jueves, 12 de septiembre de 2019

A Jesús Nazareno

Serena Majestad, ¡qué horror profundo / cuando lleva el madero condenado / sobre el exangüe gesto moribundo / que la cabeza flagelada enseña! / Le invoco en la oración arrodillado / al Divino Ecce Homo de Noreña.



¡Dulcísimo Jesús Nazareno, Dios y Redentor mío, que llevando sobre tus hombros la cruz, caminas al Calvario para ser en ella clavado! Yo pobre pecador soy la causa de tu Pasión dolorosísima. Te alabo y te doy gracias, porque como manso cordero recibiste sobre tus hombros el madero de tu suplicio, para expiar en él mis pecados y los del mundo entero. Perdóname, ¡oh buen Jesús! Reconozco mis culpas y tu bondad inmensa al borrarlas con tu preciosa Sangre. Te amo sobre todas las cosas y prometo serte fiel hasta la muerte. Sosténme, oh buen Jesús, con tu gracia y condúceme por el camino de tus mandamientos a tu reino celestial. Así sea.

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