jueves, 16 de agosto de 2018

Homilía en la Solemnidad de la Asunción - Viella 15/08/2018

Queridos hermanos:

I. La importancia de la mujer.

Quizá para el que sólo viene este día del año a misa esto le suene un poco aburrido. Alguno dirá: Ya está aquí otra vez la mujer coronada de estrellas, el oro de offir y lo de cada año…. ¡y es verdad!

Los que vienen cada domingo del año a misa saben muy bien que cada Eucaristía es diferente; es un nuevo milagro, una nueva oportunidad para encontrarse con Dios a través de la penitencia y la eucaristía…. Deberíamos tener en cuenta que el tiempo corre en contra, y quizá al cura hoy le toca hacer lo mismo que Jonás, que fue a Nínive a decirle a los ninivitas: ¡vuelve a tu Dios! Es lo que yo deseo de corazón para toda esta Parroquia, que volvamos y nos encontremos de nuevo con ese Dios que vuestros antepasados respetaron y amaron por el cual se construyó este templo y se inició esta fiesta en la misma finca que pretende ser la casa de todos: La Parroquia.

Recuperar y no perder las raíces de la fe que en este pueblo tiene nombre de mujer. Qué importantes son las mujeres y más aún en la Iglesia… Algunos dicen que la Iglesia es “machista”: ¿Cómo puede ser así y celebrar por todo lo alto y en toda la cristiandad -no sólo en Viella- a Santa María?; Quién preside y está entronizada en nuestro retablo?; Quién es la Patrona del pueblo?... Nada más y nada menos que la mujer más importante de la Historia de la Salvación, y en cuya humildad puso Dios sus ojos para traernos por su Hijo la vida eterna.

En una ocasión un ignorante atrevido (como suele ser la ignorancia) dijo en televisión que el relato de la creación era la primer muestra de machismo, pues la serpiente tienta a Eva y no a Adán… Hay que ser muy ciego -las madres y esposas lo saben bien- para no entenderlo; el demonio sibilino sabe y es astuto y elige a la mujer porque ella es la puerta de la vida, sin ella el hombre no es nada y sólo por Eva podría llegar el desastre de igual modo que por María la Salvación. María es la nueva Eva, la que coloca a la mujer en el lugar que le corresponde. Si la serpiente pisó la dignidad de la humanidad salvada que representa Eva, ahora es María quien pisa a la serpiente recuperando esa dignidad en la humanidad redimida. Muy elocuente al respecto es la propia imagen de la Milagrosa.

II. La asunción el premio de Maria.

La virgen a lo largo de su vida vivió la entrega a su misión en la perfección más extrema siendo totalmente libre, y, sin embargo, sólo tuvo disgustos y dolores desde el nacimiento: Desde el parto inseguro y perseguido, pasando por el niño perdido, y así hasta el calvario y la Cruz. Por ello la Asunción de María (que en Oriente llaman la Dormición) no es otra cosa que su premio final, tal como reza el prefacio de este día: ''Porque hoy ha sido llevada al cielo la Virgen, Madre de Dios; Ella es figura y primicia de la Iglesia que un día será glorificada; ella es consuelo y esperanza de tu pueblo, todavía peregrino en la tierra''.

Así es como Cristo asocia a su Madre a la gloria del Cielo, a lo que aspira todo creyente; verse un día en el Reino prometido donde pueda gozar nuestra alma de esas alegrías celestiales que nos recuerda a diario en el Santo Rosario (que algunos han olvidado).

También la Iglesia camina hacia su fin, la Iglesia terrenal no es eterna; la Iglesia anuncia y proclama sin descanso al Señor que vino y que ha de volver. Luego entra en juego la libertad de cada cual para abrir su corazón al Señor o cerrarle la puerta. Dichosos los que crean, felices ellos porque han encontrado el mismo tesoro que Santa María llevó en su vientre y que le permitió ser elevada a las alturas.

Ella es faro seguro en las noches de nuestras tribulaciones y disgustos; espejo, reflejo y prefiguración de nuestra meta; pero ella no es meta, Ella es camino que nos lleva a nuestro origen y destino: ese Dios en el que su alma se alegra y engrandece como canta “el Magníficat” y que recoge el evangelio de hoy.

III. La lección de María.

Estamos de fiesta: la carpa, la romería, la música, el baile, la comida, la bebida, las luces... Todo quiere ser expresión de alegría, lo mismo que vemos en el contexto religioso: el coro, el órgano, las flores, el Incienso y las las mejores galas para revestir el altar... Se nota que es el día grande, que es 15 de Agosto, la fiesta del pueblo en la primera Casa para reunir y albergar a todo el pueblo en fiestas. Y esta fiesta tiene un nombre '' Santa Maria''.

Poco sabemos de la vida de esa sencilla y humilde niña de Nazaret, pero sí conocemos los principales datos que necesitamos: que era buena; que era sencilla, humilde, discreta... Ella nos da también esa lección y ejemplo de humildad y silencio. Cuántas veces deberíamos cuidar más el silencio interior y exterior; cuántas veces hablamos de más y hacemos daño con nuestra lengua murmuradora, difamatoria o criticona...

El Papa Francisco no deja de denunciar que ésta -junto con la envidia que muchas veces la mueve y promueve- es la mayor lacra de una comunidad cristiana… Contaba recientemente el Papa que en un pueblo había una señora muy cotilla que además era la típica que no perdía misa ni entierro para luego criticar cómo iba fulana, con quién iba mengano, las “tonterías” que dijo el cura o el jarrón que la sacristana cambio de sitio... Y un día la señora se puso enferma, y aunque vivía muy cerca de la iglesia llamó al cura para que le llevara la comunión a casa y de paso tratar de “ponerse al día”. El sacerdote que la conocía bien, le respondió antes de concertar la visita: de acuerdo, le llevaré el viático después de misa, pero no tema que con una lengua tan larga bien le alcanzaría a comulgar desde su ventana.

Hoy cuando salgamos de la Iglesia que bien podríamos tratar de imitar a María con nuestro silencio, con nuestra oración personal, con nuestro canto interior y con nuestra caridad con los hermanos; no sólo con voladores, tambor y gaita, sino de verdad y con el corazón. Que así sea.

Joaquín, párroco

No hay comentarios:

Publicar un comentario