(Religión en libertad) Mercedes Arbesú, de 52 años, se crió en Santa Marina, en Siero (Asturias) hasta que se marchó a Madrid para estudiar Periodismo. Sin embargo su vida cambió cuando entró en contacto con las misiones en 1992 y entró a formar parte de la Cooperación de Misioneras de María Mediadora.
Mercedes ha vivido y ayudado varios años en Malawi y Honduras. Conoce de primera mano la situación social de estos países y ha vivido momentos que todavía no ha olvidado. Lo cuenta a la Opinión de A Coruña, en una entrevista realizada por José M. Requena.
La mujer malauí está infravalorada
Ser misionera era algo que Mercedes estaba planteando desde hacía tiempo. "Creía conveniente darme un tiempo a mí misma para trabajar y entrar en contacto con otros ambientes". Ingresó en la Cooperación de Misioneras de María Mediadora y durante estos años, he vivido en España, Honduras y, sobre todo, en Malawi. "Ha sido casi un cuarto de siglo de duro camino", afirma.
Desde que Mercedes se encuentra en Malawi, una parte de la población ha mejorado su nivel de vida, pero sigue habiendo las mismas carencias y la misma pobreza que la misionera vivió en 1997. "Hay muchísima más corrupción. Me sorprendió muchísimo, cuando regresé en 2012, la cantidad de vehículos que había, muchos más que cuando me fui seis años antes. También aumentó de manera muy destacada el coste de la vida, se devaluó muchísimo el kwacha, la moneda malauí".
La mujer malauí es el motor, es la que trabaja y la que lleva la casa, pero la mujer es también la menos valorada. "La cultura africana no ha dado a la mujer aún el estatus que se merece", explica.
Las misioneras forman a las mujeres
Para mejorar esta situación, las misioneras de María Mediadora llevan a cabo programas que fomentan la ocupación de la mujer como clases de costura, de ordenadores, un internado para niñas... "Para mí es un logro que una niña pueda acabar la Secundaria, no digamos ya llegar a la Universidad. Una niña en los poblados probablemente se la ponga a trabajar, a buscar leña, a cocinar. Si hay una posibilidad de estudiar, será para los chicos".
Otra cuestión complicada es la de los matrimonios prematuros, que las misioneras están tratando de evitar. Niñas que con 14 años y sin capacidad de elegir son casadas. "Creo que la mujer africana puede dar una vuelta al continente, pero hay que apoyarla, ayudarla y estar con ella. La mujer va a mover África, de hecho ya lo está haciendo, pero eso no está valorado", expresa.
A pesar de la pobreza de la población malauí, hay un sector de la población que sí puede acceder a un nivel de vida bueno, "una minoría pero que se deja ver mucho, con sus coches de alta gama", dice Mercedes.
"Pero la gente sigue teniendo las mismas carencias, en ámbitos tan básicos como la sanidad y la educación. A mí esto sí me preocupa profundamente. Tenemos que educar a las generaciones futuras si queremos que el país avance", continúa.
A nivel social no es un país conflictivo aunque, como en todos los países africanos, la estabilidad política está siempre en entredicho, con multitud de irregularidades y corrupción. "Ahora mismo Malawi está en una encrucijada. El presidente del país ya anunció que Malawi está en estado de emergencia alimentaria, porque se prevé que en estos últimos meses del año va a haber escasez de maíz, que es una parte fundamental de la alimentación malauí".
El sida se está controlando con los retrovirales. Cuando Mercedes llegó en 1997 había más de un millón de huérfanos a causa de esta enfermedad. "En esto sí se ha mejorado, no muere tanta gente, al menos hay una estabilidad".
Dificultad de abrirse al otro
La cultura malauí es muy diferente a la española en la forma de pensar y en aspectos sociales. "El malauí es una persona muy reservada, le cuesta mucho abrirse, vive a la defensiva, porque ha sido gente que ha sufrido mucho. Piensan que cuanto menos sepas de ellos, mejor van a vivir. Es gente que te abre su casa sin ningún tipo de reparo y lo poco que tienen lo comparten contigo sin dudarlo, algo que en España se está perdiendo".
Durante su estancia en Honduras vivió una de las situaciones más impactantes de su vida."Una fecha que no olvidaré nunca". El 28 de junio de 2009, el golpe de Estado en Honduras. Mercedes lo recuerda como "una etapa muy dura, con muchísima tensión, pero también una etapa que viví como un reto, el de acompañar al pueblo en un momento tan duro como ése. Ver el ejército en la calle, que hubiera toque de queda... en mi mente no encajaba eso".
En Honduras Mercedes volvió a ejercer de periodista y aprovechó el golpe de Estado como "una apuesta por informar sobre lo que estaba ocurriendo, sabíamos que nos debíamos a toda esa gente que realmente estaba desinformada, no sabían realmente lo que estaba ocurriendo. Aunque lo pasamos mal, mereció la pena".
Mercedes mantiene la esperanza de que en el futuro las cosas en Malawi cambiarán. "Malawi tiene que resolver muchos problemas estructurales, pero confío en que aparecerá una persona con las ideas claras que podrá cambiar el rumbo; y esa persona tiene que empezar a formarse desde ya. Yo mantengo la esperanza".
En Honduras Mercedes volvió a ejercer de periodista y aprovechó el golpe de Estado como "una apuesta por informar sobre lo que estaba ocurriendo, sabíamos que nos debíamos a toda esa gente que realmente estaba desinformada, no sabían realmente lo que estaba ocurriendo. Aunque lo pasamos mal, mereció la pena".
Mercedes mantiene la esperanza de que en el futuro las cosas en Malawi cambiarán. "Malawi tiene que resolver muchos problemas estructurales, pero confío en que aparecerá una persona con las ideas claras que podrá cambiar el rumbo; y esa persona tiene que empezar a formarse desde ya. Yo mantengo la esperanza".
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