sábado, 6 de mayo de 2017

El Papa Francisco, constructor del mosaico y del poliedro

Escribe el sacerdote Silverio Rodríguez Zapico, Delegado Episcopal de Ecumenismo y Diálogo interreligioso

Así se le empieza a denominar. Y más después de este viaje a Egipto adonde fue dejándonos el resuello dentro. Pero resultó un gran logro. Una luz más que deja encendida este papa al que “quieren hasta los musulmanes” decía alguien de los que coincidieron con él en El Cairo y que seguramente quiere expresar un órdago difícil de superar.

Cuando habla de la unidad de los cristianos, o de las relaciones interreligiosas y la verdadera globalización de la humanidad, suele decirnos que no le gustan las esferas, le gustan los poliedros. “Estamos en la era de la globalización, y nos preguntamos qué es la globalización y lo que podría ser la unidad de la iglesia: quizás una esfera, donde todos los puntos son equidistantes del centro, ¿todos iguales? ¡No! Esto es uniformidad. ¡Y el Espíritu Santo no crea la uniformidad! ¿Qué figura podemos encontrar? Estamos pensando en el poliedro puesto que el poliedro es una unidad, pero con todas las partes diferentes; cada una tiene su peculiaridad y su carisma. Esto es unidad en la diversidad” (a la Iglesia Pentecostal italiana, 28 de agosto de 2014).
Poliedro o mosaico –tanto da– son imágenes que podrían añadirse a las netamente bíblicas y que nos describen la unidad y la paz como un gran mosaico en el que las teselas se juntan para formar el único gran diseño del Dios único.
Todo esto bullía en mi mente, y supongo que en la de los demás que acudimos el pasado viernes musulmán a la mezquita de la Florida de Oviedo. Un reducido grupo de fieles musulmanes que habían tenido sus rezos de los viernes y también de cristianos, entre ellos el párroco vecino de San Melchor, que nos uníamos para reproducir a escala lo que estaba ocurriendo en aquellos mismos momentos en Egipto con un papa “desarmado y desarmante”.
¿Y qué fuimos a hacer allí juntos? Sencillamente a tender puentes como hacemos al menos una o varias veces en el año en sencillos y fraternales encuentros, en los que ayuda y mucho la orden franciscana seglar. A reconocer que “todas la religiones quieren la paz” porque, como allí dijo el presidente de la comunidad islámica de Asturias después de agradecer a los hermanos católicos, que se hubieran acercado hasta su casa, “todas las religiones tienen el mismo origen, muchos puntos comunes y algún punto aislado con el que quieren separarnos, pero se trata de potenciar el diálogo y el entendimiento”.
No faltó el recuerdo, puesto de manifiesto por el Delegado episcopal de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso, “para la iglesia mártir copto-ortodoxa (unos 12 millones de fieles) y su antiquísima historia que el pasado domingo de ramos se vieron atacados por un terrorismo enloquecido y a los que el papa llevaba en aquel momento el consuelo y la fraternidad”.
Este encuentro de la Florida acabó con el entrañable gesto musulmán del té y los dátiles de la hospitalidad.
La onda concéntrica de esa “revolución de la misericordia” llamada Francisco nos llegó a todos directamente desde Egipto.

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