sábado, 28 de mayo de 2016

Ante el Día de la Caridad: el sacramento de la compasión



(Iglesia de Asturias) Este domingo, 29 de mayo, la Iglesia celebra la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo; el Corpus Christi. Es, también, el Día de la Caridad. 

“La Eucaristía, centro y fuente de toda la vida de la Iglesia, es también el gran sacramento de la compasión de Dios” han subrayado los Obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Española, en su mensaje con motivo de esta festividad. En él, además, recalcan que en este Año de la Misericordia, la contemplación y la adoración del Señor en el sacramento de la Eucaristía nos ayuda a crecer y avanzar en el camino de la compasión. Un camino recorrido por Jesús hasta el extremo.

En nuestra diócesis, desde el año 2012, las Delegaciones encargadas de la labor social y caritativa de la Iglesia se encuentran agrupadas en la Comisión de Caridad y Servicio. Son, en total, cinco: Pastoral Penitenciaria, Secretariado de Migraciones, Pastoral de la Salud y Manos Unidas, todas ellas coordinadas por el Delegado episcopal de Cáritas. Con motivo del Día de la Caridad, hemos reunido a los responsables integrantes de esta Comisión, para conocer de primera mano cómo es la labor de la Iglesia en la diócesis con los más necesitados.

¿Qué ventajas ha traído la organización de esta Comisión de Caridad y Servicio?

Jesús Rodríguez de la Vega. Delegado de Cáritas:
La Comisión Caridad y Servicio responde a la última restructuración de la Curia diocesana, y en ella se vió que estas delegaciones, que son un servicio para que la Iglesia esté cerca de los más necesitados, tendrían que estar en un ámbito que facilitara el que trabajaran coordinadamente. Nuestra experiencia de este trabajo es aún pequeña y humilde. En estos años hemos procurado reunirnos una vez al mes, y en esas reuniones hemos ido planteando y poniendo sobre la mesa la realidad de cada una de las Delegaciones, sus dificultades, sus aspiraciones, y hemos empezado a dar pasos de coordinación.
Por parte de todos hay una disposición muy positiva a ir concretando acciones para trabajar de forma complementaria porque lo cierto es que el sujeto al que atendemos, o que llega a cada una de las Delegaciones, en muchos casos es el mismo sujeto. 

José Antonio García Quintana SJ. Pastoral Penitenciaria: Es importante, como decía Jesús, recordar que todo esto responde al Plan Pastoral Diocesano, que tiene dos pivotes, la comunión eclesial y la transmisión de la fe. En cuanto comunión eclesial, en todas las dimensiones que tiene la Iglesia: la caritativa, la catequética, la intelectual y la sacramental, estamos todos unidos, haciendo cosas distintas. Dentro de lo que sería la dimensión caritativa, en la Comisión de Caridad y Servicio nuestra labor es acoger, acompañar y promover humana y socialmente a cuantos sufren la precariedad, la soledad, la exclusión, y en el caso de Pastoral Penitenciaria, todo eso sumado a la privación de libertad.

¿Cuál es la labor de la Iglesia en vuestras Delegaciones?

José Antonio García Quintana, SJ:
Fundamentalmente, el trabajo que se hace es acompañar. Todos los días estamos en la cárcel atendiendo a las demandas en tres dimensiones: una dimensión de asesoría jurídica, otra dimensión social, donde fundamentalmente nos centramos en personas indigentes, sin medios económicos –en colaboración con Cáritas estamos tendiendo una red para ponernos en contacto con personas que no tienen nada y podamos contactar con sus familias para saber qué está pasando–. Además, dentro de la cárcel estas personas están en los módulos ordinarios, donde hay menos atención. Por tanto, nuestra presencia ahí tiene que ser mayor, precisamente, con esas personas. Hacemos también una labor de intentar responder a las demandas que se nos presentan, de cursos de formación. Ahora mismo a través de voluntarios de Cáritas, estamos coordinando unos cursos de economía doméstica, salud, deportes e inglés, y vamos a empezar con carnet de conducir, y con un taller literario de expresión oral y escrita. Son todas cosas que nos demandan los presos, es decir, que la demanda surge de ellos e intentamos responder en la medida de los posible. Finalmente, la tercera dimensión es la pastoral. Por un lado, el catecumenado de adultos, para aquellas personas que se quieren confirmar, bautizar etc. y la atención sacramental –confesiones, celebraciones de la Eucaristía–. 

En la prisión de Villabona hay en torno a 1.200 presos con una variedad de casos y de personas tremendo. Yo creo que la presencia de la Iglesia es sobre todo una labor presencial. Por eso, me parece muy interesante esta Comisión de Caridad y Servicio, donde subrayamos la colegialidad, intentar colaborar entre nosotros en equipo porque muchas veces los sujetos con los que trabajamos son los mismos, y es bueno saber lo que está haciendo pastoral de la salud, inmigrantes, Cáritas y Manos Unidas, porque todo eso nos ayuda a tener una visión más amplia y reconocer que se trata de una misión de la Iglesia, que no es de nadie en particular, ni de colectivos cerrados ni de huertos particulares, sino de toda la Iglesia diocesana. No es una cuestión de egos ni de protagonismos.
Luis Ricardo Fernández Sánchez. Pastoral de la Salud

En nuestra Delegación lo que la Iglesia busca es estar cercano al mundo del sufrimiento, de los enfermos y de los mayores. Eso se hace, por un lado, desde la parroquia, donde hay grupos de pastoral de la salud atentos a aquellos miembros de la comunidad que pasan por el dolor y la enfermedad, y, por otro lado, desde las capellanías que hay en los diferentes hospitales de Asturias, donde estamos los sacerdotes. Y desde ahí se articula esta Delegación, junto con la comisión de caridad y servicio, intentando estar cercana a ese mundo del dolor, para las personas más solas y necesitadas. 
 
Hna. Alicia M.ª Fernández Pérez. Secretariado de Pastoral de Inmigrantes: Desde el encargo recibido, la nombrada como responsable de Inmigrantes soy yo, pero es toda mi comunidad de Religiosas de María Inmaculada la que lleva adelante esta labor. Y es que desde nuestro carisma, el mundo de las migraciones encaja perfectamente, porque de hecho así fueron nuestros comienzos, atendiendo a los inmigrantes que venían hace más de un siglo, de los pueblos a las ciudades buscando trabajo. Hoy ya no vienen de los pueblos, pero sí de otros continentes, de países muy lejanos o quizá más cercanos, pero al final, con realidades y problemáticas muy parecidas. 

A la hora de concretar nuestra tarea lo cierto es que con quien más trabajamos, es con la mujer. No es que no haya inmigrantes varones, hay muchos, pero quizá el mundo laboral para la mujer, dentro de lo difícil que está, tiene más posibilidades. Para la mujer inmigrante hay más trabajo, y si hay trabajo, hay dignidad, porque se sienten mucho más autónomas. Eso sí, son trabajos desarrollados en su inmensa mayoría por mujeres inmigrantes, como son empleadas del hogar, o en empresas de limpiezas, y trabajos, en general, muy humildes. 

A la hora de colaborar en la Comisión de Caridad y Servicio, es muy interesante porque si yo veo una carencia económica, desde mi Delegación no la puedo afrontar, pero la remito a Cáritas, porque sé que ellos van a responder de esa dimensión. Además, tenemos inmigrantes en la cárcel, también, y claro no nos podemos hacer allí presentes, porque aunque tenemos voluntariado, no es tan fácil, sin embargo, sabemos que allí está la Iglesia representada, y lo mismo en el ámbito de la enfermedad.

En el mensaje de los Obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social con motivo de la festividad del Corpus Christi, se habla de la cultura de la compasión. ¿Cómo ayudar a extenderla en la sociedad?

Jesús R. De la Vega: En la reciente conferencia de Mons. Mario Iceta, Obispo de Bilbao, en el Seminario de Oviedo, éste recordaba que la misericordia tenía que empezar por uno mismo, dejarse coger por la misericordia de Dios para luego poder ayudar. Yo creo que esta cultura de la compasión empieza por tener yo la experiencia de que alguien ha tenido compasión de mí, y que me acepta todos los días a pesar de mis pobrezas. Sólo desde ahí puedo mirar al otro con ojos de compasión, o, ir más allá del simplemente dolerse con el otro, sino acoger y acompañar, para ayudarle a descubrir que tiene capacidades para vivir con dignidad.

Luis Ricardo Fernández: Hace unos años Manos Unidas hizo una campaña cuyo lema era “Cambia tu vida para cambiar el mundo”. Yo creo que ahí está la clave de la cultura de la compasión. O nos convertimos cada uno de nosotros, o si no, es muy difícil. Yo cuando leía el mensaje de la festividad del Corpus de este año me venía a la cabeza un documento bastante reciente y muy importante de los obispos españoles, que se titulaba “La Iglesia servidora de los pobres”. Ahí yo creo que está la clave de este estilo que tiene el Papa Francisco y que, gracias a Dios, está calando ya tanto en los obispos como en el pueblo de Dios. Estas claves que nos dan los Obispos en este mensaje del Corpus son muy sencillas pero a la vez yo creo que es un mensaje contracultural. En un mundo donde todos estamos a ver cómo ganamos y tenemos más, aquí se nos viene a decir que la clave está en otro sitio: estar más atentos, salir al encuentro del otro, acompañar, curar heridas y trabajar por la justicia. Que no es patrimonio de otros, sino que debiera ser algo muy claro dentro del sentir y vivir de los cristianos y a veces se nos nota poco.

José Antonio G. Quintana SJ: En el espacio de la prisión, yo creo que la peculiaridad de esta cultura de la compasión pasa también por otro concepto muy importante que es el perdón y la reconciliación. Nosotros insistimos mucho en esa labor de escucha. No ir con mis egos, sino que voy a escuchar, a centrarme en el otro, no en mí mismo, y sobre todo el acompañar y comprender esa narrativa principal del preso, de la persona que está allí, por qué ha llegado a estar preso en la cárcel, cuál ha sido el itinerario de su vida etc. Yo creo que la misma escucha es terapéutica, y ayuda a reconciliar y a sacar muchas cosas que tienen, y reconciliarse también con muchos momentos dolorosos de su vida. Yo creo que el perdón cristiano es lo más revolucionario que hay porque es admitir que alguien se ha reconciliado con Dios, que tiene capacidad de empezar de nuevo, y eso desgraciadamente en nuestra sociedad a mucha gente les molesta. Les gusta más vivir con chivos expiatorios a los que siempre culpabilizar. 

Alicia M.ª Fernández Pérez: Hace muchos años una misionera laica que nos dio una charla, nos dijo algo que para mí fue clave. A raíz de algo que le preguntaron, ella dijo que los pobres no tienen por qué ser perfectos. Que también tienen pecados, hacen cosas mal. El pobre no está obligado a ser la persona perfecta. Y yo creo que eso todavía nos falta por conseguir. Somos muy dados, –yo también– a juzgar. Pensar en la ropa que lleva y de dónde la habrán sacado, o si nos están mintiendo. Son cosas que nos hacen mal y que nos restan generosidad, y no nos dejan ver que las pobrezas son múltiples, que tienen muchas caras. A mí me da pena, sobre todo, cuando oigo determinadas expresiones en personas creyentes. Me hacen mucho daño. Creo que es preferible confundirse haciendo el bien, que dejar de hacer el bien por miedo a equivocarse. No vamos a ser ingenuos, pero hay que tener mucho corazón.

¿Cómo valoran la presencia de la pobreza y de los más necesitados en los medios de comunicación? ¿Es una presencia realista?

Luis Ricardo Fernández. Yo creo que se presenta con sensacionalismo. La pobreza no aparece con objetividad, sino de tal forma que llame la atención para ser leído. 

Jesús R. De la Vega: Además hay un problema. Desde la Iglesia, cuando hablamos de las diversas pobrezas, nunca podemos dejar de preguntarnos el por qué. Qué hay detrás, cuáles son las causas, porque éstas tienen nombre. Es un sistema económico que mata, como decía el Papa, son unos intereses financieros… y claro los medios de comunicación, si quieren ser auténticamente objetivos, tendrían que poner el dedo en esas llagas, y eso yo creo que no conviene ni interesa en muchas ocasiones. 

¿Cómo valoran la labor de denuncia de las injusticias, por parte de la Iglesia?

José Antonio G. Quintana: En realidad, cuando los obispos escriben documentos como “La Iglesia servidora de los pobres”, eso no sale de la nada, sino de todo un trabajo de investigación que ha habido detrás, con el fondo de muchas diócesis, de muchos grupos, de mucha gente que ahí y gracias a todas esas personas se puede denunciar situaciones como la cosificación de la pobreza, la manipulación de determinados eventos o realidades para favorecer ideologías, etc. Sin embargo, la mejor denuncia es seguir haciendo nuestro trabajo y permanecer un poco neutrales ante cualquier tipo de manipulación que nos afecte, bien por intereses partidistas, o para otra cosa. Ése es un peligro permanente al que estamos expuestos.¨

¿Qué importancia tienen los voluntarios en la labor de todas estas Delegaciones diocesanas?

José Antonio García Quintana SJ: Son la fuerza de la Iglesia. Necesitamos un voluntariado que tenga un sano sentido eclesial, una referencia de en nombre de quién están realizando su labor, evitar protagonismos personales y también formación. Trabajamos con realidades muy complejas y delicadas donde no puede ir cualquiera, sino personas muy preparadas, no sólo desde el punto de vista eclesial y religioso, sino también técnico, de escucha, atención y discreción. Cada vez más el voluntariado es una labor fundamental en la Iglesia. Eso no quita para que tú tengas a personal técnico contratado, que debe ser así porque la atención a las personas exige invertir recursos, pero la de los voluntarios es una labor complementaria, da mucho cuerpo y es muy necesaria.

Jesús R. De la Vega: Como Comisión, nos compete una tarea muy importante de sensibilizar y concienciar de que el voluntariado no es tarea de unos pocos a los que les sobra tiempo, sino que es una consecuencia de mi vocación bautismal como cristiano. Lo que se me ha dado, lo tengo que compartir. Incluso la palabra voluntario yo sería partidario de desterrarla, porque suena a alguien que dedica unas horas a hacer algo y luego se va a su vida, y yo creo que el ser cristiano debiera ser una vocación que impregna toda la vida.

Luis Ricardo Fernández: Estoy de acuerdo porque creo que en la Iglesia utilizamos el término voluntario para homologarnos con la sociedad civil. Hay que ser cristianos en todas las facetas de la vida, también en el trabajo o la familia.

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