sábado, 21 de enero de 2017

Ser ecuménico es...

Resultat d'imatges de ecumenismo

Escribe el Delegado episcopal de Ecumenismo, Silverio Rodríguez Zapico.

A partir del Decreto del Concilio Vaticano II sobre el Ecumenismo Unitatis redintegratio (UR) quien no fuera ecuménico no puede ser católico. El texto dice claramente que “el empeño por el restablecimiento de la unión corresponde a la Iglesia entera, afecta tanto a los fieles como a los pastores…”(UR,5) Por tanto, no cabe decirse católico y ser reacio al movimiento ecuménico.
Seamos objetivos: en España ni por parte católica, ni por parte de un buen número de grupos evangélicos españoles, hay un interés claro por el ecumenismo. Los unos, porque se apoyan en la tradición: hemos sido la Iglesia toda la vida. Y los otros, porque hay auténtica negación del ecumenismo incluso en el término. La palabra “ecuménico” suscita verdaderas fobias en algunos sectores. No son pocos los cristianos que ignoran esto y que se preguntan qué es ser ecuménico.

Ser ecuménico es más que un acercamiento y reconocimiento impasible e indiferente a la experiencia de otras personas. Es un compromiso en tres tiempos: salir de nosotros mismos con la palabra, escuchar la palabra del otro, haciendo que las palabras se encuentren y se unan, para que puedan encontrarse los corazones, y acabar con un buen apretón de manos. Palabra, corazón y manos.
Ser ecuménico es don y gracia. Resulta muy significativo que Jesús expresara su deseo de unidad no en una doctrina o mandamiento, sino en una plegaria al Padre. La unidad de los cristianos tiene bastante de sueño loco, lleno de dificultades y experiencia de cruz, de impaciencia y paciencia, sabiendo que finalmente todo queda en manos de Dios.
Ser ecuménico es aprender a ser auténticamente tolerante. La tolerancia no es la simple coexistencia. Ese tipo de tolerancia es muy poco. Hoy se nos pide ser unos para otros como el fermento. La intolerancia comienza cuando se piensa que una parte tiene la verdad y los otros no, y hay que convencerlos y ‘pescarlos’ de alguna manera.
Ser ecuménico es una verdadera conversión. Es un cambio de mentalidad y de actitud ante los demás cristianos. La persona ecuménica ya no les considera hoy como enemigos o extraños, ni siquiera los designa como “hermanos separados”, sino como “hermanos en la fe” o “hermanos en Cristo”.
Ser ecuménico es buscar la ayuda mutua, ofrecer el modo de que otros cristianos asentados entre nosotros puedan tener proyectos comunes de calidad: conocernos mejor, tratarnos, participar en encuentros, estudiar la teología y la historia con verdadero espíritu ecuménico, utilizar la Biblia Interconfesional, compartir espacios entre nosotros…
Ser ecuménico es ser solidarios en el servicio a la humanidad y trabajar juntos por la defensa de la dignidad humana, la promoción del bien y la paz.
Ser ecuménico es llamarse de verdad cristiano y por tanto tener prisa en conseguir la unidad. Todo líder cristiano piensa en ello como primer objetivo. Ante las barreras casi insuperables, los corazones se desazonan. Pero el Señor mismo insiste en que hay un camino: el camino de la oración con fe en la unidad. “Os aseguro que si tuvierais fe, nada os sería imposible” (Mt 17,20). “Y todo lo que pidáis con fe en la oración lo obtendréis” (Mt 21,22). “Os concederé todo lo que pidáis en mi nombre” (Jn 14,14).

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