(El Fielato/ Nora) La vida desgranada y escrita de Mercedes Arbesú cabría por los pelos en una de aquellas voluminosas enciclopedias de antaño, por lo ya vivido y, sobre todo por lo que queda aún por llegar. Periodista de formación, ejerció brevemente la profesión en medios como la Agencia EFE o la maravillosa y ya extinta Hoja del Lunes antes de dar el paso de consagrar su vida al servicio de los demás. El salto que hay entre las redacciones y las misiones puede parecer abrupto para el lector despistado. Créanme si les digo que no lo es tanto ya que ejercer esta profesión en las mínimas condiciones exigibles sigue siendo, a día de hoy, un extraordinario acto de fe.
Estudiante universitaria en Madrid, Mercedes descubrió la labor que las hermanas de la Congregación de Misioneras de María Mediadora llevaban a cabo en los barrios más desfavorecidos del extrarradio de la capital y quiso unirse a ellas. No es de extrañar que eligiera este camino ya que creció en una familia de fuertes principios católicos en la que varios de sus miembros ya habían tomado los hábitos antes que ella.
Tras varios intentos, en el año 1992 entra por fin a formar parte de la Congregación y su labor la lleva a conocer en primera persona la realidad de los más desfavorecidos en lugares tan distintos como España, Colombia, Honduras y Malawi.
«Pasé 15 años de mi vida en Malawi, en dos periodos distintos. Uno de los valores que tienen los misioneros es que, allá donde van, intentan mejorar la zona. De mi llegada al poblado de Chezi en 1997 recuerdo una situación de extrema pobreza. Aunque sea difícil, intentas entenderla y trabajar para mejorarla. No había escuelas en la zona y, gracias a la ayuda de Manos Unidas, pudimos construir la de San Matías que acoge y forma a más de mil niños de la zona».
«A la falta de escuelas había que añadir la inexistencia de centros sanitarios con lo que también tuvimos que construir un centro de salud. Es humano sentirse satisfecha de los logros al ver que niños que llegaban a nuestro centro, muchos huérfanos por enfermedades como el SIDA, tienen ahora una estabilidad, unos buenos puestos de trabajo y una vida por delante. Esta es parte de la labor que hacemos los misioneros, intentar mejorar la vida de los demás, con la ayuda imprescindible de las ONG’S y de la gente anónima que, con sus aportaciones económicas, logran que nosotras podamos trabajar en nuestros objetivos».
Al igual que la de Mercedes, la vida de Magnus MacFarlane-Barrow, fundador de Mary’s Meals daría para otro tomo enciclopédico más. Creador junto a su hermano Fergus de la organización benéfica Scottish International Relief (SIR), llevaron alimentos a Bosnia durante el conflicto en el año 1992. En el año 2002, Magnus aterriza en Malawi tras leer una reseña sobre el estado del país, que pasaba por una devastadora hambruna, publicada en una revista de amigos de Medjugorje, un municipio de Bosnia en el que supuestamente se apareció la Virgen María en el año 1981.
«Conocí a Magnus en el año 2002. Llegó a la misión de Chezi con la intención de ayudar en lo posible con su organización. Así nace Mary’s Meals, en Blantyre, al sur de Malawi, con aquellos primeros 200 niños de las escuelas que tantas veces visitamos y atendimos. Allí empieza una relación muy intensa con la organización y con Magnus. Y me siento muy orgullosa del cambio que ha habido en las escuelas de Malawi que están dentro del programa de Mary’s Meals».
«He sentido muchísimo que Magnus no haya podido venir a Oviedo a recoger el Premio Princesa de Asturias de la Concordia porque su ausencia ha difuminado un poco su figura. Es un hombre de una bondad y una empatía con los demás increíble. Vio, nada más llegar a Malawi, que no sólo había que combatir la hambruna sino que también había que apoyar a la infancia en las escuelas. Supo ver la necesidad desde la otra parte y actuar».
En el año 2018, Mercedes Arbesú es elegida para ocupar el puesto de Superiora General de la Congregación y abandona Malawi para establecerse en Madrid, donde actualmente reside y trabaja en otras tareas.
«Cuando me fui en 1997 de Madrid a Chezi, estaba muy preparada mentalmente porque en la Congregación se trabajan esos aspectos emocionales: hay que ser consciente de que eres misionera y te pueden enviar a trabajar a cualquier parte del mundo. Confieso que me resultó más duro el viaje de vuelta que el de aquella primera vez que volé de Madrid a Malawi. Cuando vives una experiencia misionera que te llena, el regresar a tu mundo europeo es un reto mucho más difícil de superar».
La Congragación de Misioneras de María Mediadora fue fundada en el año 1942 por la dominica gallega Rosario Fernández Pereira y el dominico asturiano Esteban González Vigil. En la actualidad, la Congregación cuenta con 207 hermanas repartidas por diversas partes del mundo de las cuales 17 prestan sus servicios en Malawi
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