lunes, 15 de agosto de 2022

Funeral

La Asunción de María. Por Joaquín M. Serrano Vila

Gran Solemnidad la que hoy nos ocupa, y que en nuestra Patria y en nuestra tierra asturiana tiene también unas vibraciones especiales; España es tierra de María, y siempre ha sido un país inmaculista. En su catolicidad defensora del dogma de la Purísima Concepción, Patrona de nuestra nación junto con el Apóstol Santiago, pero yo también me atrevería a afirmar que España tiene igualmente mucho de Asuncionista. La devoción de nuestro pueblo fiel hacia esta verdad de fe de Nuestra Señora lo atestiguan los innumerables santuarios, parroquias, ermitas, pueblos y barrios que hoy 15 de agosto celebran a María.

Es un día para la alegría, y para la evaluación personal de nuestros recorridos personales y de comunidad. Con Nuestra Madre del cielo nos gozamos de ver que Ella ha completado lo que a nosotros aún nos falta; vemos a María glorificada, asumpta en cuerpo y alma al cielo, preservada del sepulcro… en Ella se ha cumplido en su perfección la redención de Cristo su Hijo; nos unimos a toda la Iglesia que festeja en este día la Pascua de María. La liturgia de este día es una invitación a ensanchar el corazón, viendo que un congénere mortal como nosotros es el exponente del perfecto resultado de que vivir de cara a Dios, que tiene su premio final. Santa María ha llegado al cielo, y nosotros cristianos queremos decirle hoy: ‘’Madre querida, yo también quiero ir al cielo, quiero seguir tus pasos, vivir conforme al Evangelio, vivir siguiendo a tu Hijo, para poder algún día llegar al Reino prometido donde ya moras’’.

Hay quienes piensan que la Asunción de María es como la Ascensión de Jesús, pero lo teológicamente correcto es afirmar que estamos ante una prolongación del día de la resurrección del Señor. Cada vez que despedimos a un difunto es lo que pedimos, que sea asociado a la Pascua de Cristo al igual que ha sido ya asociado a su muerte. Es curioso que el domingo de Pascua de Resurrección las iglesias de nuestros pueblos estén casi vacías y, sin embargo, se llenen el día de la Asunción. Es una contradicción en sí misma, pues sin la resurrección de Cristo no hay Asunción de María. No podemos separar a María de Cristo, pues nada hay que le duela a una Madre que desprecien a su Hijo.

La Solemnidad de la Asunción es una fecha para repensar la dirección de mi camino existencial, y preguntarnos: ¿voy hacia el cielo con Jesús? ¿preparo el encuentro?...  Es cierto que Nuestra Señora tuvo la gracia especial de ser la madre del Salvador, y por eso es premiada con la gloria, no sólo por haber llevado a Jesucristo en su vientre, sino porque, además, vivió su existencia como perfecta discípula, modelo de mujer orante siempre confiada a los designios de Dios en su vida. Esto no nos puede servir de excusa para pensar a veces: ¡es muy difícil seguir su ejemplo; mejor tirar la toalla! Al contrario, huyamos de esos susurros del maligno que siempre nos invita a encaminarnos por la senda que más nos aleja de la salvación. Tenemos a los Santos -de nuestra particular devoción- como prueba evidente de que es posible alcanzar el cielo. Si bien, María, lo hace de una forma muy especial: Ella es asunta en cuerpo y alma al cielo. Si vemos la historia de nuestros santos y beatos, comprobamos qué, ciertamente, la Iglesia nos confirma que sus almas ya están con Dios, más sus cuerpos, sus restos mortales, están aquí entre nosotros. Como muy a buen seguro habrá tantos santos anónimos en nuestros cementerios.

Acudamos a María, y pidámosle que nos ayude a encaminar nuestra vida al cielo, que se haga verdad en nosotros lo que hemos pedido al Señor en la oración colecta de esta misa: ‘’que aspirando siempre a las realidades divinas lleguemos a participar con ella de su misma gloria en el cielo’’.

Una fiesta al estilo de María. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

 No podemos negar que había ganas de recuperar la fiesta, de empezar a dejar atrás las penas de la dramática situación acaecida estos últimos años, en los que hemos de agradecer que en nuestra parroquia de Viella, sus gentes y residencias de mayores, no tuvimos que lamentar lo ocurrido en otras localidades donde los contagios y las muertes fueron muy numerosas. Ojalá nos sirva la experiencia de la pandemia no sólo para recordar lo malo, sino, a partir de ahora, valorar tanto bueno de lo que fuimos privados. Quizá vivíamos un poco a la carrera de muchas cosas sin tomar conciencia de los momentos importantes que la vida nos ofrece, y es que hasta los detalles más pequeños  merecen ser valorados dentro del principal don que disfrutamos: la misma vida.

La fiesta de un pueblo es algo que no se debería de perder y, por desgracia, son muchas las que ya han caído en el olvido. Viella es un lugar ciertamente privilegiado por su situación geográfica, sus comunicaciones, sus empresas, su escuela funcionando, su iglesia con culto regular con una fiesta de prao tan sencilla como emotiva. Quizá este sea uno de los principales alicientes de Viella. Una chica me comentaba que cuando ella era adolescente no se perdía una fiesta del contorno, pero las que con más ilusión esperaba eran las de Viella. En esta fiesta no hay la gente que va la Corredoria, las orquestas que vienen al Carbayu, ni las atracciones que ofrece Santa Isabel. Quizá lo genuíno en ella es la fiesta de prau de toda la vida con sus gentes compartiendo la tortilla, empanada o bollo preñau, entre amenas y familiares conversaciones regadas con culines de sidra y botellas de vino. Una mesa después de la misa y procesión que promueve y a la que convoca la Patrona, y que rezuma asturianía entre mayores y pequeños.

Ya en su tiempo los apóstoles discutían sobre cuál era "el más grande''; Jesús les deja claro que el que quiera ser el más grande ha de ser el servidor de todos. En esto incide mucho el Papa Francisco al recordarnos que "la grandeza y el éxito, a los ojos de Dios, tiene otro nivel". Por eso no ha de molestarnos que digan que Viella es una parroquia humilde y sencilla, y es que éste es el mejor piropo que se nos puede regalar. De esta forma definimos a la Santísima Virgen qué, además de ser la Anfitriona, con toda razón podemos aplicar aquí lo que a Ella define: ''Viella, parroquia humilde y sencilla, como María de Nazaret''. Por ser así, María encontró gracia ante Dios -como le dijo en Ángel Gabriel- y Ella responde entonando su canto de acción de gracias en el que agradece al Señor que haya mirado “la humildad de su sierva, la humillación de su esclava”. He aquí la importancia de saber valorar la grandeza de lo pequeño, pues como decía también Blaise Pascal: ''la mayor grandeza está en saber reconocer la pequeñez''.

Cuando en 2013 me dijeron desde el Arzobispado que iba ser el párroco de Viella tuve la curiosidad de buscar el número de habitantes censados: 10 vecinos en La Belga, 14 en Cogollo, 154 en la Fresneda Vieja, 295 en Naón y 676 en Viella; en total 1.149 habitantes. Un número importante de éstos son personas mayores y enfermos, pero para ellos también son días alegres, jornadas en que su rutina monótona la actualiza la nostalgia, y su semblante se transforma cuando por sus ventanas se cuelan los sones de la fiesta. Son días hermosos para ''hacer pueblo'', para aparcar rencillas aldeanas y compartir la alegría de celebrar juntos “la Asunción” de este 2022 tras el aviso y constatación de nuestra pequeñez.

Para cualquier sacerdote el mayor orgullo y aspiración es ser “cura de pueblo”; no hay cargo mayor. Recuerdo que un día cenando en Oviedo con otro compañero, un camarero me dijo: ''¡anda el cura de mi pueblo; yo nací en Viella!''… En otra ocasión, en la Feria de Muestras de Gijón, me preguntaron si no era yo el sacerdote de Viella, pero lo más peculiar que me ha pasado fue cuando fui al funeral de un sacerdote en Oviedo y dejé el coche en un “parking”, y cuando iba a salir me paró un señor que me dijo que era el dueño del aparcamiento y, pidiéndome el ticket, escribe a bolígrafo: ''No cobrar, párroco de Viella''... Un orgullo constatar la realidad de que Viella ha dado gente buena, incluso excelente.

No quiero pasar sin detenerme en el reconocimiento sincero a todas las entidades del pueblo por su perseverancia y buen hacer para la localidad, así como su cariño y deferencia que siempre han mostrado hacia la Parroquia, empezando por felicitar especialmente y animar a la Comisión de fiestas ''Los Paxarros'', sucesores del  ''El Pielgu''. Sabemos que fue muy duro el 2020, pero al menos celebramos con la mayor dignidad posible la misa patronal, la cual retransmitimos por “Facebook” teniendo un total de 414 visualizaciones. El año pasado ya había más sabor festivo, y ya sólo el gesto del bollu y la botella de vino despertó la ilusión adormecida de la folixa: volvía a estar ''Viella en fiestas''. Nunca dejemos de motivar que la juventud siga sintiendo dentro su pueblo y animar a los más jóvenes a tomar el relevo. La Parroquia y el Párroco siempre estará con ellos. Es positivamente sorprendente la armonía y buena sintonía que hemos tenido siempre con los más jóvenes… Ojalá no tengamos que volver a vivir años sin fiesta, de momento, hagamos fiesta por la vida y los años que tenemos. La Tradición nos dice que María en el momento de su Asunción tenía 72 años, pues que Ella interceda de forma especial este año por todos nosotros y muy especialmente por los más mayores de Viella que ya han superado la edad de María.

Para todos de corazón: ¡¡Felices Fiestas de la Asunción de Viella 2022!!

Joaquín, párroco

Bautizo de Emma

Asunción 2022



Fiesta 2022


Recuerdo para la Orden de Predicadores


Un feligrés de Lugones nos ha regalado dos cruces de la Orden de Predicadores que le hemos colocado a la Virgen del Rosario y su niño en recuerdo de los dominicos nacidos en Viella.

Aviso Flores

Horario de Invierno

Horario de Verano

Fiesta Sacramental 2022

 



Aviso Cementerio

Cartel de Semana Santa