domingo, 25 de febrero de 2018

Repasando el Catecismo

2224 La familia constituye un medio natural para la iniciación del ser humano en la solidaridad y en las responsabilidades comunitarias. Los padres deben enseñar a los hijos a guardarse de los riesgos y las degradaciones que amenazan a las sociedades humanas.

2225 Por la gracia del sacramento del matrimonio, los padres han recibido la responsabilidad y el privilegio de evangelizar a sus hijos. Desde su primera edad, deberán iniciarlos en los misterios de la fe, de los que ellos son para sus hijos los “primeros [...] heraldos de la fe” (LG 11). Desde su más tierna infancia, deben asociarlos a la vida de la Iglesia. La forma de vida en la familia puede alimentar las disposiciones afectivas que, durante toda la vida, serán auténticos cimientos y apoyos de una fe viva.

2226 La educación en la fe por los padres debe comenzar desde la más tierna infancia. Esta educación se hace ya cuando los miembros de la familia se ayudan a crecer en la fe mediante el testimonio de una vida cristiana de acuerdo con el Evangelio. La catequesis familiar precede, acompaña y enriquece las otras formas de enseñanza de la fe. Los padres tienen la misión de enseñar a sus hijos a orar y a descubrir su vocación de hijos de Dios (cf LG 11). La parroquia es la comunidad eucarística y el corazón de la vida litúrgica de las familias cristianas; es un lugar privilegiado para la catequesis de los niños y de los padres.

2227 Los hijos, a su vez, contribuyen al crecimiento de sus padres en la santidad (cf GS 48, 4). Todos y cada uno deben otorgarse generosamente y sin cansarse el mutuo perdón exigido por las ofensas, las querellas, las injusticias y las omisiones. El afecto mutuo lo sugiere. La caridad de Cristo lo exige (cf Mt 18, 21-22; Lc 17, 4).

Dios también es vecino


Este es el ayuno


No es cíclica la Cuaresma, pero se reestrena. Por Monseñor Jesús Sanz Montes

Culminamos hace un año nuestra cuaresma dando paso al triduo pascual que se hace intenso en la semana santa cristiana. Parecía que ya estaba todo claro, que Jesús había resucitado y así lo cantamos convencidos el año pasado con sonoros aleluyas. La victoria sobre el mal en todas sus formas, la del pecado y de la muerte, eran ya cosa sabida, era coser y cantar. Pero, nuevamente nos ponemos en ese mismo trance penitente, y se nos invita otra vez a ayunar, a orar y a dar limosna, como si de pronto alguien dijera que había salido mal y tenemos que volver a empezar. Alguno se preguntará: ¿pero no habíamos quedado que Cristo había ya resucitado en la Pascua de hace un año?

Sin que sea cíclica la liturgia cristiana, sin que sea el cuento de nunca acabar, sí que es cierto que el Señor ha resucitado. Él sí… pero nosotros no. Por eso ante los textos y los gestos de la liturgia de este tiempo, nos encontraremos con nuestras viejas dificultades para vivir de veras nuestra vida cristiana: habrá una luz que necesitarán nuestros rincones más oscuros, y un bálsamo nuestras heridas no cicatrizadas, y será la verdad la que nuestros engaños reparen, y la belleza y la bondad lo que transformen nuestra deformidad y maldades. Porque seguimos siendo mendigos de esa gracia que el Señor nos obtuvo con su resurrección, mendigos de esa gracia porque somos pecadores.

Los tres gestos que ya desde el comienzo de la cuaresma se nos indican son tres formas de educar nuestra vida creyente como fieles cristianos, tres maneras con las que la Iglesia y el mismo Dios acompañan nuestra vida.

La oración en primer lugar. Cada mañana Dios abre a nuestros ojos todo un mundo sobre el que alienta su vida como en el soplo primero de la creación. Sabernos mirados por sus ojos, guardados por sus manos, amados por su corazón, es lo que nuestros hermanos los santos han acertado a vivir. Dios está presente en nuestros pasos, como padre solícito tras todos nuestros regresos pródigos, como padre gozoso cuando nos tiene en su hogar. Orar como diálogo con este Buen Dios en la trama de la vida, en lo que a diario nos acontece para pedirle entenderlo, para saber ofrecerlo, para acoger su compañía. La palabra de Dios de cada día, la celebración de la santa Misa, el sacramento de la confesión de nuestros pecados, serán citas de nuestro camino orante en la cuaresma.

En segundo lugar, el ayuno. Cristo ayunó y nosotros debemos entender su razón purificadora que despierta nuestra conciencia tantas veces adormilada o distraída. Pero también el ayuno es un gesto solidario que nos pone junto a quienes no pueden elegir porque toda su vida es un ayuno de cosas esenciales, de dignidad, de paz y justicia, una vida hambrienta de verdadera humanidad. Y ayunando como Jesús, y en comunión solidaria con los prójimos, venimos a juzgar nuestras pequeñas o grandes opulencias: tantas cosas inútiles y superfluas que engullimos sin que nos nutran ni alimentan.

Por último, la limosna. Todo nos ha sido dado, todo es don de Dios. Y el nombre cristiano del compartir fraterno es precisamente la limosna. Además de unas monedas o una cantidad que podemos ingresar en nuestras organizaciones católicas (Manos Unidas, Cáritas, etc.), se nos pide a nosotros mismos ser esa limosna: mi fe, mi esperanza y mi caridad, mis talentos, mi tiempo, mi disponibilidad… son las virtudes limosneras que cristianamente debo también saber dar como testimonio ante los hermanos y ante la sociedad.

Tiempo de cuaresma. Tiempo de conversión, de volver la mirada al Señor dejándonos mirar por Él; de mirar a cada hermano como somos mirados por Dios.

Solalinde afirma que el 90% de los migrantes hacia EEUU sufre agresiones

(Religión digital) El sacerdote católico y activista mexicano Alejandro Solalinde denunció este sábado que el programa de control migratorio Frontera Sur, presentado en 2014, ha provocado un incremento de los ataques contra migrantes centroamericanos que transitan por México en dirección a Estados Unidos.

"Como ya no pueden subirse al tren, ya no hay rutas en la frontera sur y se van por todos lados. Esto los hace más vulnerables porque ya no podemos acompañarlos ni cuantificar los daños que sufren", dijo Solalinde en una rueda de prensa en el albergue para migrantes que administra en Ixtepec, en el sureño estado de Oaxaca.

El sacerdote aludió así al tren de carga conocido como "La bestia" o "Tren de la muerte", al que los migrantes centroamericanos suelen subir para alcanzar Estados Unidos y al que ahora tienen el acceso bloqueado.

Solalinde lamentó que, al no existir rutas de migrantes determinadas como antes, es muy difícil dar seguimiento a sus desplazamientos así como a los ataques que sufren.

Aun así, calculó que 90 % de los migrantes sufre algún tipo de agresión, una proporción que en 2014 era solo de 30 %.

"Siguen las obstrucciones y los asaltos. Hay personas heridas y lastimadas que no podemos atender debidamente", dijo el sacerdote, quien explicó que la mayoría de ataques sufridos por migrantes son con arma blanca.

"Nos preocupa que ya no tenemos capacidad para estar siguiéndolos. Antes podíamos monitorear sus rutas pero ahora ya no", insistió.

Solalinde sostuvo que "el Gobierno mexicano no puede seguir mirando al norte (Estados Unidos) y fastidiar a sus hermanos del sur (Centroamérica)", y le exigió que "haga un esfuerzo" para "atender médicamente" a los migrantes heridos.

Hoy las autoridades mexicanas informaron que interceptaron un vehículo que trasladaba a 42 personas de origen guatemalteco sin identificación en el estado central de Aguascalientes que se dirigía hacia la frontera con Estados Unidos.

sábado, 3 de febrero de 2018

Repasando el Catecismo

2224 La familia constituye un medio natural para la iniciación del ser humano en la solidaridad y en las responsabilidades comunitarias. Los padres deben enseñar a los hijos a guardarse de los riesgos y las degradaciones que amenazan a las sociedades humanas.

2225 Por la gracia del sacramento del matrimonio, los padres han recibido la responsabilidad y el privilegio de evangelizar a sus hijos. Desde su primera edad, deberán iniciarlos en los misterios de la fe, de los que ellos son para sus hijos los “primeros [...] heraldos de la fe” (LG 11). Desde su más tierna infancia, deben asociarlos a la vida de la Iglesia. La forma de vida en la familia puede alimentar las disposiciones afectivas que, durante toda la vida, serán auténticos cimientos y apoyos de una fe viva.

2226 La educación en la fe por los padres debe comenzar desde la más tierna infancia. Esta educación se hace ya cuando los miembros de la familia se ayudan a crecer en la fe mediante el testimonio de una vida cristiana de acuerdo con el Evangelio. La catequesis familiar precede, acompaña y enriquece las otras formas de enseñanza de la fe. Los padres tienen la misión de enseñar a sus hijos a orar y a descubrir su vocación de hijos de Dios (cf LG 11). La parroquia es la comunidad eucarística y el corazón de la vida litúrgica de las familias cristianas; es un lugar privilegiado para la catequesis de los niños y de los padres.

2227 Los hijos, a su vez, contribuyen al crecimiento de sus padres en la santidad (cf GS 48, 4). Todos y cada uno deben otorgarse generosamente y sin cansarse el mutuo perdón exigido por las ofensas, las querellas, las injusticias y las omisiones. El afecto mutuo lo sugiere. La caridad de Cristo lo exige (cf Mt 18, 21-22; Lc 17, 4).

Fiesta de Agosto


La Puerta del Sagrario


La blasfemia y la caridad. Por Guillermo Juan Morado

Quizá uno de los pasajes más duros del Nuevo Testamento sea Marcos 3,22-30. Jesús es muy claro con los escribas que lo acusaban injusta y absurdamente: “En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre”.

La disponibilidad al perdón por parte de Dios es inmensa, pero incluso una gracia tan grande como el perdón pide ser acogida. Dios quiere salvarnos, pero no parece querer/poder hacerlo sin contar con nosotros. Sin duda, rozamos el misterio de Dios, más grande que nuestro entendimiento.

La blasfemia de los escribas era muy grave. Acusaban a Jesús de estar poseído por Belzebú, el príncipe de los demonios, y de expulsar a los demonios con el poder del jefe de los demonios. Obviamente, y así se lo echa en cara Jesús, la acusación es no solamente injusta, sino absurda: “¿Cómo va a echar Satanás a Satanás?”.

Realmente, hay algo absurdo en todo pecado; algo contrario a la lógica y a la razón. El carácter razonable de la fe y de la enseñanza del Evangelio brilla, por contraste, al reparar en lo contradictorio del pecado. Es absurdo pensar que uno mismo sea el centro del universo y que su capricho sea la norma de lo bueno y de lo malo.

Es absurdo que los padres maltraten a sus hijos, nacidos o por nacer. Es absurdo que los hijos desprecien a sus padres. No tiene sentido matar a los semejantes. Es contradictorio con nuestra dignidad personal menospreciar el cuerpo. Va contra la razón robar, mentir, codiciar sin límites.

Y una sociedad edificada sobre esa contradicción sería completamente insoportable. Y, por desgracia, tenemos muchos signos que nos permiten estar convencidos de ello.

El reconocimiento de Dios es sano para la razón. No por casualidad san Pablo habla del “culto razonable” o “culto espiritual” (Rom 12,1). El hombre mismo, dotado de razón, se convierte en adoración y glorificación del Dios vivo. Hay aquí un nexo indisoluble que vincula la liturgia y la vida moral.

Lo razonable coincide con lo espiritual. En el fondo, es el Espíritu de Dios el que afina nuestra razón con el don de la sabiduría. Lo razonable y lo espiritual es lo que, auténticamente, está relacionado con el amor.

San Agustín decía: “Ves la Trinidad si ves el amor”. Pero, así como en la Trinidad no hay un reino dividido internamente – ya que Dios no obedece al dictado de Hegel - , tampoco es posible, de modo razonable, contraponer verdad y amor.

A no ser que queramos convertirnos en herederos de aquellos escribas a los que Jesús advierte de la gravedad de rechazar el perdón: Puede conducir semejante endurecimiento a la condenación final y a la perdición eterna.

No hay que ser malos. Ni tontos.

Nuevo fallo judicial favorable a Mons. Sanz Montes en su enésimo litigio con ex-miembros de Lumen Dei

(Efe) En un auto, fechado el 24 de enero y al que ha tenido acceso Efe, el magistrado del Juzgado de Primera Instancia nº 4 de Pozuelo, Enrique Presa, deniega la petición de anotación preventiva (advertencia a un tercero de una litigiosidad en caso de implicarse en una compraventa) sobre el colegio, pero no se pronuncia sobre el fondo del asunto.

La demanda contra Sanz y Aquinas International School (actual propietario) pide la nulidad del contrato de compraventa del 25 de octubre de 2012 al alegar que el arzobispo carecía de autorización para efectuar la venta del colegio Saint Mary of Fatima en Pozuelo -adquirido en 1995 y vendido en 2012- en nombre de la asociación.

El juez menciona que las demandantes hablan de una oposición a la venta del inmueble y como muestra de ello se aporta una carta de 20 de octubre de 2012 dirigida a Jesús Sanz por parte de ellas.

Pero precisa que «en tal carta lo que se reprocha es que lo convenido en la futura escritura pública es perjudicial respecto de lo convenido en un contrato privado anterior» de compraventa.

De esta forma el juez considera que «no hay oposición (de las demandantes) a la venta en sí sino a sus condiciones, a que Lumen Dei tendría que hacer numerosas concesiones a la parte compradora».

E incluso se refieren a Sanz de la siguiente manera: «usted es Comisario Pontificio y ostenta los Poderes de Lumen Dei en España».

Del contenido se esa carta se desprende que las ex-religiosas no contradicen que, en contra de lo afirmado en la demanda, Unión Lumen Dei y la Asociación Lumen Dei sean la misma entidad ni que Sanz tenga poderes para llevar a cabo la compraventa ni el hecho mismo de que la finca se venda, sino simplemente su disconformidad con las condiciones de la misma.

Tras percatarse que la entidad identificada en una como compradora y en otra como vendedora es la misma, el juez rechaza adoptar la medida cautelar pedida «por faltar un principio de prueba de la apariencia de buen derecho, a lo que se suma que la demanda se interpone pasados cinco años de la venta».