Presente desde 1944, está formada por treinta chicos de entre 7 y 18 años
La Escolanía de Covadonga es sin duda una de las señas de identidad del Real Sitio que enriquece con su música las celebraciones litúrgicas y también el día a día de la vida del Santuario. El próximo curso cumplirá 75 años, y con este motivo ya se están preparando, a través de una comisión, las celebraciones del aniversario.
Formada por treinta chicos de entre siete y dieciocho años, dejó hace un tiempo de ser un coro de voces blancas para convertirse en uno de voces mixtas, tal y como explica su director desde hace un cuarto de siglo, Jorge de la Vega Laria: “Vimos la posibilidad de que los mayores siguieran con nosotros unos años más y abrimos el espectro coral en cuestiones de registros musicales. Comprobamos que era muy interesante y enriquecía mucho el coro, ya que las voces graves dan un color increíble”.
De esta manera, cuentan en su haber con un repertorio formado principalmente por temas religiosos, pero también por obras populares que interpretan en conciertos. “Siempre estamos atentos y en la búsqueda de nuevas obras interesantes para el coro. En ocasiones, cuando nos visitan otras escolanías, nos intercambiamos partituras, y procuramos abarcar diferentes épocas y estilos”, comenta el director. Unos intercambios que les ayudan también desde otro punto de vista: “Invitamos a escolanías a que vengan al Santuario y es muy enriquecedor, porque así los chicos conocen a otros cantores que viven lo mismo que ellos, ensayando, aprendiendo y conviviendo”.
Para poder interpretar los temas con la maestría con que lo hace la escolanía, el día a día de sus componentes es muy exigente en la parte musical sin descuidar las obligaciones de estudio y el tiempo libre de cualquier chico de su edad. A primera hora de la mañana, a las seis y media, lo mayores se levantan para coger el bus que les lleva a Cangas de Onís al instituto y un poco más tarde los pequeños para ir también al colegio. Comen en el Santuario y después de un tiempo de descanso comienzan los ensayos de canto, instrumento musical: chelo, violín, órgano o piano, que han escogido ellos; y solfeo. Sin descuidar los deberes propios de cada curso, en los que les ayudan profesores ya jubilados que se han ofrecido para el acompañamiento en sus estudios. Además cada día, “saludamos a la Virgen a las seis y media de la tarde. Es un encuentro muy entrañable, un canto a María, nuestra Madre, la Santina”, explica Adolfo Mariño, Abad de Covadonga.
Los escolanos llegan a Covadonga fundamentalmente a través de las parroquias, por ejemplo en las catequesis o campamentos en los que se da a conocer esta posibilidad. En otras ocasiones son las propias familias las que se enteran y les gustaría que su hijo participase en ella o incluso por antiguos escolanos. Una labor en la que, como afirma Jorge de la Vega, “necesitamos por parte de las instituciones un poco más de apoyo porque verdaderamente es el Cabildo el que se encarga íntegramente de la escolanía, pues lleva el sostenimiento de todos los gastos, y el que la mantiene viva Aquí hay una cuota –simbólica– de 50 euros al mes porque no queremos que ningún niño, independientemente de que tenga más o menos posibilidades económicas, se quede sin formación si tiene cualidades. Nos parece que es imprescindible y lo importante es ayudar a los niños”. En este sentido, uno de los principales propósitos es que “los chavales se formen, que adquieran un formación académica y también musical, y que el día de mañana tengan una posible salida laboral. Tenemos muchos antiguos escolanos dirigiendo coros u orquestas, profesores de conservatorio y compositores”.
Una formación profesional y musical que no deja de lado otra más humana como bien señala el Abad, “queremos darles una formación integral. Que salgan personas, pero personas creyentes que leyendo la vida desde la óptica y los acontecimientos del Señor Jesús, desde el Evangelio, sepan situarse en este mundo. Para mí sería una frustración y un fracaso que fueran grandes profesionales de la música y muy malos cristianos. Para los formadores, las hermanas religiosas que los acompaña –las Carmelitas Mensajeras del Espíritu Santo– y el Cabildo, ese es nuestro reto y nuestro empeño: que sean buenos en todo y que sean buenos cristianos”. Por otro lado, para el Abad también es importante dentro de la convivencia de la escolanía no falte la propuesta a una posible vocación a la vida sacerdotal: “No se impone nada, ellos son libres de escoger lo que quieran: una profesión, unos estudios. Pero yo les digo, pensad también si Dios os está llamando a través de la Santina a ser el día de mañana sacerdotes. Creo que es un buen ambiente y un buen espacio para hacer esta propuesta. De hecho algunos escolanos han sido o son en este momento sacerdotes. La propuesta vocacional de-be hacerse con mucho respeto por supuesto, no puede haber nunca obligaciones, pero sí ofrecérselo porque si no, a nuestro mensaje le faltaría algo. Más en Covadonga en un espacio donde están viviendo jóvenes, niños, familias, con quienes mantenemos además una relación muy fluida y sincera”.
Por todo ello, el ser escolano es una experiencia para toda la vida que Jorge, su director, conoce bien: “yo ante todo soy antiguo escolano, estuve aquí desde los ocho años. La escolanía es una gran familia, donde se convive a diario como si fueran treinta hermanos, con sus problemas, riñas, momentos de ocio, de esparcimiento. Se llegan a acostumbrar a la vida en la escolanía de manera que hay muchas madres que en el verano dicen que el niño cuenta los días para volver a reunirse con sus compañeros”.
Un sentimiento de pertenencia y cariño que comparten todas las personas que viven con ellos diariamente en el Santuario: “Es más lo que ellos nos aportan a nosotros que lo que nosotros les aportamos a ellos. Son chavales que vienen de situaciones diversas completamente, son una buena comunidad, hacen muy buen ambiente y cuando marchan a su casa por el verano Covadonga casi está de luto porque nos falta la alegría, el futbol, las bromas, la cercanía de estos chavales que la verdad es que son muy buenos. No es un internado al uso, de los antiguos. Aquí se vive en libertad, se vive en alegría, en convivencia y en un ambiente muy sano”, reconoce el Abad del Santuario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario