sábado, 29 de abril de 2017

Balance Cáritas Asturias 2016

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(Iglesia de Asturias) Cáritas Asturias ha presentado recientemente su Memoria de Actividades del año 2016. En ella, como ya viene siendo habitual, se traza un perfil de la pobreza y la necesidad en la región que va más allá de una mera exposición de cifras, sino que se ahonda en las causas, las consecuencias y la realidad de una parte de la población asturiana que no siempre es visible para el resto.
La cifra de 20.553 personas acompañadas por Cáritas Asturias a lo largo de todo el 2016 es apabullante, y más si, como afirma la propia Secretaria General, Mª Luz Baeza, se advierte que “cuando las personas acuden a Cáritas, quiere decir que han tocado fondo, porque normalmente se intentan solucionar los problemas económicos a través de los recursos propios, familia o amigos, después acuden a las prestaciones públicas, a los servicios sociales, y cuando ya no tienen ninguna otra posibilidad, entonces acuden a nosotros, por lo que, desde Cáritas, consideramos que éste es un número muy alto”.

Una gran parte de las personas atendidas eran familias –un total de 5.991– de las cuales 1.857 fueron atendidas en el 2016 por primera vez. En general, tal y como explican desde la institución, la mayor parte de ellas se encuentran con la misma problemática de espera de prestaciones que tardan en concederse, o tardan en reanudarse cuando se ha suspendido por un contrato (temporal).
Al finalizar estos contratos, la espera de nuevo para volver a conseguir el salario puede demorarse hasta año y medio. “Las personas necesitan dinero para su día a día –reconoce M.ª Luz Baeza– no pueden estar tanto tiempo sin ingresos”. Y es que, para Cáritas, el salario social, “siendo una prestación que ha ayudado a que muchísimas familias no caigan en situaciones de extrema pobreza, en su funcionamiento tiene esta situación perversa, que acaba provocando que cuando una persona tiene una oferta de trabajo, sabiendo lo que se tarda en volver a cobrar el salario social, muchas veces no lo cogen, pues no se pueden permitir estar tanto tiempo después sin percibir ningún ingreso. No es que la gente no quiera trabajar –afirma M.ª Luz– pero con los contratos temporales que hay, son conscientes de que después van a vivir muchos meses sin cobrar nada. Y no es una cuestión de que la Administración se ahorre ese dinero –asevera la Secretaria general– porque la Administración luego paga todos los atrasos”.
En cuanto a las familias que atienden a lo largo del año, desde Cáritas reflexionan sobre la enorme diferencia que hay en función de los Ayuntamientos. “Hay una gran diversidad de situaciones –destaca la Secretaria general de Cáritas Asturias– puesto que hay consistorios que ofrecen ayudas mientras se está a la espera del salario social, y otros que no cuentan siquiera con presupuestos para servicios sociales. La vida en las zonas rurales y las zonas urbanas para las personas más necesitadas es muy diferente”, afirma. Por eso, entre las personas que acuden a solicitar ayuda en Cáritas, se encuentran personas que no cuentan con ayudas por parte del Ayuntamientos mientras esperan el Salario Social, o que llevan poco tiempo empadronados en una localidad y el Ayuntamiento no les reconoce el derecho a las prestaciones, y también personas en situación irregular que no tienen derecho a ayudas y su situación no va a cambiar.
Respecto a las familias que este año han dejado de depender del apoyo de Cáritas, la institución señala que no debe suponerse por ello que su situación es óptima. “Sí que es cierto que algunos han empezado a trabajar, o a cobrar el Salario Social, pero su sueldo es tan bajo que se romperían al menor contratiempo, por eso hoy se habla de un nuevo concepto, los trabajadores pobres. Si antes el trabajo era sinónimo de bienestar, hoy ya no lo es tanto, a causa de la precariedad laboral. Hay familias de cuatro miembros que reciben 600 euros mensuales. Desde luego están mejor que cuando no percibían nada, pero han dejado de acercarse a Cáritas, no porque estén bien, sino porque ya no están tan mal”.
En Asturias, a lo largo del 2016 Cáritas acogió a 1.543 personas sin hogar. Desde la institución se insiste desde hace años que son éstas las personas más necesitadas en nuestra sociedad, especialmente si su situación se ve agravada con trastornos de salud mental. “Es una reivindicación de Cáritas que llevamos años repitiendo, todos los vemos por las calles de nuestras ciudades, y muchas veces terminan en nuestros recursos, pero lo cierto es que éstos no están preparados para ellos porque nuestro personal no es sanitario y no podemos trabajar con su problemática”, reconoce M.ª Luz, que reitera que no existen recursos para este colectivo de personas ni se da una respuesta eficaz para ellos.
También las personas mayores suponen una especial preocupación para la institución, y cada vez se intenta llegar más a este rango de edad donde puede darse con frecuencia la soledad y el aislamiento. La zona rural es, quizá, más sencilla y accesible para los voluntarios de Cáritas, no así las zonas urbanas, donde está la soledad de los ancianos que nadie conoce. “En nuestras cifras reflejamos que en el año pasado hemos acompañado a 1.452 mayores, especialmente en la zona rural –explica M.ª Luz Baeza– pero sabemos que son muchos más, y que no podemos llegar a todos”.
Hace tiempo que la palabra crisis parece desterrada de los titulares de los medios de comunicación, pero desde Cáritas se recuerda que, a pesar de que las cifras macroeconómicas dan síntomas de mejora y que a nivel económico se aprecian cambios, puede darse la falsa sensación de que la situación mejora para todo el mundo. “Hay muchas personas que están en una situación mucho peor ahora que cuando comenzó la crisis, por el deterioro personal que supone para muchas familias pasarse todos estos años procurando salir adelante como pueden. Quizá este año sean 3.000 personas menos atendidas que en el año pasado, pero las que tenemos actualmente están en una situación peor, con más necesidades, y que han requerido una intervención por nuestra parte más intensa y a lo largo de más tiempo, sin embargo parecen hacerse invisibles”, afirma la Secretaria General. Por eso, se recuerda la importancia de los socios y donantes, personas que puntual o periódicamente realizan una aportación a Cáritas, porque de esa manera esta institución que es la Iglesia podrá seguir ayudando y comprometiéndose por los más necesitados, allí donde no llega nadie. El gasto en cada familia atendida este año se incrementó en 330 euros, llevando al límite el presupuesto de la institución. “Lo hacemos porque es necesario –reconocen–. Y porque no somos una empresa ni funcionamos con los mismos criterios”, añaden.

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