(Infovaticana) En la década de los treinta del siglo XX se llevó acabo una de las persecuciones religiosas más sanguinarias de la historia de España. Hoy se honra a aquellos que perecieron por su Fe.
El nombre de la fiesta causó mucha polémica en su momento, decidiéndose asentarse en la conmemoración de los “Mártires del siglo XX”, con carácter de fiesta obligatoria, para así agrupar a los mártires de la II República Española y la Guerra Civil en su conjunto. El número de mártires asciende a cantidades incalculables, aunque han sido beatificados y canonizados tan solo aquellos de quienes se guardaron testimonios verosímiles que aseguraran que era su Fe la causa de su asesinato. Por supuesto, el número de mártires anónimos puede aumentar en mucho al de los conocidos, y a todos ellos se pretende recordar este día.
Con motivo de la beatificación de nuevos mártires en Tarragona en el año 2013, Mons. Martínez Camino, secretario general de la Conferencia Episcopal, afirmó que la cifra de mártires españoles del siglo XX, beatificados y canonizados, ascendía a 1523, pero que como era sabido, durante esos años inicuos, la Fe fue el motivo del asesinato de más de siete mil miembros del clero, de los cuales se encontraban doce obispos, cuatro mil sacerdotes, tres mil religiosos y religiosas, así como otros miles de fieles laicos, cuya cifra es difícil de determinar.
Como es bien sabido, en la primera mitad del siglo XX existió un impulso coordinado mundialmente por perseguir a los cristianos e intentar la aniquilación total de la Iglesia Católica. En España, esta tarea fue ostentada por numeroso representantes de la II República Española, así como otros de los que hoy algunos se afanan por restaurar su deshonra, pero cuya memoria vive en la desgracia.
Estos coordinados esfuerzos mundiales por intentar acabar con la Fe, tuvieron su primer testigo en el genocidio armenio (1915.1923) en el cual se cifra en más de un millón de cristianos los asesinados por el gobierno turco. En 1917, la Revolución Bolchevique también fue una ocasión en la que la Fe se vio amenazada en la Rusia cristiana. El “terror stalinista” representó una aún peor persecución de la cristiandad. En México, el gobierno del PRI fue el responsable de un intento de aniquilación de la Iglesia Católica, cosa que despertó una admirable respuesta por parte de los miles católicos que se levantaron en defensa de la Fe, y provocó el martirio de miles de sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos. El grito de los cristeros mexicanos, de “¡Viva Cristo Rey!”, volvió a resonar en España durante la II República y la Guerra Civil, en donde se ejecutó un verdadero baño de sangre, en ocasiones dejado de lado de los libros de historia, pero que constituyó la principal afrenta al pueblo español de la época.
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