llamada a realizar un propósito común de los esposos y una cooperación diligente de los padres en la educación de los hijos (cf. GS 52).

sábado, 2 de diciembre de 2017

Empezamos




¡La vida es un sueño!. Por Raniero Cantalamessa

Este modo de hablar de Jesús sobreentiende una visión bien precisa del mundo: el tiempo presente es como una larga noche; la vida que llevamos se parece a un sueño; la actividad frenética que en ella desarrollamos es, en realidad, un soñar. Un escritor español del siglo XVII, Calderón de la Barca, escribió un famoso drama sobre el tema: La vida es sueño. 

Del sueño nuestra vida refleja sobre todo la brevedad. El sueño ocurre fuera del tiempo. En el sueño las cosas no duran como en la realidad. Situaciones que requerirían días y semanas, en el sueño suceden en pocos minutos. Es una imagen de nuestra vida: llegados a la vejez, se mira atrás y se tiene la impresión de que todo no ha sido más que un soplo.

Otra característica del sueño es la irrealidad o vanidad. Uno puede soñar que está en un banquete y come y bebe hasta la saciedad; se despierta y se vuelve a tener hambre. Un pobre, una noche, sueña que se ha hecho rico: exulta en el sueño, se pavonea, hasta desprecia a su propio padre, fingiendo no reconocerle, pero se despierta y ¡se encuentra nuevamente pobre como era antes! Así sucede también cuando se sale del sueño de esta vida. Uno ha sido aquí abajo ricachón, pero he aquí que muere y se ve exactamente en la situación de aquel pobre que se despierta tras haber soñado que era rico. ¿Qué le queda de todas sus riquezas si no las ha empleado bien? Las manos vacías.

Hay una característica del sueño que no se aplica a la vida, la ausencia de responsabilidad. Puedes haber matado o robado en sueños; te despiertas y no hay rastro de culpa; tu certificado de antecedentes penales está sin mancha. No así en la vida; bien lo sabemos. Lo que uno hace en la vida deja huella, ¡y qué huella! Está escrito de hecho que «Dios dará a cada cual según sus obras» (Romanos 2,6).

En el plano físico hay sustancias que «inducen» y ayudan a conciliar el sueño; se llaman somníferos y son bien conocidos por una generación como la nuestra, enferma de insomnio. También en el plano moral existe un terrible somnífero. Se llama hábito. El hábito es como un vampiro. El vampiro -al menos según cuanto se cree- ataca a las personas que duermen y, mientras les chupa la sangre, a la vez les inyecta una sustancia soporífera que hace experimentar aún más dulce el dormir, de modo que el desafortunado se hunde cada vez más en el sueño y el vampiro le puede chupar toda la sangre que quiera. También el hábito en el vicio adormece la conciencia, por lo que uno ya no siente ni siquiera remordimiento; cree estar muy bien y no se percata de que está muriendo espiritualmente.

La única salvación, cuando este «vampiro» se te ha pegado encima, es que llegue algo de improviso para despertarte del sueño. Esto es lo que se determina a hacer con nosotros la palabra de Dios con esos gritos de despertar que nos hace oír tan frecuentemente en Adviento: «¡Velad!». Concluimos con una palabra de Jesús que nos abre el corazón a la confianza y a la esperanza: «Dichosos los siervos que el señor al venir encuentre despiertos; yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá» (Lucas 12,37).

Estreno de misa inédita en honor a la Virgen

3 de Diciembre de 2017. 18:00 horas. Basílica de Covadonga 

La “Misa en honor a la Virgen de Covadonga” se estrenará el domingo, 3 de diciembre, a las 18 horas en la Basílica de Covadonga. Su estreno se enmarca dentro de los actos conmemorativos del Centenario de la Coronación Canónica de la Santina, y el Año Jubilar Mariano de Covadonga 2018.

La música está compuesta por Guillermo Martínez, con textos de José Antonio Olivar.

En el estreno, participarán:

Tina Gutiérrez Lobo, soprano.

Escolanía de Covadonga.

Jorge Vega Laria, maestro de coro.

Jose M. Fdez. “Guti”, gaitero.

Zorina Valeria, violín.

Ensemble Ars Mundi.

Yuri Nasushkin Labovsky, director.

Y con la apreciadísima colaboración de María Teresa Álvarez y Ana Francisco Martinez.

sábado, 25 de noviembre de 2017

Repasando el Catecismo

I. La familia en el plan de Dios

2201 La comunidad conyugal está establecida sobre el consentimiento de los esposos. El matrimonio y la familia están ordenados al bien de los esposos y a la procreación y educación de los hijos. El amor de los esposos y la generación de los hijos establecen entre los miembros de una familia relaciones personales y responsabilidades primordiales.

2202 Un hombre y una mujer unidos en matrimonio forman con sus hijos una familia. Esta disposición es anterior a todo reconocimiento por la autoridad pública; se impone a ella. Se la considerará como la referencia normal en función de la cual deben ser apreciadas las diversas formas de parentesco.

2203 Al crear al hombre y a la mujer, Dios instituyó la familia humana y la dotó de su constitución fundamental. Sus miembros son personas iguales en dignidad. Para el bien común de sus miembros y de la sociedad, la familia implica una diversidad de responsabilidades, de derechos y de deberes.

Pendiente de adecentar


Rey de Reyes


Misericordia vs sentido común.Por Gonzalo de Alvear

Vivimos tiempos terribles en donde desde sus poltronas personajes muy siniestros pontifican y deciden en qué y en quiénes debemos creer, al igual que qué debemos de dejar de creer. Y a quien no pase por el aro y se atreva a demostrar públicamente su desacuerdo se le señala y se le condena desde los medios de comunicación y las redes sociales, excitando a esas hordas histéricas que gritan e insultan. Finalmente se le castiga con las nuevas leyes que, prostituyendo la libertad de opinión y conciencia, multan y encarcelan a los disidentes. El miedo a que te tilden de cualquier-cosa-terminada-en-foboacalla la verdad y da igual si es una verdad biológica, científica o demostrable tirando de hemeroteca.

Tristemente en la Iglesia católica se ha colado ese espíritu. En realidad se coló hace tiempo, pero ahora actúa como el chulo de la clase, alardeando y amenazando. Un espíritu aplaudido por el mundo y por sus líderes (¿no es sospechoso?). Un espíritu que intenta amordazar y encadenar la Verdad y nos entrega un ente amorfo y moldeable como nueva verdad. ¿Y con qué amenazan los lacayos de ese espíritu a todo aquel que pretenda ser fiel al Magisterio y al Papa? Con tacharle de inmisericorde, de falto de compasión, de ser enemigo del Papa. Da igual si el acusador no ha dedicado un solo día de su vida a los necesitados y el acusado es un San Francisco del siglo XXI. Da igual. Lo que se busca es dejar el depósito de la fe como un queso gruyère. Que todo sea cuestionable, que no haya más verdad que esos valores que destruyen al ser humano porque ponen las más bajas pasiones como centro de su vida.

Pero mi verdad (en minúscula) se tiene que basar en lo demostrable y en lo que me dice el sentido común. Y la ciencia me dice que hay dos sexos y no 100 géneros. Y pasado y presente me enseñan que no todas las religiones monoteístas son iguales, sino antagónicas. Y la psicología y biología me enseñan que niños y niñas son muy distintos. Y realidades como estas van conformando mi sentido común haciéndome cada vez más hombre, más verdad y más libre. Y si tengo la enorme suerte de haber conocido a Cristo, mejor imposible, ya que añado la Verdad a mi verdad.

Así que cuando el chulo de clase se me acerque y me diga que soy poco misericordioso y que si Cristo volviera a la Tierra me diría eso mismo, podré contestar con tanta paz como seguridad que soy mucho más misericordioso que él ya que no le juzgo ni castigo. Sin duda el hecho de ser perseguido por el mundo y por sus nuevas tiranías me deja muy tranquilo, al igual que las palabras de Jesús: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida".

Día mundial de las Personas sin Hogar

(iglesia de asturias) Este domingo, 26 de noviembre, Cáritas celebra el Día Mundial de las Personas sin Hogar, y en este marco, Cáritas diocesana participará en las II Jornadas de las Personas sin Hogar que se celebrarán el próximo martes, 28 de noviembre, en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Oviedo, de 16 a 19,30 horas. Cáritas conmemora, además, 25 años de campaña a favor de las personas que viven en la calle, un tiempo en el que se ha apostado por la dignidad y derechos de miles de personas: “Aún queda mucho por hacer –afirman desde la institución– pero seguimos insistiendo en un mensaje de esperanza, que Nadie sin hogar puede y debe ser una realidad, y para ello es imprescindible el compromiso común”.

sábado, 18 de noviembre de 2017

Repasando el Catecismo

2197 El cuarto mandamiento encabeza la segunda tabla. Indica el orden de la caridad. Dios quiso que, después de Él, honrásemos a nuestros padres, a los que debemos la vida y que nos han transmitido el conocimiento de Dios. Estamos obligados a honrar y respetar a todos los que Dios, para nuestro bien, ha investido de su autoridad.

2198 Este precepto se expresa de forma positiva, indicando los deberes que se han de cumplir. Anuncia los mandamientos siguientes que contienen un respeto particular de la vida, del matrimonio, de los bienes terrenos, de la palabra. Constituye uno de los fundamentos de la doctrina social de la Iglesia.

2199 El cuarto mandamiento se dirige expresamente a los hijos en sus relaciones con sus padres, porque esta relación es la más universal. Se refiere también a las relaciones de parentesco con los miembros del grupo familiar. Exige que se dé honor, afecto y reconocimiento a los abuelos y antepasados. Finalmente se extiende a los deberes de los alumnos respecto a los maestros, de los empleados respecto a los patronos, de los subordinados respecto a sus jefes, de los ciudadanos respecto a su patria, a los que la administran o la gobiernan.

Este mandamiento implica y sobrentiende los deberes de los padres, tutores, maestros, jefes, magistrados, gobernantes, de todos los que ejercen una autoridad sobre otros o sobre una comunidad de personas.

2200 El cumplimiento del cuarto mandamiento lleva consigo su recompensa: “Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar” (Ex 20, 12; Dt 5, 16). La observancia de este mandamiento procura, con los frutos espirituales, frutos temporales de paz y de prosperidad. Y al contrario, la no observancia de este mandamiento entraña grandes daños para las comunidades y las personas humanas.

Viella con el Jubileo


Oh Señor


Ante la muerte. Por Pedro Trevijano

Noviembre es un mes especialmente dedicado a los difuntos. Leemos en «Misericordia et Misera» del Papa Francisco en el número 15: «El momento de la muerte reviste una importancia particular. La Iglesia siempre ha vivido este dramático tránsito a la luz de la resurrección de Jesucristo, que ha abierto el camino de la certeza en la vida futura». Creo que son palabras que hemos de tener muy presentes cuando reflexionemos sobre esta cuestión.

Si hay algo que es indiscutible, es que nos vamos a morir. Aunque gocemos de buena salud, es algo que pronto o tarde nos va a suceder. El año pasado, por primera vez en mi vida, tuve que pasar por el quirófano. Pude afrontarlo con bastante serenidad, porque no pude por menos de pensar, que aunque yo me quiera a mí mismo, está claro que Dios y la Virgen me quieren todavía más. Es decir, estoy en buenas manos, y si no hago el idiota, puedo estar tranquilamente convencido que lo que me va a suceder, aunque sea morirme, es lo mejor para mí.

Recuerdo en este punto lo que me dijo un sacerdote, que sabía que iba a morir a las pocas semanas: «A mí me importa muchísimo lo que piense de mí Dios, algo lo que yo pienso de mí, nada lo que opinen los demás». Es indudable que el recuerdo de la muerte nos lleva a actuar de modo diverso. Por ejemplo en España hace pocos días ha iniciado su tramitación la Ley de Ideología de Género. En la primera votación, sólo hubo dos votos en contra, uno, de un diputado de un pequeño Partido que sólo tiene un diputado. El otro, el de un diputado al que le preocupa mucho más Dios por su enfermedad que la disciplina de Partido.

Me gusta mucho esta frase de Paul Ricoeur: «lo específico del cristiano es la esperanza». Por ello el cristiano sí sabe lo que sucede después de la muerte, porque la Resurrección de Jesucristo es una de las verdades de fe más importantes del Cristianismo Pero es evidente que podemos preguntarnos: ¿la resurrección de Cristo, tiene algo que ver conmigo? A esto nos contesta San Pablo. «no queremos que ignoréis la suerte de los difuntos, para que no os aflijáis como los que no tienen esperanza» (1 Tes 4,13). Y es que la resurrección de Jesucristo es prenda, señal y garantía de mi propia resurrección. Y es que la muerte, por muy desagradable que sea, es sin embargo también la llave que nos abre la puerta de la felicidad eterna. La esperanza de ir al cielo nos consuela, reconforta e incluso nos llena de alegría. Cualquiera de nosotros tiene la experiencia que cuando fallece una persona con frecuencia su último gesto en su rostro es un gesto de alegría y paz, como un dulce sueño, expresión que con frecuencia hemos notado en tantos fieles difuntos. Y es que, como se dice en el Antiguo Testamento: «La vida de los justos está en manos de Dios» (Sab. 3,1) y en el Salmo 116,15: «Preciosa es a los ojos de Yahvé la muerte de sus santos», sin olvidar lo que dice el Nuevo Testamento en el Evangelio de San Mateo 25,34-35 cuando Jesús afirma: «Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer…».Y es que como dice el Prefacio Primero de la Misa de difuntos: «Porque la vida de los que en Ti creemos, Señor, no termina, se transforma, y al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo».

Sabemos esto, creemos esto, pero también nosotros hemos de repetir lo que los Apóstoles le dijeron a Jesús: «Señor, auméntanos la fe» (Lc 17,5).

Sin embargo, también a veces, uno se queda aterrado de la descristianización de nuestra Sociedad. Hace unos años, una conocida Revista preguntó a bastante gente conocida sobre cómo le gustaría morirse. La mayor parte respondió: «Rodeado de mis familiares y amigos». Sólo hubo tres personas que dieron la respuesta correcta y cristiana: «en gracia de Dios»

La Iglesia celebra la Jornada Mundial de los Pobres

(iglesia de asturias) El pasado 13 de noviembre de 2016 se cerraban las Puertas de la Misericordia en todo el mundo y en la basílica de San Pedro el Papa celebraba el Jubileo dedicado a todas las personas marginadas. Al finalizar, de manera espontánea, manifestó su deseo de que el último domingo del tiempo ordinario, previo a la celebración de Jesucristo, Rey del Universo, fuera dedicado para siempre a una Jornada Mundial de los Pobres.
De esta manera, el próximo domingo, 19 de noviembre, se celebrará en todo el mundo la primera jornada de este tipo, que llevará por lema “No amemos de palabra sino con obras”. Con ello se pretende estimular a los creyentes para que reaccionen ante “la cultura del descarte y del derroche, haciendo suya la cultura del encuentro”, y al mismo tiempo “invitar a todos, independientemente de su credo, para que se dispongan a compartir con los pobres a través de cualquier acción de solidaridad, como signo de fraternidad”, tal y como ha explicado el Pontífice.
Además, el Papa ha recordado que “los pobres no son solo destinatarios de obras de buena voluntad, sino también sensibilizadores de nuestra conciencia y de la injusticia social”.

sábado, 11 de noviembre de 2017

Repasando el Catecismo

Jesús dice a sus discípulos: 
«Amaos los unos a los otros como yo os he amado» (Jn 13, 34).

2196 En respuesta a la pregunta que le hacen sobre cuál es el primero de los mandamientos, Jesús responde: «El primero es: “Escucha Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. El segundo es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No existe otro mandamiento mayor que éstos» (Mc 12, 29-31).

El apóstol san Pablo lo recuerda: «El que ama al prójimo ha cumplido la ley. En efecto, lo de: no adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: amarás a tu prójimo como a ti mismo. La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud» (Rm 13, 8-10).

Cementerio recién pintado


Juntos


Monseñor Novell: huelga sí, pero a la japonesa. Por Jorge Glez. Guadalix

No me negaran que monseñor Novell, actual obispo de Solsona, es, cuando menos, peculiar. Hace unas semanas pudimos ver a monseñor votando en el ilegal referéndum del 1 de octubre. Quizá pudieron pensar que había llegado al tope de sus insensateces. Je. Pero qué ingenuos.

Hace un par de días lo hemos descubierto sumándose a la huelga o lo que sea a favor de la independencia, en contra del 155, a favor de la república catalana o en contra de lo que sea menester. Parece que la adhesión a la huelga consistió en el cierre de las oficinas del obispado y del museo diocesano, al menos oficialmente. Y digo esto, porque uno no descarta que llevara consigo cosas como supresión de misas, cierre de parroquias o clausura de confesionarios, aunque en esto parece que la huelga es permanente.

Los católicos, especialmente sacerdotes y no digamos obispos, estamos para otras cosas. Para anunciar el evangelio, para convertir las almas a Cristo, para predicar la misericordia, para dejarnos alma, vida y corazón en la causa del Reino de Dios. La situación de la fe en España en general, y en Cataluña en especial, y no digamos en Solsona, es dramática. Pues ya lo ven, en medio de esta situación, la gran ocurrencia del obispo es adherirse a una huelga con evidente contenido político.

Estoy de acuerdo en que puede haber cosas que realmente nos urjan en la causa de Jesucristo: la descristianización, el abandono de la fe, la disminución de la práctica religiosa en general, la legitimación del aborto como derecho, la corrupción económica y política, leyes de ideología de género, la eutanasia que está llegando, la pobreza que sigue, la violencia y la guerra… ¿Sigo?

Pues bien, quizá en estos casos sea obligación de conciencia de obispos y sacerdotes lanzarse a la huelga general… pero a la japonesa. Es decir, están las cosas de tal modo y manera, que no podemos limitarnos a una misita celebrada de cualquier manera, una predicación de tópicos, las reuniones de siempre y un ratito de despacho. No puede ser, si realmente nos urge el celo por las almas, limitar nuestra vida pastoral a unos reducidos horarios, media hora de misa, despacho a días alternos, y mejor si lo hacen laicos, y poca cosa más.

Cuando vemos languidecer a nuestra Iglesia del alma, nos queda vivir en la más decepcionante resignación o echar dos narices al asunto, lanzarnos a la huelga a la japonesa y no cansarnos de predicar, celebrar, convocar convencidos de que mientras haya una sola persona que no acoja a Cristo en su vida, no podremos descansar un minuto. Más aún, y si todos se convierten a Jesucristo, entonces será el momento de cuidar esas vidas para que crezcan incansablemente en santidad.

¿Huelga nosotros? ¿Brazos cruzados? ¿Con un mundo que sufre, que no conoce a Cristo, que vive en a indigencia moral? ¿De huelga? ¿Cerrando despachos, museos, iglesias? ¿Nos hemos vuelto locos? La única huelga que se nos permite, o mejor se nos exige, es a la japonesa, una huelga de celo que no nos deje tranquilos ante las necesidades de la gente.

Ya lo ven. Así estamos y el obispo de Solsona huelga por el derecho a decidir y la estelada. Este chico, con todo respeto, monseñor, no está bien.

viernes, 10 de noviembre de 2017

Este domingo, Día de la Iglesia Diocesana



“Somos una gran familia contigo” es el lema del Día la Iglesia Diocesana 2017 que se celebra el próximo 12 de noviembre. El secretariado para el Sostenimiento de la Iglesia nos invita a colaborar con nuestra parroquia aportando lo que tenemos: cualidades, tiempo o dinero. Somos la familia de los hijos de Dios y como familia todos somos corresponsables de su labor y de su sostenimiento.

sábado, 28 de octubre de 2017

Repasando el Catecismo

Resumen

2189 “Guardarás el día del sábado para santificarlo” (Dt 5, 12). “El día séptimo será día de descanso completo, consagrado al Señor” (Ex 31).

2190. El sábado, que representaba la coronación de la primera creación, es sustituido por el domingo que recuerda la nueva creación, inaugurada por la resurrección de Cristo.

2191 La Iglesia celebra el día de la Resurrección de Cristo el octavo día, que es llamado con toda razón día del Señor, o domingo (cf SC106.

2192 “El domingo ha de observarse en toda la Iglesia como fiesta primordial de precepto” (CIC can. 1246). “El domingo y las demás fiestas de precepto, los fieles tienen obligación de participar en la misa”(CIC can. 1247).

2193 “El domingo y las demás fiestas de precepto [...] los fieles se abstendrán de aquellos trabajos y actividades que impidan dar culto a Dios, gozar de la alegría propia del día del Señor o disfrutar del debido descanso de la mente y del cuerpo“ (CIC can. 1247).

2194 La institución del domingo contribuye a que todos disfruten de un “reposo y ocio suficientes para cultivar la vida familiar, cultural, social y religiosa” (GS 67, 3).

2195 Todo cristiano debe evitar imponer, sin necesidad, a otro impedimentos para guardar el día del Señor.

2 de Noviembre


Memoria de los Fieles Difuntos

Misa a las 18:00 horas 

En la Iglesia Parroquial de Viella

Ven Espíritu de Dios


Juan Pablo II para esta hora de España. Por el Cardenal Antonio Cañizares

El día 31 de este mes de octubre se cumplirán 35 años de la primera e histórica visita de un Papa a España, la de San Juan Pablo II. Transcribo algunas palabras del saludo que dirigió al pueblo español desde el aeropuerto de Barajas:

«Hoy me trae a vosotros la clausura en vez de la apertura del IV centenario de la muerte de Santa Teresa de Jesús, esa gran santa española y universal, cuyo mayor timbre de gloria fue ser siempre hija de la Iglesia y que tanto ha contribuido al bien de la misma Iglesia en estos cuatrocientos años. Vengo por ello a rendir homenaje a esa fi gura eclesial, proponiendo de nuevo la validez de su mensaje de fe y humanismo. Vengo a encontrarme con una comunidad cristiana que se remonta a la época apostólica. En una tierra objeto de los desvelos evangelizadores de San Pablo; que está bajo el patrocinio de Santiago el Mayor, cuyo recuerdo perdura en el Pilar de Zaragoza y en Santiago de Compostela; que fue conquistada para la fe por el afán misionero de los siete varones apostólicos; que propició la conversión de los pueblos visigodos en Toledo; que fue la gran meta de peregrinaciones europeas a Santiago; que vivió la empresa de la Reconquista; que descubrió y evangelizó América; que iluminó la ciencia, desde Alcalá y Salamanca y la teología en Trento».

«Vengo atraído por una historia admirable de una fidelidad a la Iglesia y de servicio a la misma, escrita en empresas apostólicas y en tantas grandes figuras que renovaron esa Iglesia, fortalecieron su fe, la defendieron en momentos difíciles y le dieron nuevos hijos en enteros continentes. En efecto, gracias sobre todo a esa sin par actividad evangelizadora, la porción más numerosa de la Iglesia de Cristo habla hoy y reza a Dios en español. Tras mis viajes, sobre todo por tierras de Hispanoamérica y Filipinas, quiero decir en este momento singular: ¡Gracias, España; gracias, Iglesia en España, por tu fidelidad al Evangelio y a la Esposa de Cristo!».

«Esa historia, a pesar de las lagunas y errores humanos, es digna de toda admiración y aprecio. Ella debe servir de inspiración y estímulo para hallar en el momento presente las raíces profundas del ser de un pueblo. No para hacerle vivir en el pasado, sino para ofrecerle el ejemplo a proseguir y mejorar en el futuro. No ignoro, por otra parte, las conocidas tensiones, a veces desembocadas en choques abiertos, que se han producido en el seno de vuestra sociedad, y que han estudiado tantos escritores vuestros».

«En este contexto histórico-social es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica iluminada por el amor profundo al hombre hermano. Para sacar de ahí la fuerza renovada que los siempre infatigables creadores de diálogo y promotores de Justicia, alentadores de cultura y elevación humana y moral del pueblo. En un clima de respetuosa convivencia con las otras legítimas opciones, mientras exigís el justo respeto a las vuestras».

¿Quién diría que estas palabras fueron dirigidas a todo el pueblo español hace 35 años y por un Papa nada más aterrizar en tierras de España? Más actuales y precisas, más verdaderas, alentadoras y estimulantes para el momento que vivimos, imposible. Esa descripción que hace San Juan Pablo II es el fiel retrato de lo que somos, es nuestra identidad, sin excluir a nadie ni a ni a ningún pueblo de los que somos parte de esa historia. Esa es la historia que nos constituye: gracias a esa historia que nos ha formado y que nos ha legado tal patrimonio, que no está exento del pecado ni del error. ¿Por qué nos empeñamos, o se empeñan algunos en olvidarla o en borrarla? Cuando se olvida o se la niega nos colocamos a merced de los devoradores de nuestra realidad más propia y somos incapaces de elaborar juntos un futuro abierto y prometedor, porque entonces no somos nada, de la nada, nada se saca ni brota nada, que es lo peor que nos puede pasar. Habrá que rectificar lo que haya que rectificar, pero no se puede rechazar esa herencia, tan rica, que nos ha hecho capaces de llevar a cabo tan grandes empresas en el proyecto común que nos constituye.

Necesitamos reconocer de verdad esa herencia con respeto y amor, valorada en sus justos términos, enriquecida con las nuevas aportaciones de nuestra conciencia católica, completada con las lecciones y la experiencia de la historia y progreso humano en todos los campos. No podemos renunciar a la herencia de la fe cristiana, siempre viva y generadora de vida, de humanidad genuina y verdadera, de caminos de esperanza que fuimos capaces de abrir en momentos nada proclives, caminos de esperanza que hoy tanta falta nos hacen para contribuir generosamente al bien de las familias y de las personas, de los pueblos rurales y de las ciudades, del auténtico desarrollo y crecimiento humano, de ayuda al pobre y al que sufre, y al bien común y de la convivencia de nuestra sociedad Española. No miro nuestra historia –sería injusto con la realidad viva de la historia– como quien mira un cuadro colgado de la pared inmóvil de un museo. Miro como verdaderamente se contempla y mira la historia: como una obra de arte que hace renacer en quien la mira y contempla la experiencia cargada de vida de sus protagonistas, llena de estímulo y pasión humana, de sentimientos no apagados, llena de esperanza. Por eso hoy, un día de octubre de 2017, doy gracias al Papa Juan Pablo por enseñarnos a mirar nuestra historia con mirada limpia y llena de verdad, con agradecimiento, respeto y aprecio, a gozarnos y a aprender de ella, de esa historia que somos, y a «recobrar el vigor del espíritu, la valentía de una fe vivida y la lucidez evangélica iluminada por un profundo amor al hermano», que le dio alma a esa historia y que nos abrirá de nuevo las puertas a grandes e importantes gestas en favor de la humanidad y de la humanización, de España y del mundo entero, que tanto y tan urgente necesitamos.

Publicado en La Razón el 25 de octubre de 2017.

"La santidad está en las pequeñas cosas de cada día"


Entrevista a Manuel Robles Freire, Delegado episcopal para las Causas de los Santos

El sacerdote Manuel Robles Freire (Pola de Gordón, 1950) estudió en el Seminario de León, y pronto llegó a la diócesis ovetense. Actualmente es párroco de Tazones y otras doce parroquias más, y el pasado mes de septiembre el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz, le nombró Delegado episcopal para las Causas de los Santos. Ante la cercanía del día 1 de noviembre, solemnidad de Todos los Santos, hablamos con él sobre el significado de esta festividad, cada vez más eclipsada por tradiciones importadas como Halloween.

¿Qué celebra la Iglesia en esta festividad de Todos los Santos?

Tradicionalmente ese día se celebran, no solamente los santos canonizados que están en el calendario, sino aquellos hombres, mujeres, niños o ancianos que han sido santos y no están en el calendario litúrgico, pero que con su ejemplo se habían identificado en vida con Jesucristo. Todos los santos, los que están en el calendario y los que no, son los que cogen el Evangelio por donde más quema, porque se identifican con Jesucristo, muchas veces con su pasión y su muerte, como son los mártires, y porque saben amar al prójimo con todas las consecuencias.

¿Qué función tiene un delegado para las Causas Santos en una diócesis?

Ayudar al obispo en el desarrollo de las causas que pertenecen a la diócesis. Comienzan en el momento en que hay una persona que ha muerto con fama de santidad, y están involucrados siempre un equipo compuesto por un promotor, un canonista, un teólogo, un historiador, etc. El delegado forma parte de ese equipo. Entre todos se intenta analizar la vida de esta persona, sus escritos, los testimonios que quedan de él. 

Actualmente hay un santo asturiano, San Melchor de Quirós, y 34 beatos. 
¿Qué otros procesos están en curso?

Está el caso de Práxedes Fernández, una mujer laica, madre de familia y natural de Mieres, que fue proclamada Venerable por el Papa hace un año, es decir, en Roma se reconocieron sus virtudes heroicas. Es un proceso que llevan los dominicos concretamente, no la diócesis, pero estamos muy en contacto. Hace falta un milagro para que sea proclamada beata. En el caso de los mártires de Nembra, son beatos ya, y es cuestión de que, con el tiempo si aparece un milagro, pueda tener lugar la canonización. Por otro lado, está Isaac García, que fue un hombre laico, casado, de Acción Católica, que ya en vida tenía fama de santidad. Estuvo vinculado a la parroquia de La Corte, en Oviedo, era muy conocido por su trabajo, su vida de familia, el trato con los amigos, un hombre muy querido en Oviedo.
Y finalmente, está la causa de los seminaristas, que son siete jóvenes asesinados entre 1934 y 1936, y el proceso está en Roma. Podríamos decir que si sale adelante será la siguiente beatificación de la diócesis. Estamos trabajando en ello. 

Es importante la labor de difusión de la vida de estas personas que pueden llegar a los altares.

Sí, es importante que se conozca la vida y las virtudes de todas aquellas personas que mueren con fama de santidad. A veces la gente piensa que las personas son santas porque han hecho un milagro, y no es eso lo más importante: son santos por cómo han vivido las virtudes teologales, cardinales y humanas. Eso es lo que hace a una persona santa, el hábito continuo de hacer el bien, y vivir heroicamente las virtudes todos los días. 

¿Cómo debemos vivir este día de Todos los Santos?

El Día de Todos los Santos es una llamada a la santidad. Si uno lee los Hechos de los Apóstoles, se encontrará cómo a los primeros cristianos se les llamaba “santos”. En la Carta a los Romanos, San Pablo se dirige a los fieles de Roma llamándolos “santos”, y lo mismo en la Carta a los Corintios: aspirar a la santidad era lo normal. El Concilio Vaticano II recordó a todos los cristianos, en la Lumen gentium, que tenían que aspirar a la santidad. Ésta es una tarea para todos y no consiste en hacer cosas grandes, difíciles o extraordinarias, sino en hacer bien, con amor, las cosas pequeñas de cada día.

miércoles, 25 de octubre de 2017

HOJA INFORMATIVA (25/10/2017)

-PARROQUIA SANTA MARÍA DE VIELLA-

PARROQUIA:
Recordamos, al igual que el pasado año, que la DEUDA de la Parroquia por la reconstrucción del templo NO HA DESAPARECIDO, si bien, por las gestiones realizadas se ha reducido considerablemente y ha sido asumida por el Arzobispado, pero cargo deudor a la Parroquia por importe aún de 42.148,95€. A este respecto, y salvo contadas y honrosísimas excepciones, LA GENTE HA DEJADO DE COLABORAR, lo que condicionará, sin duda, cualquier proyecto o aspiración futura que la parroquia pudiera plantear.

SALDO A LA FECHA (por Donativos, Colectas ordinarias y  “Servicios”): 2.321,29

CEMENTERIO PARROQUIAL:

CUENTA CEMENTERIO: Banco Popular.- Sigue siendo la misma cuenta y el mismo Banco:
NO HA CAMBIADO): 0075 0882 17 0600242226
Todos los ingresos correspondientes a las cuotas de mantenimiento se realizarán en la cuenta reseñada, solicitando, a ser posible, que los pagos se realicen en los meses de Octubre y Noviembre de cada año para poder hacer así cálculos presupuestarios conforme a las necesidades que se vayan presentando en función de la disponibilidad y liquidez. Quien no pueda hacerlo en esas fechas puede igualmente hacerlo en otras en el año. Seguimos actualizando “al día” una base de datos “Excel” dimanante de las antiguas matrices de recibos de cobro en mano, del propio archivo de datos del Cementerio Parroquial y del registro de pagos de la cuenta bancaria de referencia, configurando así un sistema administrativo de control de pagos más eficaz y actual.

RECORDAMOS, así mismo, que el impago de la cuota puede dar lugar a la revocación del título del “Derecho de Uso” (quien abandona la obligación que conlleva un derecho, abandona también el propio derecho) y, en todo caso, no se atenderá ningún “servicio”, ni por la Funeraria San Mateo (encargada del Cementerio) ni por la Parroquia, que no esté al corriente de pago. Igualmente, TODAS LAS OBRAS que se realicen en los nichos o en su entorno han de contar con el PERMISO ESCRITO DE LA PARROQUIA, titular y única administradora (por medio del Párroco) del Cementerio y sus nichos, y, la concesión de dicho permiso quedará siempre condicionada al cumplimiento del criterio estético que recoge la normativa eclesiástica vigente y que se reseña en el reverso de los “Títulos o Escrituras”, así como ACREDITAR INDEFECTIBLEMENTE el propio derecho y capacidad jurídica para intervenir sobre los nichos.

*SEGUIMOS ARREGLANDO PROBLEMAS DOCUMENTALES Y ADMINISTRATIVOS: Aquellos que hayan perdido el título o no se les haya expedido nunca, o tengan alguna dificultad o duda para acreditar la titularidad de los nichos pueden acudir al Párroco, el cual, dentro de la normativa vigente, tratará de resolverlo realizando las gestiones que procedan.
DESPACHO PARROQUIAL (En Lugones) de 6 a 7 de Martes a Viernes. Tfs. 985 26 04 14 ; 659 31 33 53
(YA SE HAN LEGALIZADO CON TOTAL NORMALIDAD NUMEROSAS SITUACIONES IRREGULARES)

-SALDO ANTERIOR (01/11/2016): 2.976,45€
-INGRESOS POR CUOTAS Y SERVICIOS: 5.846,00€
-GASTOS: 7.439,30€:

*Reparación, saneamiento y pintado de muro perimetral exterior (laterales) e intervención en zonas comunes 2.570,00€
*Mantenimientos, limpiezas y gastos generales 1.419,30€
*Compensaciones por retrocesiones de nichos y reparaciones en éstos para nueva disposición 3.450,00€.- En función de lo anterior, TENEMOS ALGUNOS NICHOS A DISPOSICIÓN
-SALDO A LA FECHA: 1.383,15€


-FUNERARIA SAN MATEO, Concesionaria de Servicios en el Cementerio (985 27 79 99) exigirá siempre para cualquier intervención en los nichos el Título o “Escritura” del “Derecho de Uso” y estar al corriente de pago de las cuotas del 2.005 en adelante, así como el PERMISO DE OBRAS si se pretende hacer arreglos o actuar sobre los nichos.

sábado, 21 de octubre de 2017

Repasando el Catecismo

2186 Los cristianos que disponen de tiempo de descanso deben acordarse de sus hermanos que tienen las mismas necesidades y los mismos derechos y no pueden descansar a causa de la pobreza y la miseria. El domingo está tradicionalmente consagrado por la piedad cristiana a obras buenas y a servicios humildes para con los enfermos, débiles y ancianos. Los cristianos deben santificar también el domingo dedicando a su familia el tiempo y los cuidados difíciles de prestar los otros días de la semana. El domingo es un tiempo de reflexión, de silencio, de cultura y de meditación, que favorecen el crecimiento de la vida interior y cristiana.

2187 Santificar los domingos y los días de fiesta exige un esfuerzo común. Cada cristiano debe evitar imponer sin necesidad a otro lo que le impediría guardar el día del Señor. Cuando las costumbres (deportes, restaurantes, etc.) y los compromisos sociales (servicios públicos, etc.) requieren de algunos un trabajo dominical, cada uno tiene la responsabilidad de dedicar un tiempo suficiente al descanso. Los fieles cuidarán con moderación y caridad evitar los excesos y las violencias engendrados a veces por espectáculos multitudinarios. A pesar de las presiones económicas, los poderes públicos deben asegurar a los ciudadanos un tiempo destinado al descanso y al culto divino. Los patronos tienen una obligación análoga con respecto a sus empleados.

2188 En el respeto de la libertad religiosa y del bien común de todos, los cristianos deben esforzarse por obtener el reconocimiento de los domingos y días de fiesta de la Iglesia como días festivos legales. Deben dar a todos un ejemplo público de oración, de respeto y de alegría, y defender sus tradiciones como una contribución preciosa a la vida espiritual de la sociedad humana. Si la legislación del país u otras razones obligan a trabajar el domingo, este día debe ser al menos vivido como el día de nuestra liberación que nos hace participar en esta “reunión de fiesta”, en esta “asamblea de los primogénitos inscritos en los cielos” (Hb 12, 22-23).

Nuevo leccionario


DOMUND 2017


Al César lo que es del César. Por Raniero Cantalamessa

El Evangelio de este domingo termina con una de aquellas frases lapidarias de Jesús que han dejado una marca profunda en la historia y en el lenguaje humano: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. No más: o César o Dios, sino: uno y otro, cada uno en su lugar. Es el comienzo de la separación entre religión y política, hasta entonces inseparables en todos los pueblos y regímenes. 
Los hebreos estaban acostumbrados a concebir el futuro reino de Dios instaurado por el Mesías como una “teocracia”, es decir, como un gobierno dirigido por Dios en toda la tierra a través de su pueblo. Ahora en cambio, la palabra de Cristo revela un reino de Dios que “está” en el mundo pero que no “es” de este mundo, que camina en una longitud de onda distinta y que, por ello, coexiste con cualquier otro régimen, sea de tipo sacro o “laico”.

Se revelan así dos tipos cualitativamente diversos de soberanía de Dios en el mundo: la “soberanía espiritual” que constituye el reino de Dios y que ejerce directamente en Cristo, y la “soberanía temporal” o política, que Dios ejerce indirectamente, confiándola a la libre elección de las personas y al juego de las causas segundas.

César y Dios, sin embargo, no están al mismo nivel, porque también César depende de Dios y debe rendirle cuentas. “Dad a César lo que es de César” significa, por tanto: “Dad a César lo que 'Dios mismo quiere' que le sea dado a César”. Dios es el soberano de todos, César incluido. No estamos divididos entre dos pertenencias, no estamos obligados a servir “a dos señores”. El cristiano es libre de obedecer al Estado, pero también de resistir al Estado cuando éste se pone contra Dios y su ley. En este caso, no vale invocar el principio del orden recibido de los superiores, como suelen hacer ante los tribunales los responsables de crímenes de guerra. Antes que a los hombres, hay que obedecer a Dios y a la propia conciencia. Ya no se puede dar a César el alma que es de Dios.

El primero en sacar conclusiones prácticas de esta enseñanza de Cristo fue San Pablo. Escribió: “Sométanse todos a las autoridades constituidas, pues no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que existen, por Dios han sido constituidas. De modo que, quien se opone a la autoridad, se rebela contra el orden divino. Por eso precisamente pagáis los impuestos, porque son funcionarios de Dios, ocupados asiduamente en ese oficio” (Rom 13, 1 ss.). Pagar lealmente los impuestos para un cristiano (también para toda persona honrada) es un deber de justicia y por tanto un deber de conciencia. Garantizando el orden, el comercio y todos los demás servicios, el Estado da al ciudadano algo por lo que tiene derecho a una contrapartida, precisamente para poder seguir dando estos servicios.
La evasión fiscal, cuando alcanza ciertas proporciones -nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica-, es un pecado mortal, similar al de cualquier robo grave. Es un robo hecho no al “Estado”, o sea, a nadie, sino a la comunidad, es decir, a todos. Esto supone naturalmente que también el Estado sea justo y equitativo cuando impone las tasas.

La colaboración de los cristianos en la construcción de una sociedad justa y pacífica no se agota con pagar los impuestos; debe extenderse también a la promoción de valores comunes, como la familia, la defensa de la vida, la solidaridad con los más pobres, la paz. Hay también otro ámbito en el que los cristianos deberían dar una contribución más grande a la política. No tiene tanto que ver con los contenidos como con los métodos, el estilo. Es necesario desempozoñar el clima de lucha permanente, procurar mayor respeto, compostura y dignidad en las relaciones entre partidos. Respeto al prójimo, moderación, capacidad de autocrítica: son rasgos que un discípulo de Cristo debe llevar a todas las cosas, también a la política. Es indigno de un cristiano abandonarse a insultos, sarcasmo, rebajarse a riñas con los adversarios. Si, como decía Jesús, quien dice al hermano “estúpido” ya es reo de la Gehenna, ¿qué será de muchos políticos?