sábado, 30 de marzo de 2019

La Basílica más antigua de la diócesis. Por Agustín Hevia Ballina

(Iglesia de Asturias) El veinte de agosto del año del Señor de 1872, puede apuntarse como un hito señero en el discurrir de la vida catedralicia. El Obispo de Oviedo D. Benito Sanz y Forés, que tantos méritos acumuló en relación al engrandecimiento de su catedral y no menos con el embellecimiento de Covadonga, solicitaba a Su Santidad el Papa Pío IX la gracia de que concediera a su templo catedralicio el título de Basílica Menor, con todos las repercusiones canónicas y litúrgicas, que se consideraban inherentes y anejas a tan honorífico título. Se adelantaba al mismo tiempo a la espléndida restauración que planeaba llevar a cabo del retablo mayor catedralicio, el tercero en importancia de los retablos góticos de España, que venía a serlo tal, tras los de Toledo y Sevilla.

Se manifestó la munificencia y favor del Romano Pontífice accediendo a las “vehementes preces del querido hijo, el Venerable Hermano, Obispo de Oviedo, D. Benito Sanz y Forés, mediante las Letras Apostólicas, de 20 de agosto de 1872, haciendo honra a la celebridad de la ciudad de Oviedo y de su catedral, al esplendor de las mismas, al gran número y dignidad de las sagradas reliquias, que el pueblo cristiano acude, numerosísimo, en peregrinación, a adorar y venerar”

El venerable anciano, que ya lo era, el Santo Padre Pío IX, en virtud de las Letras Apostólicas, ya aludidas, valiéndose de su apostólica autoridad vino en erigir y erigió en Basílica Menor a la Iglesia Catedral de Oviedo, y a ella vino a conceder todos y cada uno de los derechos, privilegios, prerrogativas, honores y preeminencias de que disfrutan y gozan, en la ciudad santa, que es Roma, las basílicas menores, tal como en el presente los tengan o puedan en el futuro tenerlos y disfrutarlos.

La repercusión de la noticia en los ámbitos diocesanos fue in-mensa. La prensa se hizo eco de la importancia de la concesión. Las actas capitulares dejaron constancia del significado gozoso que entrañaba la efeméride, tomando el pertinente acuerdo de dejar constancia para futura memoria del acuerdo de fijar una lápida en la pared del lado izquierdo del crucero. En ella, en conciso y expresivo texto latino, que te traduzco, quedó el testimonio de la efeméride: “Con su munificencia y favor, el Sumo Pontífice, Pío IX, enriqueció con privilegios esta Santa Iglesia Catedral, a 20 de agosto de 1872”.

Y singularmente, el Boletín Eclesiástico del Obispado publicó, también en gratísimo latín, una disertación, cuyo título queda así reflejado: “Disertación sobre la Doctrina Canónica acerca de los privilegios concedidos a iglesias especialmente relevantes, pronunciada en alabanza y loa de la Santa Catedral Ovetense, por el título de Basílica recientemente concedido, disertación tenida en la cátedra de Disciplina Eclesiástica del Seminario Conciliar de esta diócesis en la fiesta del aniversario de la Dedicación de la Iglesia”. El autor era D. José Messeguer y Costa, Secretario de Cámara y Gobierno de Sanz y Forés. Catedrático de Disciplina Eclesiástica. Fue nombrado Obispo de Lérida en 1889 y Arzobispo de Granada en 1905, donde murió el 9 de diciembre de 1920.

Del texto de esta disertación se hizo una edición aparte del Boletín, que recientemente tuve la suerte de incorporar a mi librería personal. No puedo dejar de aflorar mi vena de bibliófilo. Sobre su contenido tengo en vía una análisis más pormenorizado de algunos aspectos singulares de este hermoso texto, que ha sido incorporado a los propios de la diócesis, reformados según el Concilio Vaticano II.

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