Algunos no estaban de acuerdo con la decisión tomada. Discutían sobre la vida o simplemente de reajustes contra la libertad de expansión. La cuestión era que durante el verano habían acordonado una parte de la playa para salvar los huevos puestos por unas despistadas tortugas de mar. Quizás era cosa del tan traído y llevado cambio climático.
Preservar la vida es una de las grandes preocupaciones de la humanidad justamente ahora que parece que tocamos la divinidad con los dedos, idolatrando la técnica y la ciencia. Nunca como ahora tenemos que defender lo que antes, de una manera natural, habíamos resguardado con un mimo casi sagrado.
Las sociedades poderosas han determinado preparar silos para almacenar semillas de todas las especies.
La bóveda del fin del mundo, excavada en una montaña de las islas noruegas de Svalbard, en el Ártico, albergará un "arca de Noé" vegetal con millones de semillas de todo el planeta para asegurar su conservación en caso de catástrofe natural o humana.
Por otra parte, el proyecto Arca Congelada (2004) del Instituto de Genética de la Universidad de Nottingham pretende preservar el ADN, a 80ºC bajo cero, de especies animales en peligro de extinción, y a las que sobreviven, en cautividad, convirtiéndose en el mayor banco genético del mundo.
También es noticia que un grupo de investigadores de Greenwich, Warwick y Surrey han comenzado el Proyecto Perséfone, dedicado a la creación de un "arca interestelar", una nave espacial autosuficiente, que pueda llevar a los seres humanos a buscar un nuevo mundo para colonizar en caso de que la Tierra se vuelva inhabitable por el cambio climático o por una guerra nuclear o biológica. Rachel Armstrong, diseñadora del proyecto y profesora de la Universidad de Greenwich, decía: "Se trata de poner a prueba nuestra noción de sostenibilidad". Y Steve Fuller, el sociólogo del equipo, manifestó: "Necesitamos la naturaleza para sobrevivir, así que ¿cómo nos la podemos llevar con nosotros?".
Pero no sé si nos hemos dado cuenta, en todo esto parece que falta una semilla: la del amor. Ahora que casi todo se hace con fines lucrativos y desde el orgullo de la supervivencia de la especie humana… todas son arcas de Noé sin permiso de Dios, es decir verdaderas Torres de Babel. Si la creación del universo, si la creación del varón y la mujer es fruto del amor de Dios, todo diseño de supervivencia, sin el amor, nos llevará al fracaso, porque donde no anide el amor, crecerá la mala yerba del orgullo y por tanto el descarte del más débil.
El utilitarismo se nos ha metido hasta los tuétanos, todo lo que no responde a nuestras expectativas lo descartamos… se abandona en el almacén de lo inservible. Lo que nos estorba, lo que aparentemente no nos sirve, lo que no encaja dentro de nuestros proyectos lo descartamos. Creamos pensamientos correctores para poder tranquilizar nuestras conciencias intentando ser lo más políticamente correctos. Pero ¿en qué almacén arrinconamos a los niños que les hemos impedido ver la luz, dónde a los ancianos a quienes negamos los lazos del cariño, dónde los enfermos terminales, dónde la humanidad herida y las personas excluidas, dónde la destrucción de la naturaleza…?
¿Y hacemos proyectos para conservar en otra galaxia a todo ser vivo y a la humanidad? Perdonad que me dé la risa.
En la Capilla Sixtina, el gran Miguel Ángel dibuja a un Dios volcado hacia un hombre inerte, esforzándose por tocar su índice para darle la vida. A nosotros nos toca no desconectarnos de ese dedo creador de la vida, sólo por un acto de amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario