jueves, 26 de abril de 2018
María de Magdala, apóstol de apóstoles. Por Constantino Bada Prendes
La figura de María Magdalena ha hecho correr ríos de tinta a lo largo de la historia de la Iglesia siendo mencionada tanto en el Nuevo Testamento canónico como en varios evangelios apócrifos. Esta mujer galilea es señalada como una importante discípula de Jesús. Su nombre se relaciona con Magdala, la antigua Tariquea, una localidad situada en la costa occidental del lago de Tiberíades cercana a Cafarnaúm, donde se elaboraban salazones de pescado. A pesar de ser considerada santa por la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa y la Confesión anglicana, con su festividad el 22 de julio, María Magdalena ha sido una de las figura más calumniada y malentendida desde los mismos inicios de la cristiandad. Debido a una desafortunada homilía papal del siglo VI, fue presentada como una prostituta y pecadora pública quién, después de encontrarse con Jesús, se habría arrepentido pasando el resto de su vida en oración y penitencia. En efecto la identidad de María Magdalena como María de Betania, hermana de Lázaro, ya circulaba en los siglos III y IV. La identificación con «la mujer quien fue una pecadora» fue establecida precisamente en un sermón que el papa Gregorio I dio en el año 591. Esta teoría gozó de mucha popularidad en el siglo XIX y por ello constituyó un tema muy frecuente en la iconografía cristiana occidental. No obstante en ningún lugar del evangelio se identifica a María, con una pecadora o con una prostituta. Muy al contrario, los cuatro evangelios, la presentan como la primera testigo de los acontecimientos cristianos más importantes. Además viajó en compañía de Jesús durante el apostolado de Galilea y le apoyó en la misión con sus propios recursos económicos (Lc 8, 1-3).
María quien anuncia la resurrección de Cristo. De hecho en el mundo de la investigación bíblica se considera que el mensaje de la resurrección encomendado primero a una mujer según el Evangelio, es una de las pruebas más grandes de la historicidad de este relato. De acuerdo con la ley judía, el testimonio de la mujer no se reconocía. Si los relatos sobre la Resurrección de Jesús fueran fabricados, en ningún caso se hubiera incluido a una mujer como testigo principal. A pesar de ello es el nombre de María Magdalena el que aparece de modo rotundo en los cuatro evangelios encabezando el grupo que descubrió la tumba vacía aunque la identidad de las mujeres que la acompañaron sin embargo varíe. Por cierto, no existe ningún pasaje, ni en los evangelios canónicos ni en los apócrifos, que permita afirmar que María de Magdala fuese la esposa de Jesús de Nazaret. Ni siquiera es verdad que el evangelio apócrifo “de Felipe” llame a María la esposa de Jesús». Un biblista contemporáneo, mi admirado Raymond Edward Brown, ironizó al respecto: “los lectores que no tienen interés en lograr a través de los evangelios canónicos un mayor conocimiento de Jesús, parecen embelesados ante cualquier nueva obra que venga a insinuar que ¡Jesús bajara de la cruz, se casara con María Magdalena, y se fuera a la India a vivir tranquilamente!”.
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