sábado, 14 de mayo de 2016

Pidamos la gracia de mordernos la lengua, propone el Papa Francisco en la misa de Santa Marta


(Zenit) Jesús, antes de la Pasión, rezó por la unidad de los creyentes de las comunidades cristianas, para que sean una sola cosa como Él y el Padre, y así el mundo crea. Lo ha recordado el papa Francisco en la homilía de la misa celebrada en la residencia Santa Marta en la mañana del jueves.

De este modo, el Santo Padre ha asegurado que “la unidad de las comunidades cristianas, de las familias cristianas, son testimonio: son el testimonio del hecho que el Padre haya enviado a Jesús”.

También ha reconocido que quizá, llegar a la unidad –en una comunidad cristiana, en una parroquia, en un episcopado, en una institución cristiana o en una familia cristiana– es una de las cosas más difíciles.

Asimismo ha asegurado que “nuestra historia, la historia de la Iglesia nos hace avergonzar muchas veces: hemos hecho guerras contra nuestros hermanos cristianos”. Y ha puesto como ejemplo la guerra de los treinta años.

Por eso, Francisco ha precisado que donde “los cristianos se hacen la guerra entre ellos” no hay testimonio. En esta línea, ha asegurado que debemos pedir perdón al Señor por esta historia. Una historia de muchas divisiones, pero no solo en el pasado, sino también hoy.

Al respecto ha contado que una vez, un cristiano católico preguntaba a otro cristiano de Oriente: ‘Mi Cristo resucitado es pasado mañana. ¿El tuyo cuándo?’ Ni siquiera en la [fecha de la] Pascua estamos unidos “y el mundo no cree”, ha reconocido.

Por otro lado, el Santo Padre ha observado que ha sido la envidia del diablo la que ha hecho entrar el pecado en el mundo. Así, también en las comunidades cristianas “es casi habitual” que haya egoísmo, celos, envidias, divisiones. Y esto, ha advertido, “lleva a hablar mal el uno del otro”.

El Papa ha explicado que en su país “a estas personas les llaman ‘cizañeras’: siembran cizaña, dividen. Ahí las divisiones comienzan con la lengua”.

La lengua –ha observado– es capaz de destrozar una familia, una comunidad, una sociedad; sembrar odio y guerras. En vez de buscar una aclaración “es más cómodo hablar mal” y destrozar “la fama del otro”.

Para explicar esto, el Papa cita el conocido episodio de san Felipe Neri que a una mujer que había hablado mal, como penitencia le dice que desplume un pollo, disperse las plumas por el barrio y después las recoja. “¡No es posible!”, exclamó la mujer. “Así es cuando uno habla mal”, fue la respuesta.

“Hablar mal es así: ensuciar al otro. El que habla mal, ensucia, destruye. Destruye la fama del otro, destruye la vida y muchas veces sin motivo, contra la verdad”, ha advertido el papa Francisco.

Por eso, ha recordado que Jesús ha rezado por nosotros, por todos nosotros que estamos aquí y por nuestras comunidades, nuestras parroquias, nuestras diócesis: “que sean uno”.

Para concluir la homilía, el Pontífice ha invitado a pedir al Señor la gracia y el don de la unidad, es decir, el Espíritu Santo. “Pidamos la gracia de la unidad para todos los cristianos, la gran gracia y la pequeña gracia de cada día para nuestras comunidades, nuestras familias; y la gracia de mordernos la lengua”.

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