domingo, 30 de junio de 2019

La opción benedictina, por Fidel García Martinez

(www.revistaecclesia.com) Con este título se conoce un libro que en USA, especialmente, está batiendo records y casi desconocido en España, excepto en aquellos ambientes socio-religiosos preocupados por el futuro de la fe religiosa en España.

Se vive en un mundo no sólo postcristiano, sino en muchos ambientes claramente anticristiano. Por lo visto defender los principios cristianos para lo políticamente correcto está mal visto: defender la familia, la vida humana desde el nacimiento hasta la muerte natural, la fidelidad matrimonial, exigir que los niños sean educados conforme a los principios morales y religiosos que piensan los mejor para el futuro de sus hijos, es algo que choca contra el neo-paganismo que el nuevo orden mundial pretende imponer para dominar en todo el mundo. De toda esta problemática trata La opción benedictina, escrito por el periodista norteamericano Rod Dreher, quien da una visión dese la perspectiva cristiana, que puede muy bien aplicarse al conocido como Occidente Cristiano. Para este autor los cristianos son una minoría asediada, próxima a desaparecer sino se arman para defenderse de las leyendas negras y manipulaciones ideologías que se repiten o se inventan cada día. Para este perspicaz analista de la realidad religiosa occidental, la única forma de vivir cristianamente en plena vorágine de descristianización, tal como sucede en España hoy, es volver a conformar comunidades cristianas fuertes, siguiendo el modelo benedictino, que después del hundimiento del Imperio Romano consiguió salvar la cultura y civilización de la barbarie de dentro y de fuera. Para la renovación del Cristianismo en una sociedad que amenaza ruina moral y religiosa, es necesario inspirarse en el modelo de la Regla Benedictina, pero aplicado a la realidad neopagana del siglo XXI, no huyendo del mundo sino encarnando esos valores en la vida de las parroquias, la familias, las asociaciones cristianas, que deben ser tan firmes y militantes como eran los monasterios benedictinos. De la regla de San Benito se puede aprender hoy a vivir la oración: porque rezar, tratar con Dios, es realmente alternativo y transformador; como vivir el trabajo en un mundo ferozmente consumista. No se puede vivir aisladamente cada uno en su intimidad personal, sino en la comunidad.

Otro aspecto muy importante es la dimensión política, para el autor de la opción benedictina es una ilusión supersticiosa pensar que algún partido político va a arreglar las cosas y respetar los principios cristianos. Ningún partido político representa al esencia del Evangelio, contenida en las Bienaventuranzas, aunque se disfrace de humanismo cristiano, pero esto no supone que el cristiano tenga que huir de lo política activa, esfumarse de la acción política es un lujo que los cristianos no deben ni pueden permitirse. Una estrategia real es comprometerse en la política local de forma activa. Los cristianos non puede permitir que se los amordace, se insulte o se reprima la libertad política, cuando defiende el bien común: más aún al cristiano puede aliarse con los que no lo son para defender y apoyar el pequeño comercio; combatir el tráfico de personas, la pobreza, el SIDA.

En la opción benedictina la educación juega u papel de máxima importancia y transcendencia. El cristiano en cuanto le sea posible debe evitar que sus hijos se eduquen en escuelas anticristianas o solo cristianas en apariencias. Un aspecto fundamental de la educación es la sexual, el debate sobre el sexo va a ser clave en la educación de las futuras generaciones, los educadores anticristianos ya tienen programas en forma LGTBI que están imponiendo en la educación convencional. Lo queramos o no la cultura contemporánea gira en torno al sexo. Es imposible escapar de la lid: el frente ha llegado a la Iglesia y a las familias.

El libro acaba con una advertencia casi profética: la llamada “opción benedictina” es necesaria para nuestras vidas, para salvar lo que aún queda de la civilización cristiana en Europa, amenazada por los fundamentalismos islamistas y por el fundamentalismo anticristiano cientificista y/o ateísta e ideológico político, porque el amor a Cristo y a los hermanos, es al final, lo que de verdad permitirá construir.

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