domingo, 29 de abril de 2018

Pendientes de restaurar la mano a San José


Nuestra Pascua


La existencia de la Iglesia. Por Braulio Rodríguez Plaza

Los que for­ma­mos la Igle­sia ca­tó­li­ca sa­be­mos que nues­tra Ma­dre pasa siem­pre por an­gus­tias, di­fi­cul­ta­des y que sus hi­jos, no­so­tros, so­mos pe­ca­do­res, pero na­ci­mos del amor de Dios y Je­su­cris­to es nues­tro Abo­ga­do, el Jus­to. A mí, pues, no me ex­tra­ña que ten­ga­mos crí­ti­cas du­ras, que a ve­ces nos ca­lum­nien, y que ter­gi­ver­sen lo que ha­ce­mos; in­clu­so que nos di­gan que he­mos pe­ca­do en esto o en aque­llo. Sa­be­mos, ade­más, que hay en nues­tra so­cie­dad quie­nes no nos per­do­na­rán nada; tam­bién es­tán aque­llos que no cam­bian, que si­guen te­nien­do nulo o bajo apre­cio por el he­cho re­li­gio­so que su­po­ne la fe cris­tia­na y la exis­ten­cia de la Igle­sia. Como si es­tu­vié­ra­mos 100, 70 ó 40 años atrás.

Las co­sas son así, pero casi nun­ca res­pon­den a la reali­dad. Y no se tra­ta de de­fen­der­nos, sino de otra cosa: en­ca­rar las crí­ti­cas sin des­ani­mar­nos. ¿Por qué? No pre­ci­sa­men­te por­que no nos preo­cu­pen las crí­ti­cas o nos dé igual ser peo­res o me­jo­res cris­tia­nos, dis­cí­pu­los de Cris­to. No. Pero su­ce­de con mu­cha fre­cuen­cia que tan­tas es­ta­dís­ti­cas en las que apa­re­cen ci­fras poco agra­da­bles para la Igle­sia ca­tó­li­ca se uti­li­zan como ar­mas arro­ja­di­zas y que se mues­tre de este modo lo mala que es esta Igle­sia. Así lo que en reali­dad se pre­ten­de es des­ani­mar a tan­tos bue­nos ca­tó­li­cos para que ten­gan una es­pe­cie de losa en­ci­ma, que los aplas­te por fal­ta de au­to­es­ti­ma. Tan­tos da­tos de jó­ve­nes que aban­do­nan la Igle­sia, que no acu­den a la pa­rro­quia a la Misa do­mi­ni­cal, o re­cha­zan el ma­tri­mo­nio cris­tiano, o ca­sa­dos por la Igle­sia que se di­vor­cian, o tan­tos que no si­guen la mo­ral cris­tia­na. Tan­tos, tan­tos, ¡y por cul­pa de la Igle­sia!

¿Qué se pre­ten­de con este modo de pre­sen­tar las co­sas? No se tra­ta de ha­cer una crí­ti­ca más o me­nos jus­ta. Se quie­re mos­trar que la Igle­sia va a aca­bar pron­to, que no es dig­na de con­fian­za, que ha­ga­mos lo que fue­re los hi­jos de la Igle­sia las es­ta­dís­ti­cas es­tán ahí. Los cul­pa­bles: so­bre todo los obis­pos y los sa­cer­do­tes y toda una se­rie de per­so­nas an­ti­cua­das, no abier­tas al pro­gre­so, con­ser­va­do­ras a ul­tran­za, que sólo quie­ren pri­vi­le­gios (¿?) y fas­ti­dian a los de­más.

Yo no voy a dis­cu­tir las es­ta­dís­ti­cas, que tam­bién se po­dría ha­cer, pero digo a los ca­tó­li­cos que, acep­tan­do nues­tros fa­llos, que son pe­ca­dos, los di­ri­gen­tes de esta Igle­sia han co­me­ti­dos in­fi­ni­dad de me­nos frau­des, co­rrup­cio­nes, mal­ver­sa­cio­nes que los di­ri­gen­tes de otras ins­ti­tu­cio­nes en la so­cie­dad en la que vi­vi­mos. Que te­ne­mos pe­ca­do, sin duda, pero que hay en la Igle­sia ca­tó­li­ca mu­chas, mu­chí­si­mas per­so­nas que se preo­cu­pan de los de­más, que se acer­can a los po­bres, que atien­den a en­fer­mos, em­po­bre­ci­dos o sin ho­gar en una pro­por­ción mu­cho más gran­de que los que per­te­ne­cen a otras ins­ti­tu­cio­nes so­cia­les, que pa­re­ce que van a so­lu­cio­nar to­dos los pro­ble­mas y no em­pie­zan nun­ca. Y tan­tos ca­tó­li­cos ejem­pla­res en su ma­tri­mo­nio, en su tra­ba­jo, en vi­vir la jus­ti­cia, en­tre­ga­dos a ha­cer el bien, a per­do­nar, a cum­plir con su de­ber en tan­tos cam­pos de la ac­ti­vi­dad hu­ma­na.

La Igle­sia es dé­bil, sin duda; sus hi­jos so­mos pe­ca­do­res. Pero en no­so­tros Cris­to ge­ne­ra siem­pre vida nue­va, ca­pa­ci­dad de arre­pen­ti­mien­to, ener­gías nue­vas para vol­ver a em­pe­zar, po­si­bi­li­dad de re­na­cer por el gran per­dón de Cris­to. Y so­mos fuer­tes no por nues­tras fuer­zas, sino por­que es­ta­mos acom­pa­ña­dos por Je­su­cris­to, el San­to, el que ha ven­ci­do aun­que es­tu­vo muer­to, el que es ca­paz de re­ge­ne­rar co­ra­zo­nes. Je­sús re­su­ci­ta­do re­crea cada día nues­tras co­mu­ni­da­des cris­tia­nas, tam­bién para el bien co­mún de nues­tra so­cie­dad, que sin su con­cur­so se­rían mu­cho más po­bre en tan­tas co­sas.

La pre­sen­cia de Cris­to en su Igle­sia nos ca­pa­ci­ta para pe­dir per­dón, para ir de la mano con los de­más ciu­da­da­nos en la con­se­cu­ción del bien co­mún cuan­do anun­cian a Je­sús, en­se­ñan a vi­vir el Evan­ge­lio, a es­cla­re­cer la ver­dad, a ir con­tra la men­ti­ra y el ol­vi­do de la dig­ni­dad hu­ma­na, cuan­do mues­tran lo que es el ser hu­mano, la com­ple­men­ta­rie­dad en­tre hom­bre y mu­jer opo­nién­do­se a la vio­len­cia con­tra la mu­jer pero sin ideo­lo­gía de gé­ne­ro, cuan­do po­nen de re­lie­ve la doc­tri­na so­cial de la Igle­sia, cuan­do abo­gan por la li­ber­tad, toda li­ber­tad, tam­bién la de mos­trar la fe en el ám­bi­to pú­bli­co. Eso sí: siem­pre te­nien­do en cuen­ta que ca­mi­na­mos no ha­cia un lu­gar in­cier­to, sino ha­cia el mon­te de Sión, ha­cia la ciu­dad del Dios vi­vien­te, ha­cia Je­sús, Me­dia­dor de la nue­va Alian­za, a la Je­ru­sa­lén ce­les­tial (cfr. Heb 12, 22-24).

jueves, 26 de abril de 2018

María de Magdala, apóstol de apóstoles. Por Constantino Bada Prendes

La figura de María Magdalena ha hecho correr ríos de tinta a lo largo de la historia de la Iglesia siendo mencionada tanto en el Nuevo Testamento canónico como en varios evangelios apócrifos. Esta mujer galilea es señalada como una importante discípula de Jesús. Su nombre se relaciona con Magdala, la antigua Tariquea, una localidad situada en la costa occidental del lago de Tiberíades cercana a Cafarnaúm, donde se elaboraban salazones de pescado. A pesar de ser considerada santa por la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa y la Confesión anglicana, con su festividad el 22 de julio, María Magdalena ha sido una de las figura más calumniada y malentendida desde los mismos inicios de la cristiandad. Debido a una desafortunada homilía papal del siglo VI, fue presentada como una prostituta y pecadora pública quién, después de encontrarse con Jesús, se habría arrepentido pasando el resto de su vida en oración y penitencia. En efecto la identidad de María Magdalena como María de Betania, hermana de Lázaro, ya circulaba en los siglos III y IV. La identificación con «la mujer quien fue una pecadora» fue establecida precisamente en un sermón que el papa Gregorio I dio en el año 591. Esta teoría gozó de mucha popularidad en el siglo XIX y por ello constituyó un tema muy frecuente en la iconografía cristiana occidental. No obstante en ningún lugar del evangelio se identifica a María, con una pecadora o con una prostituta. Muy al contrario, los cuatro evangelios, la presentan como la primera testigo de los acontecimientos cristianos más importantes. Además viajó en compañía de Jesús durante el apostolado de Galilea y le apoyó en la misión con sus propios recursos económicos (Lc 8, 1-3).

María quien anuncia la resurrección de Cristo. De hecho en el mundo de la investigación bíblica se considera que el mensaje de la resurrección encomendado primero a una mujer según el Evangelio, es una de las pruebas más grandes de la historicidad de este relato. De acuerdo con la ley judía, el testimonio de la mujer no se reconocía. Si los relatos sobre la Resurrección de Jesús fueran fabricados, en ningún caso se hubiera incluido a una mujer como testigo principal. A pesar de ello es el nombre de María Magdalena el que aparece de modo rotundo en los cuatro evangelios encabezando el grupo que descubrió la tumba vacía aunque la identidad de las mujeres que la acompañaron sin embargo varíe. Por cierto, no existe ningún pasaje, ni en los evangelios canónicos ni en los apócrifos, que permita afirmar que María de Magdala fuese la esposa de Jesús de Nazaret. Ni siquiera es verdad que el evangelio apócrifo “de Felipe” llame a María la esposa de Jesús». Un biblista contemporáneo, mi admirado Raymond Edward Brown, ironizó al respecto: “los lectores que no tienen interés en lograr a través de los evangelios canónicos un mayor conocimiento de Jesús, parecen embelesados ante cualquier nueva obra que venga a insinuar que ¡Jesús bajara de la cruz, se casara con María Magdalena, y se fuera a la India a vivir tranquilamente!”.

sábado, 21 de abril de 2018

Repasando el Catecismo

La comunidad política y la Iglesia

2244 Toda institución se inspira, al menos implícitamente, en una visión del hombre y de su destino, de la que saca sus referencias de juicio, su jerarquía de valores, su línea de conducta. La mayoría de las sociedades han configurado sus instituciones conforme a una cierta preeminencia del hombre sobre las cosas. Sólo la religión divinamente revelada ha reconocido claramente en Dios, Creador y Redentor, el origen y el destino del hombre. La Iglesia invita a las autoridades civiles a juzgar y decidir a la luz de la Verdad sobre Dios y sobre el hombre:

Las sociedades que ignoran esta inspiración o la rechazan en nombre de su independencia respecto a Dios se ven obligadas a buscar en sí mismas o a tomar de una ideología sus referencias y finalidades; y, al no admitir un criterio objetivo del bien y del mal, ejercen sobre el hombre y sobre su destino, un poder totalitario, declarado o velado, como lo muestra la historia. (cf CA 45;46).

2245 La Iglesia, que por razón de su misión y de su competencia, no se confunde en modo alguno con la comunidad política [...] es a la vez signo y salvaguardia del carácter trascendente de la persona humana. La Iglesia “respeta y promueve también la libertad y la responsabilidad política de los ciudadanos” (GS 76, 3).

2246 Pertenece a la misión de la Iglesia “emitir un juicio moral incluso sobre cosas que afectan al orden político cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas, aplicando todos y sólo aquellos medios que sean conformes al Evangelio y al bien de todos según la diversidad de tiempos y condiciones” (GS 76, 5).

Imagen para el recuerdo


Yo soy el Buen Pastor


Exposición de fotografías históricas de la coronación de la Santina

(iglesia de asturias) El Año Santo de Covadonga está ofreciendo la oportunidad de descubrir nuevos rincones del Santuario, y uno especialmente interesante es la Colegiata de San Fernando, que estos días se abre al público para acoger la exposición de fotografías tomadas en momento de la coronación canónica de la Santina, en 1918.
La mayor parte de las imágenes fueron realizadas por la fototipia Thomas de Barcelona, y se muestran también algunas que pertenecen a la prensa de la época, adquiridas, en diferentes momentos, por el archivo del museo del Real Sitio en anticuarios y librerías.
Así se da forma a una serie de dieciséis fotografías, que recogen, entre otros, el momento en el que los reyes de España, Alfonso XIII y Victoria Eugenia, entregan las coronas de la Virgen y del Niño al Cabildo; firmando el acta de la coronación o la procesión que tuvo lugar al finalizar el acto con la imagen hasta la Cueva, entre otros momentos únicos de aquel 8 de septiembre de hace un siglo. El acta de coronación original, por cierto, se conserva expuesta en el museo del Santuario.
La Colegiata de San Fernando es en estos momentos el edificio más antiguo de Covadonga, data del siglo XVI, y fue construida, sobre otro edificio anterior, en tiempos del obispo Diego Aponte de Quiñones. Cosa curiosa, era el acceso primitivo a la Santa Cueva, ya que el actual túnel no se construyó hasta 1908.
La muestra puede visitarse en horario de 11 a 14 h y de 16 a 19 h. En un futuro está previsto que sea intinerante, y podrá contemplarse en espacios diferentes, como en el Centro Asturiano de Oviedo, donde llegará este verano.

La Conferencia Episcopal Española lanza su nueva App con más funcionalidades

(iglesia actualidad) La Conferencia Episcopal Española (CEE) renueva su aplicación para dispositivos móviles (teléfonos y tablets) como un cauce más de comunicación con las personas e instituciones.

La aplicación, ya disponible en las tiendas digitales de Apple Store para iOs y Google Play para Android, es gratuita. Entre las novedades de esta versión, incluye por primera vez la edición digital de la Biblia, versión oficial de la CEE. La aplicación permite preparar un plan de lectura de la Biblia o acceder a cualquier libro de la Sagrada Escritura a través de índices y marcadores. Además ofrece el texto del evangelio del día.

Entre los servicios que ofrece, la aplicación muestra también la agenda de actividades de la CEE, las convocatorias de las diversas comisiones y las noticias emitidas en su web. Además, si lo desea, el usuario puede recibir en su móvil un servicio semanal de información, así como novedades de última hora o alertas informativas. La aplicación está vinculada a las cuatro redes sociales en las que trabaja la Oficina de Información de la CEE: Youtube, Instagram, Facebook y Twitter.

En clave de documentación, se pone también a disposición del usuario una importante base documental de los textos elaborados por los organismos de la CEE desde su institución en 1966. Estos documentos se presentan desde los más recientes por orden de edición y su búsqueda y consulta se facilita con un potente buscador por categorías, autores, fecha o nombre. Además se permite compartir estos documentos o vincularlos con las redes sociales de los usuarios.

En la sección de mapas se incluye la localización de las curias diocesanas, catedrales, tribunales eclesiásticos, cáritas, seminarios o residencias sacerdotales de las diócesis españolas, indicando también la calle y el teléfono.

La aplicación será actualizada progresivamente con más servicios y contenidos así como adaptada a los sistemas operativos que surjan en adelante.

sábado, 14 de abril de 2018

Repasando el Catecismo

2241 Las naciones más prósperas tienen el deber de acoger, en cuanto sea posible, al extranjero que busca la seguridad y los medios de vida que no puede encontrar en su país de origen. Las autoridades deben velar para que se respete el derecho natural que coloca al huésped bajo la protección de quienes lo reciben.

Las autoridades civiles, atendiendo al bien común de aquellos que tienen a su cargo, pueden subordinar el ejercicio del derecho de inmigración a diversas condiciones jurídicas, especialmente en lo que concierne a los deberes de los emigrantes respecto al país de adopción. El inmigrante está obligado a respetar con gratitud el patrimonio material y espiritual del país que lo acoge, a obedecer sus leyes y contribuir a sus cargas.

2242 El ciudadano tiene obligación en conciencia de no seguir las prescripciones de las autoridades civiles cuando estos preceptos son contrarios a las exigencias del orden moral, a los derechos fundamentales de las personas o a las enseñanzas del Evangelio. El rechazo de la obediencia a las autoridades civiles, cuando sus exigencias son contrarias a las de la recta conciencia, tiene su justificación en la distinción entre el servicio de Dios y el servicio de la comunidad política. “Dad [...] al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt22, 21). “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch 5, 29):


«Cuando la autoridad pública, excediéndose en sus competencias, oprime a los ciudadanos, éstos no deben rechazar las exigencias objetivas del bien común; pero les es lícito defender sus derechos y los de sus conciudadanos contra el abuso de esta autoridad, guardando los límites que señala la ley natural y evangélica» (GS 74, 5).

2243 La resistencia a la opresión de quienes gobiernan no podrá recurrir legítimamente a las armas sino cuando se reúnan las condiciones siguientes: 1) en caso de violaciones ciertas, graves y prolongadas de los derechos fundamentales; 2) después de haber agotado todos los otros recursos; 3) sin provocar desórdenes peores; 4) que haya esperanza fundada de éxito; 5) si es imposible prever razonablemente soluciones mejores.

¿?

Nuestra Pascua


El legado de la Madre Teresa, en Covadonga

(Iglesia de Asturias) Este próximo viernes, 13 de abril, al finalizar la misa de las seis de la tarde en la Basílica de Covadonga, será inaugurada la exposición “Vida, espiritualidad y mensaje de la Madre Teresa”, una muestra itinerante que, tras recorrer numerosas ciudades españolas y extranjeras, recala en el Santuario de Covadonga hasta el próximo 2 de mayo, con motivo del Año Jubilar.

Se trata de una exposición organizada por la familia de las Misioneras de la Caridad, y concretamente por el “Mother Teresa Center”, vinculado a su Causa de Canonización (la Madre Teresa fue declarada santa por el Papa Francisco el 4 de septiembre de 2016). Es, por tanto, una actividad de carácter “oficial”, que tiene como objetivo “dar a conocer el mensaje de la Madre Teresa y mostrar un ejemplo de cómo nuestra vida puede convertirse en algo grande si hacemos las cosas pequeñas con un amor extraordinario”, explican desde la organización.

“Las misioneras han rezado muchísimo para que todos los textos y las imágenes que componen esta muestra fueran concisos y llegaran al corazón de la gente”, afirma Mercedes Suárez-Guánez, responsable nacional de la exposición, que actualmente se encuentra en el Santuario ultimando los preparativos de la misma. “Lo más importante en esta muestra no es saber cuántas casas tienen las Misioneras de la Caridad en el mundo, o a qué se dedican, sino que vayamos leyendo y meditando los textos que se ofrecen, y nos preguntemos qué hacemos y qué queremos hacer de ahora en adelante para encontrar a Jesús –recalca la responsable–. Si vamos buscando más a Jesús, iremos queriéndole y conociéndole más, y aprenderemos a reconocer a Jesús en el pobre que está a nuestro lado, que puede ser tu amigo, tu hermano, tu jefe, tu compañero de colegio, de universidad, cualquier persona que se acerca a nosotros que esté solo y que necesita tu tiempo y tu paciencia”.

La exposición está compuesta de 56 paneles con fotografías y textos en español e inglés, ya que la primera vez que se mostró públicamente fue en la Jornada Mundial de la Juventud de 2011, en Madrid. Además, hay 28 paneles solo de fotografías que muestran momentos importantes en la vida y la obra de la santa albanesa, y los asistentes pueden observar además una réplica del cuarto de la Madre Teresa en La India. También, se habilita un pequeño oratorio al estilo de las capillas de las Misioneras de la Caridad, con un crucifijo, una imagen de la Virgen de Fátima y la frase escrita “Tengo sed”, frase que Madre Teresa sintió que el Señor le decía y que resume el carisma de las Misioneras de la Caridad: “Jesús tiene sed de mí y nosotros tenemos que saciar la sed de Jesús”.

Además, la exposición cuenta con la proyección del largometraje “El legado”, de 50 minutos de duración, “un vídeo que emociona –destaca Mercedes, responsable de la exposición– y que muestra a la Madre Teresa hablando sobre la fe, sobre la amistad, sobre el amor, con imágenes de su vida”.

Las Misioneras de la Caridad cuentan con cinco casas en España: dos en Madrid, una en Barcelona, en Sabadell y Murcia. Su labor en nuestro país se centra especialmente en los enfermos, la gente sin hogar y sin recursos, siempre atendiendo a los más pobres de entre los pobres, tal y como quiso la fundadora. Una mujer icónica en una época –falleció hace 21 años– cuya vida marcó hondamente los corazones de todos los que se cruzaron con ella en algún momento. Ese fue el caso de Mercedes Suárez-Guanes, organizadora y responsable de esta exposición, cuando en 1980 conoció a la Madre Teresa en la visita que ésta hizo a España. “Estuvo tres días, y aunque yo trabajaba, por las tardes pude estar con ella. Eso hizo que mi vida cambiara radicalmente. Con 29 años entonces, yo no quería responsabilidades, pero acabé siendo coordinadora de los voluntarios para España, y luego para todo el sur de Europa. Ahora soy coordinadora de esta exposición”. El mensaje de la santa de Calcuta sigue hoy de actualidad: “insistía mucho en la oración y en la eucaristía, porque eso es lo que transforma nuestro corazón, pues de lo contrario no podremos ver nunca a Jesús en la persona que tenemos más cerca”, explica Mercedes, recalca: “el carisma de las Misioneras de la Caridad sale de las palabras que el Señor le dijo: Tengo sed, y cómo no, del Evangelio de san Mateo: tuve hambre y me disteis de comer… esas dos cosas son las que definen a las Misioneras de la Caridad”, junto con aquello que dicen muchos santos y ella repetía con frecuencia: “pequeñas cosas de cada día, hechas con un amor extraordinario”.

Católicos de combate. Por Eduardo Gómez

Hay algo peor que haber sido vapuleado, y es el hecho de no saber que has sido vapuleado. En eso los católicos parten con ventaja, ya que ellos subestiman muchos menos a Dios de lo que lo hacen sus verdugos. Para el común de los laicistas e historiadores esforzados en secularizar de manera antinatural la Historia de Europa y América, un católico de combate sería un prototipo de cristiano luteranizado y comulgante con todas las acusaciones negrolegendarias atribuidas a la Iglesia de Roma a lo largo de su historia. Es lo que tiene entender el interior de la fe desde un mundo exterior. Pero en lo que nos ocupa, dicha expresión es la defensa de la Iglesia católica y de su apostolado. Ardua tarea para la materia, que, como siempre, precisa de grandes dosis de espíritu.

El sacrificio de las primeras comunidades fue sobrehumano, dejar la semilla iba a suponer dar la vida, tal como Jesucristo enseñó: “En verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere produce mucho fruto” (Jn 12, 24). Dicho grano germinó, dando incontables frutos para la posteridad. En cada época siempre hubo hombres y mujeres que dieron su vida por ser el trigo del catolicismo. Desde San Esteban, primer mártir de la Iglesia, pasando por cuantos fueron colgados (victimas del protestantismo cerril) en el árbol de Tyburn de Londres, hasta los perseguidos u hostigados en nuestros días por el comunismo chino. No obstante, son muchos los caminos en la más dulce de las bregas, y todo aquel que elige ser grano de trigo tiene un grado de exposición muy elevado.

Ser un católico de combate responde a un concepto más amplio que el martirio físico: defender la fe católica desde el puesto que toque custodiarla. Muchos y muy grandes intelectuales han combatido el anticlericalismo y el antipapado desde la pluma con una lucidez inusitada para sus perplejos adversarios: hombres como Chesterton, Belloc o Benson en Inglaterra, o Berglar en Alemania (en su gran obra sobre Santo Tomás Moro), son algunos dignos ejemplos a seguir. Enfrentando las hostilidades del mundo moderno al pie de sus escritorios con valentía y finura, desmontaron cuantas injurias, falacias y prejuicios inveterados apuntaban en dirección a Roma.

Para ello tuvieron grandes maestros en el pasado. Eran tiempos complicados cuando, durante el siglo IV, San Agustín (gran católico de combate donde los hubiere) defendió la doctrina frente a donatistas y arrianos, entre otros movimientos heréticos (su tratado Herejías bien merece capítulo aparte). Qué decir de Santo Tomas de Aquino, quien, invistiendo la fe de toda razón, dejo una semilla eterna cuyas esencias llegaron hasta el mismísimo Concilio de Trento. Portador de esa semilla fue San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, cuyo nombre responde a la idea de “una compañía de combate al servicio de Dios”, considerada un gran bastión en la lucha contra la mal llamada Reforma.

Esa raza, cuya génesis data de los primeros grandes pensadores cristianos y cuya voz se ha negado siempre a permanecer en las catacumbas, es hoy más necesaria que nunca, ante la tiranía de la corrección política, los trampantojos del relativismo y la proscripción política a la que el cristianismo se ve sometido en más de media Europa. La verdadera espada, de la que poco se habla y menos se conoce en el orbe pagano, fue la batalla intelectual por la defensa de la Iglesia católica. Gracias a todos aquellos grandes pensadores apareció, junto al martirio y la evangelización, una nueva semilla a germinar: la defensa dialéctica del legado de Cristo en Simón Pedro y su lugar en el mundo. Para continuar esa memorable labor, el católico parte de dos armas: la fe y el Espíritu Santo. El laicista no entiende la primera ni conoce la segunda.

sábado, 7 de abril de 2018

Repasando el Catecismo

Deberes de los ciudadanos

2238 Los que están sometidos a la autoridad deben mirar a sus superiores como representantes de Dios que los ha instituido ministros de sus dones (cf Rm 13, 1-2): “Sed sumisos, a causa del Señor, a toda institución humana [...]. Obrad como hombres libres, y no como quienes hacen de la libertad un pretexto para la maldad, sino como siervos de Dios” (1 P 2, 13.16.). Su colaboración leal entraña el derecho, a veces el deber, de ejercer una justa crítica de lo que les parece perjudicial para la dignidad de las personas o el bien de la comunidad.

2239 Deber de los ciudadanos es cooperar con la autoridad civil al bien de la sociedad en espíritu de verdad, justicia, solidaridad y libertad. El amor y el servicio de la patria forman parte del deber de gratitud y del orden de la caridad. La sumisión a las autoridades legítimas y el servicio del bien común exigen de los ciudadanos que cumplan con su responsabilidad en la vida de la comunidad política.

2240 La sumisión a la autoridad y la corresponsabilidad en el bien común exigen moralmente el pago de los impuestos, el ejercicio del derecho al voto, la defensa del país:


«Dad a cada cual lo que se le debe: a quien impuestos, impuestos; a quien tributo, tributo; a quien respeto, respeto; a quien honor, honor» (Rm 13, 7).

«Los cristianos residen en su propia patria, pero como extranjeros domiciliados. Cumplen todos sus deberes de ciudadanos y soportan todas sus cargas como extranjeros [...] Obedecen a las leyes establecidas, y su manera de vivir está por encima de las leyes. [...] Tan noble es el puesto que Dios les ha asignado, que no les está permitido desertar» (Epistula ad Diognetum, 5, 5.10; 6, 10).

El Altar por Pascua


Aleluya


Verdaderamente ha resucitado. Por Monseñor Demetrio Fernández

El saludo de los cristianos orientales en estos días de Pascua es este: «¡Cristo ha resucitado! -¡Verdaderamente ha resucitado!». Cuando lo escuché por primera vez en una peregrinación a Jerusalén, me impresionó cómo las calles se llenaban con este grito en las distintas lenguas, sobre todo por parte de los griegos. Era como un grito de victoria, que era coreado y respondido por otros que lo escuchaban, aunque no se conocieran entre sí. Me estremeció escuchar este saludo, que jóvenes y adultos se dirigían mutuamente con grandes gritos y cantos por las calles de Jerusalén.

Ciertamente, Cristo ha resucitado y es el punto de apoyo fundamental de nuestra fe cristiana. Las mujeres que fueron al sepulcro, los apóstoles en distinta ocasiones, otros discípulos como los discípulos de Emaús y «más de quinientos hermanos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto» (1Co 15,6), el mismo Pablo en el camino de Damasco, etc. vieron a Jesús vivo con una nueva vitalidad. Era el mismo, pero distinto y transfigurado. Este es el Evangelio para el mundo entero: Jesús ha muerto realmente en la Cruz, ha sido sepultado en un sepulcro nuevo a estrenar, sellado con una losa imponente, y ha vencido la muerte resucitando y rompiendo las cadenas de la muerte. El sudario y las vendas quedaron impregnadas de esa «radiación» especial del Resucitado. Su resurrección no es una vuelta a la vida anterior, sino la inauguración de una vida nueva y pletórica para él y para nosotros con él.

El acontecimiento de la resurrección es un hecho real, no imaginario ni virtual. Le sucedió al mismo Jesús, de manera que ya no está muerto, su sepulcro está vacío: «No busquéis entre los muertos al que vive, porque ha resucitado» (Lc 24,5). Es un hecho histórico, que sucedió en un lugar y en una fecha concreta y ha dejado huellas históricas constatables. Y sobre todo, es un hecho del que hay numerosos testigos, que lo han visto, han estado con él, lo han tocado y han convivido hasta su ascensión a los cielos. No hay acontecimiento en la historia de la humanidad que goce de tanta historicidad como la resurrección del Señor. Ha sido sometido a todo tipo de análisis, ha hecho correr ríos de tinta en todas las épocas, es un hecho verificado con todas las garantías. Los apóstoles son testigos directos, y su testimonio es prolongado por la Iglesia a lo largo de la historia. El acontecimiento de la resurrección de Jesús ha cambiado la vida de muchísimas personas y ha cambiado el curso de la historia humana, introduciendo en la misma la novedad del Resucitado. Es por tanto también un hecho transcendental, que supera las coordenadas de la historia, llevándola a su plenitud.

La resurrección de Cristo pasa a nosotros por el bautismo, por el que hemos sido sumergidos en el misterio de la muerte y resurrección del Señor. El bautismo inyecta en nosotros una vida nueva, la del Resucitado, para que toda nuestra existencia terrena sea nueva y vayamos dejando a un lado nuestra existencia pecadora, que nos hace viejos. Así vamos creciendo por la gracia a la medida del don de Cristo en una vida nueva, que no acaba, sino que perdura para la eternidad. «Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo;… aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra, porque habéis muerto y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios» (Col 3,1-3).

Hubo un apóstol, Tomás, que no creyó lo que le dijeron los demás, que habían visto a Jesús resucitado. «Si no lo veo, no lo creo». Es patrono de los escépticos y los agnósticos. Y Jesús tuvo con él una muestra de especial cariño, tomándole la mano para que palpara sus llagas de resucitado. Qué gran lección de Jesús. Cada uno tiene su momento para encontrarse con Jesús. A nosotros nos toca anunciar con nuestra vida ese testimonio de fe, y Jesús tocará el corazón incluso de los incrédulos para hacerles ver que está vivo. La Iglesia, las comunidades cristianas, nuestra propia vida sea un anuncio gozoso de este acontecimiento: ¡Cristo ha resucitado! Así lo viene haciendo la Iglesia desde hace dos mil años, y muchos –también hoy- jóvenes y adultos responden con su vida: ¡Verdaderamente ha resucitado!

Cáritas anima a marcar las 2 casillas de la declaración de la renta: ambas ayudan a los necesitados

(Rel.) Cáritas España invita un año más a los contribuyentes a marcar ambas crucecitas en su declaración de la renta: la destinada a la Iglesia católica y la de Actividades de Interés Social. Ambas ayudan a las entidades eclesiales y a sus fines.

Además, con este sencillo gesto, que no supone coste añadido alguno en el importe final de la declaración, cada ciudadano puede duplicar su ayuda a las personas vulnerables.

Bajo el lema «Algunas personas no dan nada. Otras solo la mitad», Cáritas ha editado diversos materiales informativos para recordar a los declarantes la posibilidad que les ofrece la Declaración de la Renta de "multiplicar por dos" su solidaridad.

Al marcar ambas opciones de forma simultánea, los ciudadanos pueden colaborar a la vez destinando un 0,7% de su base imponible a sostener la acción de la Iglesia y otro 0,7% a apoyar los fines sociales que desarrollan Cáritas y otras muchas organizaciones sociales que reciben fondos del IRPF para financiar una parte de su labor humanitaria.

El 33% de declarantes no marcan ninguna casilla

Muchos contribuyentes desconocen que tienen la posibilidad de marcar conjuntamente las dos casillas de la Asignación Tributaria, una opción que en ningún caso afecta al resultado de la declaración, tanto si es ingresar como a devolver.

En el ejercicio del año pasado, de los más 19,4 millones de declarantes, el 62,5% marcaron conjuntamente las dos casillas, lo que supuso un aumento de dos puntos y medio con relación al ejercicio anterior.

Sin embargo, un gran número de contribuyentes, concretamente un 33% (6,4 millones de declarantes) no marcaron ninguna de las casillas solidarias, con lo que ese importe de sus declaraciones pasó a engrosar directamente las arcas del Estado (que luego lo puede dedicar a todo tipo de cosas, no siempre buenas desde un punto de vista cristiano).

El porcentaje de los contribuyentes que asignan su X a la Iglesia y que marcan también la casilla de Actividades de Interés Social aumentó un año más, pasando del 60% en 2016 al 62,5% en la declaración de 2017. La cantidad destinada por los contribuyentes a la Iglesia católica aumentó en 7 millones de euros y alcanzó un total de 256,21 millones de euros.

Este dato supone un incremento del 2,83% con respecto al año anterior y es la cifra más alta desde el comienzo del actual sistema de asignación tributaria en 2007. Se debe, sobre todo, a que con la mejora de la economía al ir acabando la crisis los contribuyentes aportan más dinero.

Por su parte, en el caso de la casilla de Actividades de Interés Social, el importe recaudado en 2017 a través de este apartado fue de 314 millones de euros.

Ambas casillas ayudan a Cáritas

Cáritas se beneficia del importe aportado por los declarantes a través de las dos opciones que ofrece la Asignación Tributaria.

Como entidad del tercer sector de acción social, son muchos los proyectos sociales de Cáritas para personas en dificultad social que reciben fondos a través de la casilla de “Fines Sociales”.

En 2016, la partida manejada por Cáritas procedentes del reparto del IRPF ascendió a 26,7 millones de euros, que se destinaron a 576 programas sociales repartidos por todo el país y del que se beneficiaron cientos de miles de personas en situación de precariedad.

Al mismo tiempo, como Confederación oficial de las entidades de acción caritativa y social de la Iglesia católica en España, Cáritas recibe también apoyo financiero tanto de la Conferencia Episcopal Española como de cada una de las 70 Diócesis españolas, parte de cuyo sostenimiento procede, precisamente, de las aportaciones del IRPF procedentes de la casilla destinada a la Iglesia católica.

Gracias a esta íntima colaboración, Cáritas sostiene buena parte de su densa red de centros y servicios que funcionan a través de las parroquias y diócesis de toda España,donde el año pasado pudo acompañar y acoger a casi 1,8 millones de personas.

Este apoyo de toda la Iglesia también es vital para impulsar las acciones de lucha contra la pobreza que Cáritas Española desarrolla en terceros países, de las que se beneficiaron otras 1,72 millones de personas participantes en proyectos de cooperación internacional en África, Asia y América Latina.

7 preguntas básicas sobre la asignación tributaria a través del 1,4% del IRPF

¿De verdad puedo marcar las dos casillas a la vez? 
Sí. Se pueden marcar las dos casillas conjuntamente.

¿Y es cierto que marcando las dos casillas se duplica la ayuda?
 Sí. Cada casilla marcada genera el 0,7%. Si marcas las dos se destina el 1,4%.

¿Y a mí me cuesta algo? 
No. No te cuesta nada. Tú decides el destino del 1,4% de tus impuestos.

¿Y si no marco alguna casilla? 
Hacienda destinará el importe correspondiente a otras partidas de los presupuestos generales del Estado.

¿Por qué es bueno marcar la casilla Iglesia católica? 
Porque así puedes destinar un porcentaje de tus impuestos a colaborar con las necesidades de la Iglesia.

¿Por qué debo marcar también la casilla Fines Sociales? 
Porque de este modo, un porcentaje de tus impuestos se destinan a proyectos sociales en España y en países desfavorecidos.

¿Percibe Cáritas recursos de las casillas de Iglesia Católica y de Fines Sociales? 
Sí. Cáritas es parte esencial de la Iglesia Católica y, además, como organización social recibe fondos de la casilla de Fines Sociales.

viernes, 6 de abril de 2018

Imágenes Semana Santa 2018




El cirio pascual y la vida del cristiano. Por Pablo Cervera Barranco

Desde la noche de la Vigilia Pascual preside nuestras celebraciones, en un reinado que dura cuarenta días en la liturgia, el cirio pascual. Una presencia en el altar, en todas las iglesias católicas, que se convierte, en los días de Pascua, en magisterio mudo y simbólico de lo que es la vida nueva del cristiano resucitado.

El cirio pascual nos habla de una lección de trabajo. Cirio viene de cera. La cera es el resultado de un trabajo infatigable de miles de abejas para reunir esos kilos de cera del cirio. Idas, venidas. Aportaciones pequeñas, fruto de un enjambre en constante actividad. Una lección de trabajo que nos llama a gastar para Dios en nuestras actividades todas nuestras fuerzas, habilidades y talentos, sin robarle nada.

El cirio, indirectamente, nos enseña dulzura. Del panal de cera exprimido salió la miel que guardaban esas celdillas perfectísimas. Una dulzura que en la vida del cristiano resucitado se traduce en dulzura de caridad fraterna: sin odios ni amarguras, sin palabras desabridas, sin brusquedades, sin egoísmo ni pasiones. «La caridad es benigna, no es envidiosa. No se engríe, no es descortés, no se irrita, todo lo excusa, todo lo perdona, todo lo cree, todo lo espera» (1 Cor 13).

Una tercera lección para la meditación pascual desde la contemplación del cirio pascual es la pureza. El cirio es puro y limpio, como una columna de marfil. Así lo debe ser nuestra alma y nuestra vida. La cera virgen del cirio pascual nos recuerda la pureza y la limpieza del alma con la que debe estar adornada la vida del hijo de Dios, del que es templo de la Santísima Trinidad, del que a diario comulga al Cordero inmaculado, Jesucristo Eucaristía.

El cirio nos habla de rectitud. Vertical y fiel a la plomada, marca la única dirección verdadera. Su actitud nos habla del cumplimiento del deber, de justicia, de fidelidad. Así, el camino hacia Dios debe ser recto y continuo, sin desviarnos por gustos, por afectos colaterales; sin desviarnos por respetos humanos, sin desfallecer, con constancia.

​El cirio, con su presencia, nos habla de desprendimiento. En alto, desprendido del suelo, aspirando al cielo como los cipreses. Es la vida del resucitado, la vida de esperanza, de desprendimiento de los que no tenemos aquí nuestra ciudad y patria permanente, sino que vivimos como de pasada, en una noche, en una tienda de beduinos, que nos hace desinstalarnos de nosotros mismos. «Si habéis resucitado con Cristo buscad las cosa de arriba» (Col 3,1).

​El cirio también habla de sufrimiento. Es semejante a un pino que sangra. Su piel, en la noche de Pascua ha sido rasgada por el punzón y, en él, se ha grabado una cruz: «Cristo, Alfa y Omega…» Ha sido taladrado por cinco llagas, con cinco clavos agudos, que llevan cera e incienso. El cirio es imagen de Cristo, espejo de lo que debe ser el cristiano fiel. El emblema del cristiano es la cruz. Hace falta seguir pidiendo luz para entender esta cruz y llegar, como San Pablo, a embriagarnos con ella, gloriándonos en Jesucristo crucificado (Gál 6, 14). ¡Cuántas lecciones da el cirio pascual!

​Otra de ellas, y no menor, es la del amor. La vocación del cirio durante el tiempo pascual es arder. Ser una llama cálida, silenciosa, que corona esta figura blanca. Toda la cera del cirio es para alimentar esa llama. La vocación del cristiano resucitado es arder, arder de amor, que es lo más noble, bello y grande. Amor a los hermanos y amor a nuestro Dios. Amar al Amor. Negarnos y perdernos en Él.

​El cirio continúa hablándonos de redención y luz. Ilumina a todos los que le rodean. El cristiano está llamado a ser faro apostólico, a irradiar a los que viven en su entorno con criterios, con palabras, con vida evangélica, con el ejemplo, transpirando el buen olor de Cristo que hemos aspirado antes en la noche pascual. Muchos encontrarán, así, en nosotros, luz para el camino.

​El cirio habla también de soledad. Está solo. Aislado en el presbiterio, alejado de las velas y luces. El cristiano resucitado también atraviesa soledades afectivas, la incomprensión, el abandono, la lejanía de los amigos. Todo ello son pruebas permitidas por el Señor. Pero este despojo trae la compañía presente de Dios. Se la da el salto de gigante: desde la máxima pobreza y vacío hasta la máxima riqueza y plenitud. Dios llenará el vacío si aguardamos con paciencia. El cirio es el Rey de la noche pascual. El Rey de la noche oscura, de las tinieblas y oscuridades. Sabemos que al final de la noche despunta y se levanta la aurora.

​Por último, la lección de holocausto. Como el incienso se quema totalmente en el incensario para subir a Dios, para perfumar de buen olor e irradiar ese aroma, así se quema el cirio totalmente para dar luz. La cera se va fundiendo poco a poco. Va subiendo por las fibras del pábilo hacia lo alto para quemarse. Pasan los días y el cirio irá menguando, gastándose en el servicio de Dios. Algo así debe ser la vida del cristiano: consumida y quemada en holocausto para Cristo, en su honor, servicio y alabanza.

​Muchas lecciones que merecen ser contempladas y meditadas. Son la perspectiva que abre el día del triunfo de Jesucristo.